Fundamentalistas

El consejero de Educación, Manuel Tarancón, declaraba recientemente que el responsable del escaso uso del valenciano y de la 'fractura social (sic)' que la enseñanza de la lengua ha producido es el profesorado 'fundamentalista' criado en las aulas de la Universidad que fuerza al alumnado a usar un modelo normativo que éste no siente como propio. Es discurso antiguo. Lo ha venido voceando la prensa ultra desde hace decenios. La lengua era una impagable arma arrojadiza contra el enemigo ideológico y convenía rodear todo lo relacionado con ella de tensión. Y sembrar el odio, de paso.

Que un consejero arremeta así contra sus trabajadores, miles de funcionarios que para muchos ciudadanos son la cara más visible de la labor educativa, tampoco debe sorprender: el consejero está para lo que está. Más llamativo es que haga recaer toda la responsabilidad sobre un sector de los implicados en la tarea de la alfabetización y de la extensión del uso del idioma; como si la planificación política, la dotación de medios, la dignificación social de la lengua, los medios de comunicación o el propio comportamiento de los responsables de la Administración fueran piezas marginales del asunto.

El consejero, en esta ocasión, sobreestima al profesorado. Pero tal vez no soy justo y el consejero es víctima, como yo casi siempre, de la ignorancia. No sé si conoce mucho de la realidad escolar en este asunto. No sé si sabe que buena parte del profesorado de lengua en general, y el de valenciano en especial, ha mostrado gran preocupación por modernizar sus métodos y ha intentado evitar tensiones innecesarias alrededor del valenciano, sin, por ello, traicionar la racionalidad académica. No me parecen comportamientos propios de fundamentalistas, señor Tarancón, y tal vez debería hacer usted un esfuerzo por comprobarlo.-