Marruecos y España tocan la fibra nacionalista
El Ministro de Asuntos Exteriores marroquí ha afirmado en muchas ocasiones que hay que 'desardinizar' las relaciones hispano-marroquíes, sin embargo la propuesta draconiana de acuerdo pesquero que ha pretendido Rabat no contribuye a lograr dicho fin. La decisión de la UE de dar al traste con las negociaciones pesqueras ante la resistencia marroquí de negociar más a la baja ha arrastrado esta semana a España y Marruecos a escenificar un nuevo episodio de enfrentamiento político en torno a los sobredimensionados contenciosos de siempre, y a olvidar ambas partes lo que debería ser una máxima entre Madrid y Rabat: no colocar en el centro de las relaciones entre España y Marruecos la cuestión pesquera.
Las declaraciones amenazantes de estos días del Gobierno español sobre las 'consecuencias' de la actitud 'inaceptable' de Rabat y la réplica marroquí declarándose 'Estado independiente y soberano que rechaza la lógica de las presiones y el mercadeo', han vuelto a dar una gran dimensión política a los conflictos de interés económicos y han liberado una fibra nacionalista rancia y panfletaria que se ha reflejado en algunos de los respectivos medios de comunicación contra el 'moro' y contra 'la opresión españolista'. Tanto la inflexibilidad marroquí como la incapacidad española para flexibilizar la posición marroquí nos demuestran el déficit de confianza y de complicidad que existe entre ambas partes, cuando lograr esto es una condición sine qua non para fortalecer el potencial de mutuo beneficio que hay en las relaciones entre España y Marruecos. Y para ello no sólo deben cumplirse a rajatabla las dos cumbres anuales de los ministros de Exteriores en teoría institucionalizadas sino que deben incentivarse los contactos a muchos otros niveles.
El miércoles, el primer ministro marroquí acompañado de una nutrida delegación gubernamental inició en París la cumbre mixta de cooperación franco-marroquí y Marruecos ha pedido a Francia que apoye con fuerza las relaciones entre Rabat y la UE. Sin duda que esta reunión forma parte de las estrechas e incuestionables relaciones de Marruecos con Francia pero, por si a alguno se le ocurriese, ni Marruecos debería dejarse llevar por el coyuntural enfriamiento actual con Madrid pretendiendo utilizar la coyuntura para jugar la baza de París frente a Madrid, ni Madrid picarse por ello.
Vocación de valedor
Lo que debe quedar claro es que España mantiene su firme vocación de valedor de Marruecos en la UE y su apoyo a la reforma democrática que no sin trabas está llevando a cabo Marruecos (Amnistía Internacional acaba de resaltar los avances que en el Estado de derecho se están realizando, y esos esfuerzos hay que tenerlos muy en cuenta) y que Marruecos reconoce los imprescindibles beneficios que de dicha posición obtiene.
La cuestión de la pesca es una parte de un todo mucho más positivo y cargado de futuro en el que hay trabajar dotando de más contenido social, cultural y educativo el Tratado firmado en 1991 de Amistad y Cooperación (ampliando los acuerdos interuniversitarios, la cooperación descentralizada, los contenidos sobre ambos países en los respectivos sistemas de enseñanza, los intercambios entre Justicia y Asuntos sociales), renovando y dotando de un proyecto civil realista y práctico al Comité Conjunto Averroes, y consiguiendo una mayor transparencia jurídica y administrativa, facilidad de gestión y autonomía para las relaciones económicas y comerciales (que tienen una potencialidad aún mayor de la que ya han mostrado situando a España como segundo socio comercial de Marruecos). En este esfuerzo conjunto a realizar es donde están realmente los intereses y el futuro de nuestras relaciones bilaterales. Y todos ellos desembocan en un tema mayor que es el de la inmigración marroquí en España. No podemos permitirnos el distanciamiento de nuestras relaciones cuando la inserción de miles de ciudadanos depende indirectamente de la percepción que nuestra mayoría social tenga de Marruecos, y cuando la cooperación España-Marruecos es una condición básica para la racionalización de la llegada de los trabajadores marroquíes a España y para el control de las mafias que trafican con las aspiraciones de los más desesperados.
Es cierto que, si bien Marruecos tiene todo su derecho a decidir sobre unas aguas en que es soberano, queda por ver cuáles serán los beneficios que saca de una posición tan rígida. Y a ellos corresponde hacer la necesaria autocrítica y reflexión. Para España, es también quizás la ocasión de afrontar un problema que es más hispano-español que hispano-marroquí: la reconversión siempre pendiente del sector pesquero, logrando los fondos prometidos por la UE.
Pero caer en un discurso público presidido por las amenazas, de unos, y la vieja reacción nacionalista, de los otros, nos hace retroceder a un tiempo que ya va siendo hora de que quede caduco.
Gema Martín Muñoz es profesora de la Universidad Autónoma de Madrid y directora del libro 'Aprender a conocerse. Percepciones sociales y culturales entre España y Marruecos'.
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