La batalla de las ciudades
La izquierda se ha volcado en la 'defensa' de las alcaldías de Roma, Nápoles y Turín
Los políticos italianos, tan amantes de la lengua inglesa, han llamado al día election day, porque ayer, 13 de mayo, no sólo se elegía un nuevo Parlamento, sino a una serie de alcaldes y juntas provinciales en todo el país. Una cita adicional con las urnas para 13 millones de votantes que revestía especial importancia porque, entre los 19 ayuntamientos que ayer se renovaron, figuran los de las cuatro grandes ciudades italianas: Roma, Milán, Nápoles y Turín. Todas gobernadas hasta ahora por el centro-izquierda, salvo Milán, que se mantiene como un baluarte del centro-derecha, prácticamente inexpugnable. No puede decirse lo mismo de Roma, Nápoles y Turín, donde la batalla de El Olivo por conservar los ayuntamientos se presenta difícil. Los resultados no se conocerán hasta hoy por la noche.
El hueco dejado en Roma por Francesco Rutelli, candidato a la guía del Gobierno del país (y en todo caso fuera de la batalla por haber agotado el máximo de dos turnos que se concede a los alcaldes según la reciente legislación italiana) no ha sido fácil de llenar. El centro-izquierda ha elegido a un peso pesado de la coalición, Walter Veltroni, secretario general de los Demócratas de Izquierda (antiguo Partido Comunista Italiano) y ex ministro de Cultura del Gobierno de Romano Prodi, para llenarlo. Veltroni parte con ventaja sobre su principal adversario, Antonio Tajani, un antiguo periodista de la redacción romana de Il Giornale, el diario de la familia Berlusconi, que milita en Forza Italia desde hace años.
Tajani tiene un fuerte acento local, pero la Roma bien le considera un advenedizo y la Roma que vota a la derecha (Alianza Nacional suele ser el partido más valorado en la capital) no acaba de sentirse entusiasmada con el candidato. Tajani perderá votos de derechas porque a la alcaldía de Roma se presenta también Guido Mussolini, descendiente directo del Duce, apoyado por los ultraderechistas de Forza Nuova, e Isabela Rauti, hija del líder del partido fascista Fiamma Tricolore. Aun así, el centro-derecha está convencido de que, cuando se cuenten hoy los votos destinados a la renovación del Campidoglio (sede de la alcaldía), Veltroni no habrá superado el 50% del total y será necesario, por tanto, ir a una segunda vuelta.
Esta misma aspiración tiene la Casa de las Libertades en lo que se refiere a otra importante ciudad, Nápoles, capital del mezzogiorno, con 1,7 millones de habitantes, en la que ha reinado hasta ahora como auténtico caudillo local Antonio Basolino, miembro del mismo partido que Veltroni. Basolino, cincuentón y fumador empedernido, preside ahora la Junta regional (después de dos mandatos, no podía presentarse a la alcaldía de nuevo).
El bloque de izquierdas presenta a una madura candidata, la ex ministra del Interior Rosa Russo Jervolino, una de las pocas mujeres militantes en la vieja Democracia Cristiana. Jervolino espera conquistar con la ayuda de Basolino el control del Ayuntamiento, pero está por ver que logre superar al joven candidato de la oposición, Antonio Martusciello, de Forza Italia, que ha hecho campaña por las calles de Nápoles acompañado por la temperamental Alessandra Mussolini, nieta del Duce y candidata a primer teniente de alcalde en una hipotética junta municipal de derechas.
En Nápoles, dadas las circunstancias, conseguir una segunda vuelta sería ya una victoria para la Casa de las Libertades. El triunfo parece más factible en Turín, porque en la ciudad de la Fiat se jubila obligatoriamente el anterior alcalde de izquierdas, Valentino Castellani, y el nuevo candidato, Sergio Chiamparino, es un desconocido que lucha sin mayores ventajas contra Roberto Rosso, apoyado por todos los partidos del centro-derecha, y aclamado recientemente por los votantes de la Liga Norte.
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