Que 25 años no es nada
Un público de tres generaciones se convierte en protagonista del último concierto de EL PAÍS
"Adolescentes, apiadaos de vuestros padres". Así presentó Víctor Manuel su nueva canción Nada nuevo bajo el sol en medio de las risas y del entusiasmo de las 9.000 personas que llenaron hasta la bandera el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid en la noche de ayer. Pero, lejos de apiadarse de sus viejos, una multitud de adolescentes y de veinteañeros compartió ritmos, emociones y bailes con sus mayores. Tres generaciones se dieron cita en el último de los conciertos que han celebrado el 25º aniversario de EL PAÍS: desde jóvenes que no habían nacido cuando Joaquín Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén comenzaron a cantar hasta abuelos sesentones que han tarareado temas como Y nos dieron las diez o La puerta de Alcalá a sus hijos y hasta a sus nietos, desde parejas de progres que recuerdan los guateques hasta grupos con aire rockero que se desgañitaron con canciones, cuyas letras conocen de memoria.
El relevo generacional se ha producido tanto en el escenario como en las gradas. Pedro Guerra levantó acta de que una música popular, comprometida con su tiempo y con su país y que algunos habían intentado arrojar al basurero de la historia, sigue convocando a las multitudes. Cuando el músico canario subió de nuevo al escenario para cantar a trío con Víctor Manuel y Ana Belén aquello de Contamíname fue el delirio, uno de los momentos apoteósicos de una noche en la que no faltaron ni siquiera los mecheros encendidos. Como hace 25 años, que 25 años no es nada. A los teclados, David San José, el hijo de Víctor y Ana, era otra prueba palpable de que hay músicas que han trascendido el paso del tiempo y de las generaciones.
Lo ejemplificaba así Cristina Pérez, una sindicalista rayando los 50: "En los últimos años he cambiado de pareja, de trabajo, de ciudad... De todo, menos de músicas y de periódico". O expresado de otro modo, una veinteañera como Silvia comentaba: "Vine a los conciertos de Sabina o de Víctor y Ana cuando apenas levantaba dos palmos del suelo. Me gustan desde entonces. Por eso he venido".
No faltaron guiños a un respetable que, pese a las diferencias de edades, igual aplaudía las dedicatorias a Enrique Tierno Galván, ex alcalde socialista de Madrid, que coreaba Asturias o que disfrutaba con la marxista -de Groucho Marx- puesta en escena de Joaquín Sabina y de sus músicos. Fieles a sus trayectorias, pero a la vez en constante renovación, los artistas que desfilaron por el escenario fueron el espejo de que algunas músicas forman parte de la crónica sentimental del último cuarto de siglo. El Happy birthday de Ana Belén o la broma de Joaquín Sabina de que leía EL PAÍS antes de que naciera su presidente, Jesús de Polanco, fueron un homenaje a la memoria de todos.
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