Los fecundos 60 años de Bob Dylan
Se editan un disco doble antológico y una recopilación de actuaciones en directo
A lo largo de su historia, Bob Dylan ha abierto muchas heridas. La más célebre la produjo hace mucho, cuando empuñó una guitarra eléctrica en el momento en que se le adoraba como el nuevo poeta de la música folk. Hoy cumple 60 años y sus admiradores lo celebran con fiestas musicales en los cinco continentes y una avalancha de libros, mientras que su discográfica española pone en circulación un doble antológico, The essential Bob Dylan, y una recopilación de actuaciones en directo, Live 1961-2000. Complejo, contradictorio y caprichoso, Dylan fue capaz de crear un estilo inconfundible, y es una marca imborrable de la cultura de las últimas décadas.
A sus sesenta años, Bob Dylan es un hombre muy delgado que ya no cabe en ningún sitio normal. Lo saben los que hayan seguido su carrera y le hayan tenido que hacer un hueco en su casa a sus casi cincuenta discos oficiales. Lo sabemos aún mejor, naturalmente, los coleccionistas, que hemos reunido, según nuestro grado de dylanopatía, entre cuatrocientas y mil grabaciones piratas. Lo saben también los que disfrutan viendo en vivo al cantante, una de cuyas ambiciones es, según confesión propia, 'conseguir dar más conciertos al año que BB King', lo cual significa acercarse a los doscientos. Hace diez años, cuando Bob, que ya andaba embarcado en su famosa gira sin fin, The never ending tour, cumplió medio siglo de vida, Bono, el cantante de U2, escribió que una de sus 50 razones para amar al maestro era ésta: 'Vivas donde vivas, Bob tocará una noche en tu ciudad'. Y, desde luego, también lo saben los aficionados a las biografías, que son inacabables y últimamente se venden al peso: la última edición del clásico de Clinton Heylin Bob Dylan: behind the sades revisited ya alcanza las 780 páginas; Song and dance man III. The art of Bob Dylan, de Michael Gray, se ha ensanchado hasta las 918, y, batiendo marcas, el volumen recién aparecido de Oliver Trager, Back pages: the definitive encyclopedia of Bob Dylan, consta de 1.179. Personalmente, desconfío de ese tipo de obras monumentales que, en los mejores casos, terminan por contarte cuánto le miden los dedos de los pies al bajista de la banda de Bob, o algo así, y en los casos más lamentables hacen que sus autores se parezcan, como una gota de veneno a otra gota de veneno, al insufrible A. J. Weberman, aquel pirado que en los setenta se dedicaba a registrar cada noche el cubo de la basura de Dylan para buscar entre los desperdicios pruebas de su traición a la música folk y de su caída en la mala vida. Dylan hizo de todo para quitarse a aquel basurólogo de encima, desde darle un puñetazo hasta ofrecerle un empleo, pero fue en vano. Esos tipos son así: hace poco leí la historia de un fan al que fueron a ofrecerle las colillas de unos Marlboro fumados por su dylanísima, y cuando preguntó para qué diablos podía querer esa porquería, el otro le dijo: '¿Pero no te das cuenta? Su saliva está aquí. ¡En el futuro, lo podrían clonar usando este filtro!'.
Las proporciones de la obra de Dylan, desde luego, se han aliado con su genio para convertirlo a él en un mito y a su música en una religión. Aunque en realidad su música es un término incorrecto: de hecho, todas las palabras en singular lo son cuando se habla de Bob Dylan, esa especie de camaleón al revés que hace que cambie de colores todo lo que toca. Sus músicas: aquel rock and roll frío y afilado de mitad de los sesenta que él definió como 'mercurio salvaje'; aquel country ácido y bíblico de finales de la misma década; el folk-rock de Desire; el gospel de marea alta que hizo en su época religiosa, a principios de los ochenta; y así hasta llegar a esa especie de pozos luminosos que son sus dos últimos discos absolutamente redondos, Oh mercy y Time out of mind. Bob Dylan siempre supo cómo bifurcarse de sí mismo y, por tanto, su música, diosa Shiva de múltiples brazos, no es una sola cosa ni apunta a una sola diana.
¿Qué se puede esperar de Bob Dylan después de todo eso? Es difícil de imaginar, porque él siempre ha sido un genio desconcertante y un tirador solitario, la clase de hombre que puede ser definido a la perfección con esta línea de André Gide en Los alimentos terrenales: 'Aquel que, para guiarse, sigue una luz que él mismo sostiene en la mano'. Sin embargo, que aún existan miles de personas en el mundo esperando algo nuevo y grande de Dylan hoy mismo, este jueves del año 2001 en que cumple 60 años, significa muchas cosas. Su música es una religión y, en consecuencia, de él se espera lo que se espera de un dios: cualquier día, Bob Dylan levantará su mano y creará un nuevo mundo. Y nosotros, los ciudadanos de Blonde on blonde o Blood on the tracks o Time out of mind, nos iremos a ese mundo y seremos felices en él, lejos de los bocazas, los mentirosos y los enterradores.
Babelia
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