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GENÉTICA

Tras la pista del gen del infarto cerebral

Una variación genética podría ser responsable del ictus

Es muy posible que una variación genética sea responsable del incremento del riesgo de padecer un ictus o infarto cerebral, al menos entre las personas de raza blanca, de acuerdo con recientes investigaciones. El hallazgo de este gen del ictus podría desembocar en una identificación precoz de las personas que tienen un mayor riesgo de infarto cerebral.

Este gen, conocido como GN3, ha sido asociado previamente con la hipertensión, el aumento de la masa corporal, el bajo peso al nacer y la retención de peso después del embarazo. Ahora los investigadores, según publican en la edición de abril de Stroke, han descubierto que también está relacionado con un incremento del 50% del riesgo de padecer un infarto cerebral entre sujetos blancos, pero no entre los negros. Además, esta relación parece ser independiente de los niveles de tensión arterial.

Los resultados resultan sorprendentes por dos motivos, según Eric Boerwinkle, profesor y director del Centro de Genética Humana del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, en Houston (EE UU). El primero de ellos es que el gen sólo servía para predecir el ataque reconocido clínicamente, y no para predecir los ataques silenciosos que el paciente no percibe. El segundo motivo es que servía para predecir el ataque, incluso después de analizar los efectos del nivel de tensión sanguínea y la hipertensión.

'Esto significa que el GN3 actúa sobre el riesgo de ataque a través de otras rutas que aún son desconocidas', afirma Boerwinkle. La forma específica del gen GN3 825T se asocia principalmente con el ataque clínico entre sujetos blancos, después de efectuar los ajustes de edad, sexo y otros factores de riesgo de ataque. La investigación sobre este 'gen candidato' a ser responsable de provocar la enfermedad, supone una esperanza para tratar de encontrar mecanismos para evitar el ataque, según Robert A. Hegele, médico del Instituto de Investigación Robarts de Londres, Ontario, Canadá.

'El GN3 es un buen candidato, pero es preciso investigar más antes de poder asignarse con seguridad la función de marcador clínico del riesgo de ataque', escribe Hegele en un comentario en la misma revista. 'Nos anima a pensar que hay unos factores genéticos comunes que tienen un impacto predecible sobre el ataque, aunque estos factores aún no se hayan determinado', añade.

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