George Steiner, un héroe crepuscular de la cultura
El intelectual judío revisita el barrio antiguo de Girona y fascina a sus acompañantes con su humanidad
Amable, atento, cariñoso, agradecido y definitivamente encantador. Fascinados ante la humanidad de George Steiner, así lo definen los miembros de la Cátedra de Arte y Cultura Contemporáneos de la Universidad de Girona (UdG) que acompañaron al autor de Lenguaje y silencio durante su reciente estancia en esta ciudad catalana que, en una visita anterior realizada hace años, le cautivó mientras descubría las callejuelas y los escondidos patios interiores del barrio judío medieval. Girona se le reveló digna de su memoria y de ella escribió Steiner en Errata, una vida examinada, el libro que presenta como un examen a su vida y donde los recuerdos personales se mezclan con una revisión de los temas -la herencia de la cultura clásica occidental y su decadencia; la transmisión del conocimiento; el lenguaje como posibilidad de creación y promesa de futuro, pero a la vez sometido a un proceso de empobrecimiento; el peso de las heridas de la historia y la conciencia de que la cultura no ha evitado la barbarie y hasta ha sido cómplice de la violencia; el misterio de la trascendencia- que han ocupado, inquietándola, su reflexión intelectual, cimentada en un exhaustivo, profundo y también doloroso conocimiento del arte, la cultura y el pensamiento occidentales.
Steiner volvió a la catedral fortaleza, paseó por el barrio judío y admiró la pintura gótica
Cuando le invitó la cátedra de la UdG, George Steiner debió de recordar que, como él mismo escribió en Errata, sería difícil imaginar un tiempo en que Girona no exhibiese su encanto. Nacido en París el 23 de abril de 1929, hijo de una familia de judíos vieneses, formado en prestigiosas universidades estadounidenses y británicas (Chicago, Harvard, Oxford y Cambridge) y tras haber desarrollado su carrera académica como profesor de literatura comparada en Princeton, Ginebra y, de nuevo, Cambridge, George Steiner, a sus 72 años, se resiste a ejercer, aunque sea de manera confortable, de judío errante y acepta pocas de las numerosas propuestas que recibe como conferenciante o profesor invitado. Pepa Balsach, catedrática de Arte Contemporáneo de la UdG, comenta que fue difícil encontrar a Steiner, como si éste se mantuviese prudentemente oculto, hasta conocer la dirección de su college en Cambridge. Ahora hace un año, ella le escribió una carta que el autor de Presencias reales respondió de manera positiva, aunque también avisaba que no podría viajar a Girona hasta este mes de abril y que sólo se comprometía a pronunciar una conferencia. Balsach sugiere que a Steiner le gustó que compartiese la idea de que, en la economía de líneas, la figura que Guillem Morell esculpió para el sepulcro de la condesa Ermessenda (1385), que puede verse en la catedral de Girona, se parece a una obra de Brancusi.
Junto a Balsach, Steiner volvió a visitar la catedral fortaleza para admirar en ella la combinación de grandeza y austeridad (la sobriedad de la piedra) y, en el sepulcro de Ermessenda, contemplar la cara de una durmiente donde percibe un secreto luminoso que le recuerda que la belleza es la invitada de la muerte. Steiner paseó de nuevo por el barrio judío, admiró el claustro de Sant Pere de Galligants y la pintura gótica catalana reunida en el Museo de Arte de la ciudad.
En la iglesia de Sant Domènec, convertida en aula magna de la Universidad de Girona, pronunció ante un público numeroso y receptivo una conferencia sobre el futuro del lenguaje que, como anunció el rector, Josep Maria Nadal, resultó tan desconcertante como estimulante, pues la concluyó augurando que se acercan tiempos excitantes después de apuntar que el mundo sin porqués que representan los campos nazis de concentración y exterminio nos ha condenado a vivir en una época posterior al logos. Entonces Steiner explicó: 'Quizá el logos murió cuando en Mathausen un vigilante nazi tiró el agua que pedía un prisionero que se moría de sed y, ante la pregunta del porqué, respondió que en este mundo no hay porqués'.
Steiner no sólo disfrutó de la ciudad, sino también de sus nuevos amigos, que creyeron ver en él a uno de los últimos representantes de la cultura humanista, un héroe sabio y crepuscular, cansado y con heridas, pero irónico y que disfruta de los placeres de la vida. Con ellos conversó en francés en almuerzos y cenas que alteraron su anglosajón horario habitual y donde demostró que aprecia el buen vino y la comida sabrosa. Ante un plato de carne, fue inevitable la referencia al problema de las vacas locas. 'Parece una plaga medieval. De la manera que hemos tratado a los animales, no me extraña', comentó Steiner.
El intelectual francés mostró su inquietud ante la violencia en el País Vasco y apuntó que tal vez, para evitar más muertes y teniendo presente el caso de Irlanda, sería conveniente una negociación. Habiéndose definido como un anarquista platónico, mostró de nuevo su desconfianza respecto la política. A menudo, sin ostentación, evidenciaba una amplitud de conocimientos que le permiten poner en relación diversos mundos creativos: 'Quizá Nabokov escribió Lolita pensando en las niñas pintadas por Balthus'.
Aferrado a la memoria, Steiner ha expuesto con dolor que la cultura no ha evitado el mal. Pero en Girona, sus acompañantes y nuevos amigos vieron en él un ejemplo de que, si es auténtico, el conocimiento es bondad.
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