El círculo secreto de los talibán
Aunque el jeque Omar es el líder de Afganistán, nadie sabe quién manda de verdad
'No tenemos ni idea de cuál es la mecánica del poder en el régimen talibán', confiesa con sinceridad un analista de la ONU. El movimiento que lidera el clérigo Mohamed Omar está rodeado de misterio siete años después de que hiciera su aparición en la escena bélica afgana.
'De existir alguna similitud sería, salvando las distancias, con los jemeres rojos', asegura otro observador, que califica a los talibán de 'círculo secreto'. 'Podemos sólo intuir quiénes influyen en las decisiones: los ulemas, el jeque Omar, algunos ministros que son también comandantes en el frente, Osama Bin Laden y los árabes, pero exactamente no sabemos cómo se toman, cuál es la jerarquía'.
Un punto en el que parece existir acuerdo es en que la estructura de poder está basada en Kandahar y no en Kabul. Casi todos sus dirigentes proceden de la provincia del mismo nombre, al sur de Afganistán, y comparten la misma base étnica (pashtún), religiosa (escuela deobandi del islam suní) y cultural. La mayoría son de extracción social baja. Ahmed Rashid, en su libro Los talibán, les califica de 'lumpemproletariado del islam'.
El jeque Omar, al que sus seguidores se refieren como emir al muminin o príncipe de los creyentes, es una persona 'poco corriente', según un occidental que le ha conocido. Otras fuentes hablan de su falta de carisma. De 42 años, alto (mide 1,86) y enjuto, llama la atención por su ojo vacío, su poblada barba ('le empieza muy arriba') y su tono de voz muy bajo. Viste una especie de sotana verde hasta por debajo de las rodillas y las piernas desnudas. Recibe descalzo y hasta hace dos años lo hacía sentado en el suelo.
Sin formación política y sin ser tampoco un doctor en la ley islámica, tal como él mismo reconoce, su liderazgo es más bien fruto de la oportunidad y de su carácter visionario. En 1995, durante una Loya Jirga (gran asamblea tradicional) que los talibán convocaron en busca de legitimidad, el jeque Omar se envolvió con una capa que según la tradición perteneció al profeta Mahoma y que se venera como reliquia en Kandahar. El gesto se tradujo en su aclamación como emir al muminin. Un equipo formado por tres secretarios educados en Occidente y, según la revista paquistaní The Herald, el cónsul general de un país vecino, le sirve de filtro, fija su agenda, controla su correspondencia, la promulgación de fetuas (decretos religiosos) y el nombramiento y destitución de ministros y gobernadores. Subordinados a este secretariado están el Consejo de Ministros y el Poder Judicial, con sede en Kabul.
Sin embargo, el sistema no es en la práctica tan coherente y organizado como parece a primera vista. No todos los ministros son igual de poderosos y algunos gobernadores tienen más poder que aquéllos. Tal es el caso del de Kandahar, Mohamed Hassan Rehmani, considerado el número dos del régimen, un rango que el recientemente fallecido primer ministro Mohamed Rabbani perdió cuando en una reunión con un enviado estadounidense en 1998 aceptó poner fin a la ofensiva militar y negociar con la Alianza del Norte. Horas después era desmentido por el jeque Omar.
Una de las figuras con más poder en la actualidad, el responsable de Finanzas, Abdul Kabeer, cabeza visible del significativamente llamado 'club de la lucha'. Esta camarilla, verdadero núcleo duro del régimen talib, es partidaria de continuar la guerra hasta el triunfo total y se muestra poco partidaria de abrir el país al exterior.
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