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El científico Juan Carlos Izpisúa descubre la clave de la regeneración de órganos y miembros

Juan Carlos Izpisúa debe decidir en diez días si acepta volver a España

Javier Sampedro

Los humanos siempre han mirado con envidia a las lagartijas y salamandras que son capaces de regenerar sus extremidades amputadas. Algunas salamandras como el axolote mexicano también pueden regenerar trozos de órganos como el corazón. El asunto fue objeto de un notable interés científico hasta hace unos 20 años, cuando se abandonó por inmanejable. Pero Izpisúa y su equipo han situado ahora el sueño de la regeneración humana en el ámbito de la investigación de vanguardia directamente aplicable a la medicina. Su trabajo ha merecido hoy la portada de Cell, la mejor publicación del mundo dedicada a la biología.

Los axolotes, los pollos y los humanos utilizan exactamente el mismo disparador para generar sus extremidades. Consiste en una complicadísima interacción entre dos familias de proteínas que las células del embrión utilizan para charlar unas con otras, saber en qué parte del cuerpo están y modificar el comportamiento de sus vecinas: la familia Wnt y la familia FGF.

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La charla entre estas proteínas ocurre antes de que la extremidad se empiece a formar, y es su causa directa. Cuando falla alguno de sus componentes, el animal nace sin piernas, o sin alas, o sin cabeza. Cuando los investigadores provocan artificialmente su activación en un lugar erróneo, en ese lugar se forma un ala o una pata extra. Basta que el mecanismo funcione durante un rato y dispare el proceso. Después, aunque la charla se silencie, las células ya saben cómo formar la extremidad entera y perfecta.

Y eso es justo lo que ocurre en los vertebrados superiores, como el ser humano: que las familias Wnt y FGF se callan en cuanto han disparado la formación de extremidades y órganos y ya no vuelven a activarse. En el axolote, según han comprobado también Izpisúa y su equipo, esas familias siguen activas durante toda la vida. Por eso, cuando el axolote sufre una amputación, o la extirpación de parte de su corazón, las dos familias de proteínas vuelven a dar la señal y el miembro o el órgano se regeneran.

Izpisúa está convencido de que la activación artificial de los genes Wnt y FGF podrá, con el tiempo, obrar el prodigio de la regeneración humana, no sólo de extremidades, sino también de órganos como el corazón, el pulmón o el hígado. Y el científico español cuenta con el apoyo de la élite científica estadounidense.

Esa élite -Harvard, Stanford, Caltech y el propio Instituto Salk- está a punto de definir lo que serán las cuatro o cinco grandes líneas de la investigación biológica en los próximos diez años: los grandes campos que acapararán los gigantescos presupuestos científicos de ese país. Una de ellas será la regeneración y la diferenciación celular, y han propuesto a Izpisúa dirigirla. El español tiene exactamente diez días para aceptar o rechazar ese ofrecimiento.

El momento es crítico, porque Izpisúa tiene también una oferta del Gobierno español para dirigir un programa de biología del desarrollo, células madre y regeneracion en el Instituto de Investigaciones Biomédicas del Parque Científico de Barcelona. El investigador asegura estar 'encantado' con la idea, pero al proyecto le falta todavía una punta de concreción. Sólo hay diez días.

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