Las autoridades de Cincinnati decretan el toque de queda y el estado de emergencia por los disturbios raciales
Desde el jueves y hasta nueva orden, está prohibido estar en la calle en Cincinnati entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana. El alcalde ha declarado el estado de emergencia y ha impuesto un toque de queda para tratar de aminorar la violencia desatada en los últimos días a raíz de un suceso que ha provocado disturbios raciales.
El pasado fin de semana, un policía blanco mató de un disparo en el pecho al joven negro de 19 años Timothy Thomas, que tenía antecedentes delictivos por cuestiones menores y no portaba ningún arma. Aunque el disparo fue realizado a corta distancia, el policía asegura que actuó en defensa propia porque pensó que Thomas se disponía a sacar una pistola.
Después de varios días de manifestaciones acentuadas por brotes de vandalismo cuando cae la noche, el alcalde, Charles Luken, decretó el estado de excepción e impuso un toque de queda de 10 horas, del que sólo están exentas las personas que acudan a su lugar de trabajo.
En una rueda de prensa interrumpida frecuentemente por gritos en contra de la violencia policial, Luken reconoció que, 'a pesar de los mejores esfuerzos de los buenos ciudadanos, la violencia está fuera de control. Ha llegado el momento de enfrentarse a esta situación con seriedad', dijo Luken.
Cincinnati es un núcleo industrial de Ohio. Tiene 330.000 habitantes, de los que un 43% son de raza negra. El alcalde no descartó la posibilidad de pedir ayuda a la Guardia Nacional del Estado.
Desde el lunes, bandas afroamericanas rompen escaparates, saquean establecimientos y atacan a los blancos. El jueves, un grupo de asaltantes rodeó a una mujer blanca en su coche, la sacó del vehículo y la arrastró por el suelo hasta que varios vecinos acudieron a auxiliarla. Durante la noche se escuchan constantemente disparos de arma de fuego. Al menos un policía (blanco) ha resultado herido en los disturbios, aunque la hebilla de su cinturón frenó la bala y le salvó la vida.
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