El Parlamento indonesio inicia la destitución del jefe del Estado
Sukarnoputri, vicepresidenta y vencedora de las elecciones, se prepara para la sucesión
El Parlamento indonesio aprobó ayer una segunda moción de censura contra el presidente Abdurrahman Wahid, implicado en dos escándalos de corrupción, y abrió el camino para tramitar su destitución, que podría culminarse a finales de julio o principios de agosto. La vicepresidenta y ganadora de las primeras elecciones democráticas en el país, Megawati Sukarnoputri, hija del primer presidente de la Indonesia independiente, no evitó la censura a Wahid y se prepara para suceder al líder musulmán.
Al borde del tercer aniversario de la caída de Suharto (el próximo 21 de mayo) y 18 meses después de alcanzar el poder, el presidente de Indonesia, de 60 años y prácticamente ciego, no ha podido contener las generalizadas y demoledoras críticas a una gestión absolutamente ruinosa y sin resultados en los frentes más sensibles. Es cierto que Wahid heredó un país endeudado hasta las cejas, minado por una corrupción casi endémica y fracturado por enfrentamientos étnicos, religiosos o independentistas, pero sus decisiones no sólo no han mitigado los problemas, sino que los han agravado hasta extremos inimaginables.
El presidente indonesio puso en marcha una lenta reforma militar y destituyó al general Wiranto, máximo responsable de las masacres en Timor Oriental, pero no emprendió en ningún momento un decidido combate contra la corrupción -él mismo figura como implicado en dos graves escándalos-, ni ha impulsado la urgente y necesaria recuperación económica. De hecho, la deuda externa se ha duplicado durante su mandato, hasta alcanzar los 262.000 millones de dólares (unos 50 billones de pesetas), y el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantiene congelada desde el mes de diciembre una subvención de 400 millones de dólares ante el incumplimiento de sus compromisos económicos.
Procedente de una antigua familia comprometida con la independencia nacional y la defensa del islamismo, Abdurrahman Wahid tampoco ha conseguido frenar, sino todo lo contrario, las ansias independentistas de Aceh o Irian Jaya, tras el referéndum para la independencia de Timor Oriental, ni aminorar los enfrentamientos religiosos en las Molucas o las rivalidades étnicas en la isla de Borneo. El fracaso de su gestión económica, la pérdida de credibilidad personal y su falta de coraje para abordar la corrupción (la familia Suharto permanece intocable) provocaron las protestas de miles de estudiantes en los últimos meses, un hecho considerado decisivo por numerosos analistas a la vista de que ellos fueron los responsables de la caída del dictador y quienes han sostenido hasta ahora la confianza en el presidente.
Wahid dispone ahora de un mes de plazo para contestar a esta segunda moción de censura y posteriormente será abierto el proceso de destitución que podría concluir en unos tres meses.
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