Francisco Umbral: 'Don Quijote es la metáfora de España'
El escritor destaca la vigencia de Cervantes en la entrega del principal galardón de las letras españolas
Apenas cincuenta minutos bastaron para la entrega del 25º Premio Cervantes. Fue un acto medido y 'políticamente correcto', según palabras del director de cine Luis G. Berlanga, que escuchó 'emocionado' el discurso de Francisco Umbral (Madrid, 1936).
Umbral llegó al paraninfo con extrema puntualidad, ataviado con un chaqué marengo y su clásico abrigo gris. El narrador inició su discurso, titulado Un hidalgo y un fantoche llenos de sol y viento, con gran tranquilidad y parafraseando a Voltaire -'Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme'- . Lo acompañaban su esposa, María España, y sus amigos los premios Cervantes Camilo José Cela y José Hierro, además de personalidades del mundo de la cultura, de la política, como el presidente del Gobierno, José María Aznar, y de la edición, como Francisco Pérez González y Juan de Isasa, presidente del Gremio de Editores de Madrid. Por parte de Planeta, editorial en la que publica desde hace 20 años, acudió Julián León, director del área editorial del grupo, y entre los invitados se contaban también la duquesa de Alba y Beatriz de Orleans.
'Don Quijote es hidalgo cincuentón y soltero que, llegado a ese ápice de la vida, decide pegar ese salto cualitativo y cambiar la realidad de los libros por la irrealidad de la vida', dijo el escritor, que hizo extensiva la manera de entender la vida de Alonso Quijano a la historia de nuestro país: 'España se inventa pasiones para sobrevivirse a sí misma, para ser algo más que una majada bien regida y una provincia del latín que llamaremos castellano. La pasión de América, la pasión del imperio, la pasión de Europa, la pasión del mundo mueven Españas y nos ponen a la cabeza del siglo de los siglos'. El autor de Mortal y rosa reiteró la vigencia y la modernidad de Cervantes, quien, a su juicio, puso a España patas arriba al romper el compromiso burgués de la novela de caballería. 'Vio arder la cultura vieja y abrió brecha para una nueva literatura'.
La ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, que se estrenaba como asistente a la entrega del galardón más importante de las letras españolas, calificó el Premio Cervantes como un homenaje al autor de El Quijote y a un idioma que hablan cuatrocientos millones de personas. 'No hay gran lengua sin gran literatura detrás', aseguró Del Castillo antes de calificar a Umbral, al que conoce personalmente, como uno de los escritores ineludibles de la segunda mitad del siglo XX. 'Descendiente de los grandes escritores de la memoria, pero hijo asimismo del aire libre de las calles, ha narrado los recuerdos de un niño en nuestra posguerra en páginas que recuerdan gestos de nuestra picaresca'.
'Nunca fue la nuestra una lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se le obligó nunca a hablar en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suyos por voluntad libérrima el idioma de Cervantes. Se sabe hoy que es a partir del siglo XIX cuando el castellano comienza verdaderamente su extraordinaria expansión, que no ha cesado de crecer', concluyó don Juan Carlos antes de cerrar el acto que se clausuró con el Gaudeamus igitur y las serenatas de la tuna. Pero no todo fueron loas para el Premio Cervantes. Mientras, medio centenar de feministas forzaron su entrada en la Real Academia Española para protestar por la entrega del galardón a un escritor que 'justifica la violencia contra las mujeres'.
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