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ELECCIONES EN ITALIA

La ley electoral condena a la mayoría que salga de las urnas a una inestabilidad crónica

Las continuas crisis han hecho que el país haya conocido 58 Gobiernos en los últimos 53 años

La culpa es de la ley, alegan los políticos, porque aplica un sistema mixto que no es ni mayoritario puro, ni suficientemente proporcional. El próximo Ejecutivo tendrá que cambiarla necesariamente.

En vísperas de que el euro circule como moneda oficial de la Unión Europa, en enero del 2002, Italia no puede permitirse el lujo de más ribaltones, crisis de Gobierno, idas y venidas de primeros ministros. La estabilidad política se ha convertido en una exigencia no escrita del Tratado de Maastricht, y el Gobierno italiano que salga hoy de las urnas tendrá que ofrecer un plus de seriedad a los italianos y a los europeos. Muchos analistas políticos creen, sin embargo, que gane quien gane, la estabilidad seguirá siendo la asignatura pendiente de este país.

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Recuerdan que la ley de 1993 conocida como Matarellum (derivado del nombre de su autor, Sergio Mattarella), no satisfizo a nadie porque, como ocurre con frecuencia en Italia, pretendía contentar a todas las partes. Los grandes partidos, agrupados en coaliciones, presionaron a favor del sistema mayoritario, al estilo británico, donde gana el candidato que obtiene más votos en cada colegio uninominal. Entonces protestaron los partidos menores, acusando a los grandes de maniobras antidemocráticas, de querer borrar el alma plural del país. El texto consensuado al final fue una especie de calle del medio insatisfactoria para todos. Un 75% de los 630 escaños de la Cámara de Diputados, es decir, 475, se eligen de forma mayoritaria, los 155 restantes se distribuyen de forma proporcional entre los partidos que obtengan más del 4% del total de los votos. Un modelo electoral que no existe en Europa, que recuerda sólo en complejidad al israelí.

El resultado es que desde la aprobación de la ley no han hecho más que proliferar los partidos políticos (ayer se presentaban más de 160 siglas en las elecciones generales y comunales) que mantienen un elevado poder de chantaje sobre los grandes en el Parlamento nacional. La anomalía de la ley quedó enseguida de manifiesto. En las elecciones de 1994, las primeras que se celebraron con el nuevo sistema, en las que triunfó la coalición inventada por Silvio Berlusconi, el Gobierno multicolor formado por Forza Italia, Liga Norte y Alianza Nacional, duró siete meses. La retirada de la entonces separatista Liga Norte dejó al Ejecutivo sin mayoría. ¿Será Umberto Bossi, su líder, más fiable hoy de lo que lo fue entonces?

En 1996, los italianos volvieron a las urnas, esta vez con un resultado opuesto, el triunfo del centro-izquierda. Pero el primer Gobierno de El Olivo, la recién creada coalición, duró menos de dos años, porque perdió el apoyo (externo) del Partido de Refundación Comunista (PRC). Esta vez fue posible mantener en el Gobierno la misma coalición, pero a costa de no pocos pasteleos y con el recurso a dos distintos primeros ministros. ¿Será El Olivo bajo la guía de Francesco Rutelli más fiable y homogéneo que en los últimos cinco años?

Intentos fallidos

Los analistas creen que no debería quedar al libre albedrío de los partidos una cosa tan seria como el Gobierno de la nación. Por eso, a lo largo de la última legislatura han seguido con interés los numerosos intentos habidos para cambiar nuevamente la ley. Una comisión Bicameral, encargada de las reformas constitucionales, intentó hincarle el diente sin éxito. Más tarde dos referendos, en 1999 y en 2000, lo intentaron con el mismo resultado negativo.

El nuevo Gobierno tendrá que hacer frente a este problema, pero no está claro que lo consiga porque dentro de cada coalición los intereses varían. Forza Italia ha coincidido durante años con su principal adversario, los Demócratas de Izquierda, principal partido de El Olivo, en la necesidad de reformar la ley hacia un modelo más mayoritario. En el centro-izquierda, sin embargo, los partidos menores -casi todos- se opusieron con uñas y dientes al referéndum de 2000 que quería precisamente una ley que impulsara el bipolarismo. Así ocurre con los dos partidos ex democristianos que integran la coalición de centro-derecha; hablar de sistema mayoritario es mentarles al enemigo. En esta situación, gane quien gane las elecciones, tendrá difícil aprobar la asignatura pendiente de la inestabilidad.

Cientos de personas hacían cola ayer en Nápoles para votar, cuando ya pasaba una hora y media del cierre oficial.
Cientos de personas hacían cola ayer en Nápoles para votar, cuando ya pasaba una hora y media del cierre oficial.AP

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