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Reportaje:

Una ley con cabos sin atar

Los monitores piden mayor reglamentación para las colonias organizadas por centros docentes

Miquel Noguer

Carles Moreno y Alba Girons son dos monitores de colonias titulados. Los dos tienen a su cargo un grupo de niños en esplais de Barcelona y Sabadell y reconocen que han pasado una mala semana. El accidente en el que murieron dos niños del colegio Badalonès el pasado día 28 de mayo ha sacudido a todos los profesionales que organizan colonias, que sienten en su propia carne la desesperación de los padres de los niños fallecidos y de los monitores que les acompañaban cuando ocurrió el accidente en la riera de Merlès.

'Desde el momento en que trabajas con niños asumes cierto riesgo, pero nunca puedes prever todas las situaciones', explica Carles, que al igual que sus compañeros siente cierta indefensión ante las numerosas lagunas de la normativa de organización de colonias.

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Los monitores consideran que la normativa deja demasiados cabos sin atar y piden una mayor reglamentación de las actividades organizadas por centros docentes. La legislación es muy diferente según la naturaleza de la entidad que promueve las actividades. Si las organiza una escuela, la normativa sólo especifica que los grupos de niños deben ir acompañados por dos personas como mínimo: un profesor y un acompañante. La relación entre profesores y alumnos para salidas que incluyan pernoctación es de 1 por cada 8 para parvulario, 1 por cada 12 para ciclo inicial y medio de primaria y 1 por cada 15 o 20 de ciclo superior (de 10 a 12 años).

Pero la resolución no dice nada sobre la titulación que deben tener los acompañantes, por lo que en muchos casos éstos no tienen el título oficial de monitor ni de director de actividades de tiempo libre. Teniendo en cuenta esta legislación, la escuela Badalonès no habría incurrido en ningún delito por haber contratado monitores sin titulación alguna.

Las cosas cambian cuando las colonias son organizadas por grupos de escultismo, casals o federaciones deportivas. El decreto 337 / 2000, de 24 de octubre, rige la mayor parte de colonias de verano y establece que todas las actividades deben realizarse con la presencia del responsable del grupo junto a las personas que llevan a cabo directamente la actividad (monitores).

Por cada 10 niños debe haber como mínimo un dirigente -poseedor del título de monitor o director de actividades-. El 40% de los acompañantes debe tener el título de monitor o director. A diferencia de lo que ocurre en las colonias escolares, el decreto no varía la proporción de niños por monitor según las edades.

Estas diferencias legales no gustan a los monitores, que ven como la desregulación que afecta a las colonias escolares puede perjudicar la imagen de las tradicionales colonias de verano. La vicepresidenta de la Fundació Catalana de l'Esplai, Núria Valls, considera que las colonias escolares también deberían contar con monitores titulados. 'Los cursos de formación les permiten evaluar las situaciones, detectar riesgos y formar a los niños'. La Fundació Catalana de l'Esplai tiene a su cargo cerca de 1.400 monitores en Cataluña, para los que organiza numerosos cursos de formación. Cuando acaba el curso, el monitor ha asistido a un centenar de horas de teoría y otras 50 de práctica, tiene conocimientos de psicología, pedagogía, planificación de actividades y excursionismo. En un eslabón superior se encuentran los directores, que deben superar otras 150 horas de formación teórica .

Después de estos cursos, los monitores saben, por ejemplo, que antes de salir de colonias de verano, un grupo de adultos tiene que supervisar y conocer las características de la casa o el terreno de acampada que acogerá a los niños, detectar posibles peligros y organizar actividades adecuadas a la edad de los participantes. Los deportes que comportan algún riesgo son analizados con lupa, aunque no son nada raros. 'Desde hace unos años ha habido un auténtico boom del riesgo, parece que todo el mundo tenga que practicar deportes de este tipo', explica la monitora de Sabadell Alba Girons.

Núria Valls, sin embargo, es poco partidaria de estas actividades, puesto que 'un niño que con 8 años ya practica deportes de riesgo, a los 10 ya no le interesarán. Cada vez necesitará más emociones'. Girons suscribe esta teoría y añade que 'cuando un niño de ocho años regresa de colonias, lo primero que cuenta a sus padres es que ha pasado una noche durmiendo al raso, no que ha bajado por una tirolina'.

Marta Guirao, monitora directora del esplai Nus de Sant Joan Despí, alerta sobre la actitud de los adultos hacia los deportes de riesgo. 'La gente quiere hacer deporte de aventura, pero eliminando el riesgo. Esto es imposible'.

Pero ¿son frecuentes las actitudes temerarias? No. Mireia Pérez, monitora del esplai Can Serra, de L'Hospitalet, sabe que 'cualquier actividad que se haga tiene un riesgo, pero éste siempre se intenta minimizar'. Desde el accidente de la riera de Merlès, muchos padres se han acercado a los colegios y asociaciones lúdicas para pedir más detalles sobre las actividades que realizarán sus hijos. 'Algunas familias han venido preocupadas preguntando qué harán exactamente sus hijos', explica Guirao.

Formación útil

Estos monitores, que a menudo trabajan como voluntarios y que ultiman los preparativos de las colonias de este verano, temen que algunos padres se echen atrás. Ramon Ignasi Redondo, monitor de L'Hospitalet, cree que sería una pena: 'Los esplais y las colonias cubren un nivel de formación que la escuela no puede dar'. Lo mismo piensa Carles Moreno, quien recuerda que las colonias no son unas simples vacaciones.

Los actuales esplais y casas de colonias de Cataluña en poco se parecen a sus antecesores aparecidos antes de la guerra civil. El voluntarismo y la improvisación que dominó en ellos ha evolucionado hacia la profesionalización de muchos monitores y ha permitido que las actividades que organizan no sirvan solamente para distraer a los niños, sino que a menudo se convierten en una auténtica escuela de la vida.

Cataluña está todavía lejos de los países más avanzados de Europa en materia de colonias. En Francia, la formación de los monitores se distingue por la gran variedad de estudios y especializaciones. Sin embargo, a los monitores no se les exige una titulación universitaria, algo que sí ocurre en Dinamarca, donde se pide a los monitores que estudien pedagogía, una diplomatura de tres años y medio.

De izquierda a derecha, los monitores Carles Moreno, Mireia Pérez, Alba Girons y Marta Guirao.
De izquierda a derecha, los monitores Carles Moreno, Mireia Pérez, Alba Girons y Marta Guirao.VICENS GIMÉNEZ

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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