El ex ministro francés Dumas, condenado por corrupción en el 'caso ELF'
Fuertes penas para la amante del ex ministro de Exteriores y dos responsables del grupo
Dumas, claro está, sólo ha de cumplir seis meses de cárcel y pagar una multa equivalente a 25 millones de pesetas. Apelará la sentencia, al igual que su ex amante y los demás condenados.
Los hechos que se le reprochan consisten en haber usado un apartamento de lujo -la casa de la amante-, que convirtió en su 'lugar de recepción', y haber aceptado regalos por valor de 20 millones de pesetas: seis estatuillas griegas, unos botines de lujo e invitaciones reiteradas a buenos restaurantes. Todo ello pagado por su amiga íntima, Christine Deviers-Joncour, con fondos de Elf-Aquitaine, en aquella época propiedad del Estado al 100%, cuyos dirigentes no pretendían otra cosa que obtener ventajas de tener tan bien tratado a quien entonces era uno de los políticos con mayor influencia. A juicio del tribunal, Dumas incurrió en el delito de 'complicidad en el abuso de bienes societarios'.
La sentencia no declara probado que Deviers-Joncour fuera contratada por Elf a petición de Dumas. Para su abogado, esto demuestra que la acusación 'comienza a hundirse', opina que son 'calumnias' y confía en que el tribunal de apelación 'lo deje en nada'. Por ahora, las jueces de lo penal -el tribunal está compuesto por mujeres- entienden que 'el conocimiento muy particular, puesto que estaba ligada a su propia persona, que [Dumas] tuvo del carácter ilícito de la fortuna adquirida por Deviers-Joncour, gracias a su paso por Elf, habría debido prohibirle obtener la menor ventaja'.
El golpe es duro para un hombre de 78 años que jugó un papel político de primer orden en el entorno de François Mitterrand. Abogado brillante, diputado, ministro de Exteriores de 1988 a 1993 y presidente del Consejo Constitucional entre 1995 y 2000 -quinta autoridad del Estado en esa época-, Dumas apelará el fallo 'para dejar limpia su trayectoria ante la historia'.
Deviers-Joncour, que ahora cuenta con 53 años, aparece descrita en la sentencia como 'eslabón' de la cadena destinada a 'servir los intereses' de los directivos de Elf, que le pagaron 64 millones de francos (1.600 millones de pesetas) 'en razón de sus relaciones con Dumas'. Su abogada confía en que, a medida que avance la instrucción del caso Elf, pueda demostrarse que una parte sustancial de ese dinero consistió en comisiones 'legales' por arreglar para Elf una venta de fragatas a Taiwan. De momento, Deviers-Joncour está condenada a tres años de prisión -con obligación de cumplir la mitad- y multa de 37,5 millones.
Una condena más severa recae en Loïk Le Floch-Prigent, de 57 años, que presidía Elf en aquel tiempo. Ha sido sentenciado a tres años y medio de prisión firme y una multa de 50 millones de pesetas por 'malversación de bienes societarios'. Ayer fue el que más acusó el golpe al escuchar el fallo. Le quedan por delante otros sumarios del caso Elf y en medios jurídicos se da por seguro que tratará de defenderse detallando a los jueces lo que ya apuntaba en recientes declaraciones que Elf era una máquina de repartir comisiones secretas y que los sucesivos presidentes de la República aprobaban anualmente el reparto de fondos.
Con cuatro años de prisión firme y una multa de 60 millones de pesetas, Alfred Sirven recibe la condena más severa de todas. Ya sabía que eso iba a ocurrir y ayer ni se molestó en escuchar el fallo: prefirió quedarse en la prisión de La Santé, donde se encuentra recluido desde su espectacular vuelta a Francia, tras una huida de tres años que terminó en febrero pasado en Filipinas. Sirven no ha hecho saltar 'diez veces la República', como amenazó con hacer si se le detenía.
El abuso de bienes en que se ha visto implicado Dumas es tan sólo el primero de los sumarios sobre malversaciones cometidas en el grupo Elf. A diferencia de Dumas, que podrá concentrarse en el recurso contra ese fallo, los otros condenados deberán estar pendientes de otras investigaciones, que incluyen el pago de sumas ilegales en Alemania y en España. La juez Eva Joly, que inició la instrucción del caso Elf, lo considera 'el asunto de corrupción más grande de Europa'.
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