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CUMBRE DE ESTOCOLMO

Francia bloquea la liberalización de la energía en la cumbre de la UE

Jospin recuerda los problemas que ha causado la privatización del tren 'en cierto país europeo'

Carlos Yárnoz

El principal objetivo de la cumbre es lanzar un mensaje que convenza a los mercados de la voluntad reformista de la Unión, de que el giro liberal dado hace ahora un año en Lisboa, el vigoroso abrazo a la nueva economía, se va a ir cumpliendo con hechos concretos. Ésa es la receta que quiere emplear el Consejo Europeo de Estocolmo para romper la desconfianza de los mercados en la economía europea y en su moneda única.

Y acuerdos no van a faltar hoy en Estocolmo, aunque algunos de los más significativos corren el riesgo de quedarse a medias. Es, sobre todo, el caso de la liberalización de los mercados del gas y la electricidad. Francia reafirmó ayer su oposición a la propuesta de la Comisión Europea de que queden totalmente abiertos a la competencia en 2005. Para el Gobierno de Lionel Jospin, esa apertura 'no puede ser un fin en sí mismo'. 'Es un instrumento que sólo tiene un objetivo: servicios más eficaces y más cercanos a los usuarios', afirmó ante sus colegas. Jospin puso el ejemplo de la ineficacia de la liberalización en EE UU, donde California sufre cortes diarios de suministro eléctrico. Jospin se refirió también a los problemas que ha vivido 'cierto país europeo' por privatizar su red de ferrocarriles, aunque no llegó a citar al Reino Unido.

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El empeño francés por preservar el servicio universal y asegurar el suministro energético a sus ciudadanos choca con las exigencias aperturistas de España, que busca en ello potenciar la presencia de sus compañías eléctricas en el mercado interior comunitario y, sobre todo, asegurarse la interconexión con el resto de Europa, bloqueada ahora por el monopolio francés.

El ministro español de Economía, Rodrigo Rato, exigió que la liberalización se complete en 2003, dos años antes de lo que propone la Comisión Europea, y pretende impedir que las eléctricas francesas operen en el mercado español hasta que no abran el suyo. 'La posición francesa originará indudables reacciones en la legislación de otros Estados para buscar reciprocidad, y debido a eso no podrá haber un calendario que favorezca la competitividad europea en el mercado interior', se quejó.

Pero no parece que la sangre vaya a llegar al río por este asunto. Alemania ya anunció ayer que no quiere obligar a Francia a comprometerse con una posición que pone en aprietos internos a su Gobierno. Por eso, los Quince buscaban ayer una fórmula que permita dejar claro el compromiso de todos a favor de la apertura de los mercados energéticos, pero sin precisar fecha alguna.

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De hecho, no es ningún requisito imprescindible que el Consejo Europeo fije ninguna fecha, porque ya la Comisión Europea ha hecho una propuesta formal de liberalización que culminaría en 2005. Con la ventaja de que esa propuesta podría ser aprobada sin apoyo francés, porque bastaría que tuviera el voto en el Consejo de Ministros de una mayoría cualificada de Estados, mientras que las conclusiones del Consejo Europeo se aprueban por unanimidad. Las querellas entre España y el Reino Unido por el istmo de Gibraltar también impedían anoche un acuerdo que dé vía libre al proyecto de gestionar todo el tráfico aéreo europeo en común. Pese a estos lamparones, la cumbre cumplirá con más o menos brillo sus objetivos. El acuerdo del jueves para llevar adelante la propuesta de integrar los mercados financieros era en realidad el principal envite del Consejo Europeo. Los demás asuntos se han ido acordando sin grandes discusiones, quizá porque la presidencia sueca llenó la agenda con tantas visitas de mandatarios extranjeros, desde el presidente ruso, Vladímir Putin, hasta el macedonio, Borís Trajkovski, que apenas quedó tiempo para el debate. Por ejemplo, el delicado asunto de la fiebre aftosa y las vacas locas se despachó en un cuarto de hora y sin ninguna novedad espectacular.

José María Aznar abraza al presidente de Rusia, Vladímir Putin, ayer durante el Consejo Europeo de Estocolmo.
José María Aznar abraza al presidente de Rusia, Vladímir Putin, ayer durante el Consejo Europeo de Estocolmo.EFE

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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