Anticancerígenos para el nuevo milenio
Tres décadas de avances en biología celular empiezan a dar sus frutos con innovadores y potentes medicamentos
Mayo suele ser pródigo en novedades contra el cáncer. En este mes se celebra la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO), donde los principales investigadores del mundo divulgan sus hallazgos. La cosecha de este primer año del siglo está siendo prometedora, con resultados calificados de 'espectaculares' por los propios científicos, y ha coincidido con la luz verde de las autoridades sanitarias de EE UU a un fármaco que ejemplifica las nuevas estrategias.
STI-571 es la clave química de este nuevo fármaco que localiza las células cancerígenas y que ha conseguido asombrosos resultados preliminares en el tratamiento de un tipo de leucemia, y podría ser también eficaz contra un raro cáncer de estómago. Los médicos están entusiasmados con el medicamento, porque su diseño se basa en un profundo conocimiento de cómo funcionan las células cancerígenas, y podría ser el primero de una nueva clase de fármacos diseñados contra muchos tipos diferentes de cáncer.
El medicamento, denominado Gleevec, acaba de ser aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) de EE UU en un procedimiento excepcionalmente rápido: tan sólo dos meses y medio, cuando lo normal son seis meses por la vía rápida. Si tiene éxito, el Gleevec sería uno de los primeros frutos de aproximadamente tres décadas de investigación en biología del cáncer. 'Éste es realmente el primer ejemplo claro de un fármaco dirigido a las moléculas de señalización intracelular en la terapia contra el cáncer, y los resultados son realmente notables', afirma Ed Harlow, un prestigioso investigador sobre el cáncer de la Facultad de Medicina de Harvard.
Por ahora, la promesa del fármaco reside en su uso en pacientes de leucemia mielocítica crónica (LMC), uno de los cuatro grupos principales de leucemia. El tratamiento habitual es el trasplante de médula ósea, que supone unos riesgos elevados, o bien el interferón, un fármaco con diversos efectos secundarios. El STI-571 ha llamado inmediatamente la atención de grupos de pacientes y de los hematólogos porque, en unas semanas de tratamiento, aproximadamente un 90% de los pacientes ve cómo su número de glóbulos blancos se normaliza con muy pocos efectos secundarios o ninguno.
El STI-571 todavía no ha pasado la dura prueba de un medicamento contra el cáncer: demostrar que permite a los pacientes vivir más. Y los científicos tampoco saben si los pacientes pueden desarrollar resistencia a los beneficios del fármaco. 'No hay evidencia directa de que el STI-571 prolongue la vida. Todavía podrían descubrirse importantes problemas clínicos', fue la dura advertencia de un editorial, por lo demás positivo, publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM) el mes pasado.
Pero el éxito del fármaco hasta el momento es difícil de pasar por alto. En un experimento publicado en el NEJM, el 98% de los pacientes con leucemia en fase precoz experimentaron una reducción del número de glóbulos blancos hasta alcanzar niveles normales, y en el 13% desaparecieron todos los vestigios de células cancerosas; en otro experimento, con pacientes en fase terminal de la enfermedad, el 11% vio el número de glóbulos blancos recuperar niveles normales. En pocos meses, las noticias sobre el STI-571 se difundieron entre los grupos de apoyo a enfermos de LMC en Internet. Este tipo de leucemia afecta a sólo unas 4.500 personas en EE UU y otras tantas en Europa, pero su presión ha resultado decisiva. Los pacientes pedían que se les incluyese en los experimentos, y el laboratorio que lo fabrica apostó por el fármaco, a pesar de la pequeña población de pacientes.
El fármaco inspira una especial confianza entre los investigadores, porque saben con considerable precisión cómo actúa. Es una sustancia química cuidadosamente diseñada para atajar el fallo que desencadena la LMC: el intercambio de secciones de ADN entre dos cromosomas. Aunque el STI-571 se centra en la proteína señalizadora abl, se ha descubierto que también afecta a otras proteínas que se activan en otros tumores.
Los investigadores creen que es probable que el STI-571, a pesar de su éxito en solitario contra la LMC, sea más útil en combinación con otros fármacos. Y es probable que los médicos empiecen a experimentarlas una vez aprobado por la FDA.
Si ésta y otras aproximaciones prosperan, el tratamiento del cáncer puede experimentar un salto cualitativo En la última reunión de la Sociedad Americana de Onclogía Médica, celebrada la semana pasada en San Francisco, se presentaron numerosos avances. Un ensayo clínico, por ejemplo, demostraba que una combinación de radioterapia y quimioterapia conseguía salvar la voz en el 90% de los casos de cáncer de laringe. Una nueva técnica de radioterapia abría nuevas posibilidades para tratar el cáncer nasal. Pero sobre todo destacan las novedades en medicamentos.
- El espectacular C225. Un fármaco experimental, el C225, ha conseguido resultados calificados como 'espectaculares' en el tratamiento del cáncer colorrectal que no respondía a la quimioterapia convencional, al reducir el tumor en un 50% en el 22% de los pacientes tratados. Es un anticuerpo monoclonal que pertenece a una nueva familia terapéutica que se dirige contra el factor de crecimiento epidérmico (EGF, en inglés), presente en un 70% de los tumores, por lo que podría ser útil también en otros tipos de cáncer.
El C225 representa 'una nueva forma de tratar el cáncer colorrectal refractario... y es muy emocionante', dijo el investigador principal Leonard Saltz, del Centro de Cáncer Memorial Sloan-Kettering, de Nueva York. Pero quiso ser cauto: 'De ninguna manera estamos asegurando que ésta sea una cura para el cáncer colorrectal. Lo que estamos diciendo es que éste es un nuevo enfoque terapéutico efectivo y capaz de reducir el tumor en una población de pacientes en los que no había ya alternativas'.
- Vacunas terapéuticas. La inmunoterapia contra el cáncer es otra vía prometedora. En la reunión de San Francisco se han presentado datos de una vacuna contra el antígeno carcinoembrionario (CEA) que, por primera vez, demuestra que la respuesta inmunitaria inducida por vacunas aumenta la supervivencia de pacientes con cánceres metastásicos en fase terminal. Los experimentos se han realizado en pacientes terminales con cáncer de estómago, páncreas, esófago, cuello de útero, mama y colon que expresaban el antígeno.
'La actual esperanza de vida para estos pacientes en fase terminal es inferior a un año, por lo que ver que el 50% de los tratados con vacunas contra el CEA siguen vivos dos años después es impresionante, incluso en este pequeño estudio de población', afirma John Marshall, profesor de medicina en la Universidad de Georgetown. Pero hay más vacunas prometedoras. En otro experimento, una vacuna, creada a medida a partir de las propias células cancerígenas, resultó eficaz para prolongar la supervivencia del paciente con melanoma maligno extendido a los pulmones.
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