Abortos en alta mar

Conocido ya como 'el barco del aborto', el denominado Mar del cambio -fletado por la fundación Mujeres sobre las olas- zarpó ayer hacia Irlanda. A bordo, dos médicos holandeses y una enfermera ofrecerán a las mujeres información sobre anticonceptivos y -para eludir la estricta ley irlandesa- practicarán abortos en aguas internacionales en un contenedor especialmente acondicionado. Es el principio de un proyecto que tiene su mirada puesta en todos los países que prohíben o limitan la interrupción del embarazo.

Con casi 50 metros de eslora y capacidad para 25 pacientes, la nave -un pesquero reconvertido cuyo primer nombre era Aurora- permanecerá unas tres semanas en los puertos de Dublín y Cork, y a bordo se realizarán desde discusiones con médicos y juristas expertos en planificación familiar y enfermedades de transmisión sexual, a conferencias y exposiciones.

Cuando en un puerto haya mujeres que deseen abortar, el barco zarpará con ellas a alta mar hasta situarse en aguas internacionales. 'Los médicos se mantendrán en todo momento dentro de la ley. Al navegar bajo bandera holandesa, en aguas internacionales el barco es territorio holandés que se rige por la ley nacional', ha explicado la portavoz del grupo, Joke van Kampen, bien asesorada por un equipo de juristas internacionales.

La fundación holandesa que ha lanzado la idea cuenta con el respaldo de grupos de asesoramiento sexual. En días pasados la filial irlandesa ha distribuido folletos en bares, cafés y restaurantes con un número de teléfono móvil para contactar con el barco. Cada año, unas 6.000 irlandesas se ven obligadas a viajar al Reino Unido para abortar.

La iniciativa del proyecto nació de Rebecca Gomperts, una doctora que adquirió su experiencia como activista internacional a bordo Rainbow Warrior, el barco de la organización ecologista Greenpeace. Cuando hace dos años hizo públicos en Holanda sus planes, obtuvo el apoyo sin reservas de varios políticos y hasta de la ministra de Cooperación al Desarrollo y provocó un debate en el Parlamento.

Después de Irlanda, la nave se dirigirá a Brasil y más tarde a países africanos. El grupo holandés está buscando más barcos y financiación para ampliar sus actividades. Según sus datos, de los 53 millones de interrupciones voluntarias del embarazo que se realizan en el mundo anualmente, 20 millones se hacen de forma ilegal.

'Especialmente las mujeres más pobres tienen que recurrir a los métodos más inseguros. En casi la mitad de los casos, la intervención termina con complicaciones que desembocan en más de 70.000 muertes al año. Donde el aborto es legal, seguro y posible, la complicaciones apenas suponen el 1%', indica Van Jampen.

A bordo sólo se tratarán los embarazos de menos de tres meses, como establece el derecho holandés, y entre el momento en el que la mujer manifiesta su voluntad de abortar y el de la intervención pasarán cinco días.

La tripulación enseñará a los medicos locales técnicas de aborto y cuidados postoperatorios para que las interrupciones que se realicen tras su partida, aunque sean ilegales, se hagan con entera seguridad.