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Entrevista:FERNANDO LEZCANO | SECRETARIO GENERAL DE ENSEÑANZA DE CC OO

'El PP promueve una imagen catastrofista de la educación'

'Los profesores acusan una crisis de identidad producto más de los cambios sociales que de los problemas del sistema educativo'

Poco amigo de andarse con rodeos, Fernando Lezcano tiene una visión muy crítica de la actitud del Gobierno ante los problemas educativos, así como de su prisa por emprender reformas de gran calado. Insiste en que la sociedad vive un momento marcado por profundos cambios que, si afectan enormemente a todos los ámbitos, a la educación, con más razón.

Pregunta. En los 12 años que lleva al frente del área de Enseñanza de CC OO ha visto pasar a muchos ministros de Educación. ¿Cómo valora la gestión de los últimos?

Respuesta. Esperanza Aguirre tenía unas desafortunadas ocurrencias que elevaba a categoría de propuesta política y la virtud de enmarañar más el panorama educativo que de clarificarlo. Ha dejado un recuerdo cuanto menos curioso, entre lo esperpéntico y lo ineficaz. Mariano Rajoy, con la talla política que tiene, pasó muy de puntillas por los problemas educativos con el principal objetivo de apagar los incendios que provocó Aguirre y cerrar las transferencias educativas con las comundidades. Se hizo de una manera precipitada y sin atender los requerimientos de esas comunidades.

P. ¿Y la de Pilar del Castillo, que lleva ya casi un año como ministra?

R. Aunque creo que hay que ser cauteloso a la hora de juzgar a alguien que lleva poco tiempo, lo que hemos alcanzado a conocer de la gestión de Pilar del Castillo y lo que intuimos que está planeando hacer me parece muy criticable y negativo. En la anterior legislatura, por el estrecho margen del PP en el Parlamento, éste no pudo llevar a cabo sus apuestas políticas. En esta ocasión, Pilar del Castillo las quiere hacer todas en el más breve espacio de tiempo posible. El arranque de la ministra ha sido un fraude sin género de duda.

P. Se refiere a la reforma de los contenidos mínimos de la ESO y el bachillerato.

R. Sí. El PP se acogió al dictamen de las humanidades de Juan Antonio Ortega y Díaz Ambrona para aparentar que entraba a fondo en su reforma, pero acabó sacando varios decretos de requisitos mínimos que han defraudado mucho a los que estuvieron trabajando en ese dictamen. Pilar del Castillo hace gala de un liderazgo muy mal entendido en política educativa y tiene una visión muy autoritaria de la democracia.

P. El ministerio asegura que se habló con todos los colectivos.

R. Fueron consultas genéricas. Es un método inaceptable. No se puede plantear una reforma de esa naturaleza con consultas genéricas y sin la posibilidad de profundizar en los contenidos, ni de negociarlos, ni de consensuarlos. El ministerio buscaba una coartada para poder decir que se había consultado a la comunidad educativa. Y ahora está haciendo lo mismo.

P. ¿Qué opinan los profesores de la reforma de los contenidos mínimos?

R. Hay una gama de visiones. Aunque pueda haber un segmento del profesorado afín al PP al que le parezca que puede estar bien, mayoritariamente se mueven entre el escepticismo y la frustración de aquellos que se habían agarrado a las expectativas que despertaba el dictamen de humanidades.

P. ¿Qué le parece el proyecto del Gobierno de dividir a los alumnos a los 14 años en itinerios según su rendimiento para encaminarlos ya al bachillerato, a la FP o a dejar de estudiar, el llamado 'itinerario basura'?

R. Se quiere plantear un modelo que viene a decir en esencia: 'El que vale, vale; y el que no, vamos a buscarle acomodo'. Es la visión que en términos sociales, políticos y económicos tienen los partidos de la derecha. Pedagógicamente, es una barbaridad. Si se encasilla a los alumnos a una edad temprana, como son los 14 años, se les está marcando demasiado pronto su porvenir en la sociedad.

P. ¿Cuál es, entonces, la solución para esos chicos que van mal o no quieren seguir estudiando incluso antes de acabar la educación obligatoria?

R. El planteamiento es sustancialmente distinto. En este país no se ha puesto en marcha lo que la actual legislación contempla respecto al tratamiento y el equilibrio entre comprensividad y diversidad. No se ha dotado a los centros de autonomía suficiente como para poder organizar bien los caminos que adoptan para la formación de los alumnos. No se les ha dotado de la plantilla ni los recursos económicos necesarios para apostar en profundidad por ello. No han tenido la mejor relación de alumnos por aula, no se han favorecido los desdobles de los alumnos en algunas asignaturas. Y por ese camino van las verdaderas soluciones.

P. ¿Puede desvalorizar la FP la creación de itinerarios por rendimiento?

R. Claramente. Se va a lanzar el mensaje a la sociedad de que el que vale menos va a ir a la FP.

P. ¿Está el profesorado a favor de la creación de esos itinerarios?

R. Entre el profesorado puede haber una predisposición a pensar que estas medida pueden suponer para ellos un alivio de las dificultades con las que se encuentran ahora en el aula. Pero está habiendo un espejismo porque habrá que determinar qué itinerarios dará cada centro y a cuáles les tocará dar el 'itinerario ciego o basura'.

La oferta de itinerarios se haría en virtud de si el centro tiene alumnos susceptibles de ir al bachillerato, la FP o a dejar de estudiar. Se crearán centros de distintas categorías en virtud de los itinerarios que ofrezcan y también en virtud de la titularidad. Los profesores de la pública se encontrarán tarde o temprano con que habría un desplazamiento de alumnos de la educación pública a la privada, lo que irá en contra de sus intereses profesionales como docentes de la enseñanza pública.

P. ¿Cómo se decidirá qué profesores de cada centro imparten el itinerario del bachillerato y cuáles al 'itinerario basura'?

R. Esto es un problema importante. Seguramente irían al 'itinerario basura' los nuevos. Los que menos recursos profesionales y experiencia tienen se enfrentarían al grupo con más problemas.

P. ¿Ayudaría una reválida al final del bachillerato a mejorar la preparación de los futuros universitarios?

R. Eso es mirar hacia el pasado y no hacia el futuro, es buscar soluciones en fórmulas predemocráticas que han quedado obsoletas y poner, además, bajo sospecha al sistema educativo, a los alumnos y a los docentes que han evaluado. Todo lo que sea poner más filtros es hacer un sistema más selectivo que perjudica a los alumnos de origen social menos acomodado.

P. ¿Está la educación tan mal como sugiere el Gobierno?

R. El PP quiere ponerse la medalla en esta legislatura de que ellos sí han reformado la educación, para lo que interesadamente promueve una imagen catastrofista de la situación de la educación y del sistema educativo. En este momento no hay ningún indicador, ni siquiera los que la Administración ofrece, que avale esa visión catastrofista de nuestro sistema educatico, lo que no quiere decir que no haya problemas.

P. Pero buena parte de las quejas de que la educación está mal proceden del profesorado.

R. De lo que se quejan muchos profesores es de que tienen una tipología de alumnos muy distinta a la que ellos conocían. La edad media del profesorado es de 45 años. Ese profesorado empezó a trabajar hace 20 años, cuando la sociedad tenía unos valores muy distintos. Ahora acusan una crisis de identidad producto más de los cambios sociales que del sistema educativo. Además, el profesorado aqueja mucho el doble mensaje tan hipócrita que se está lanzando: cualquier persona que se pone a hablar de educación ensalza la importancia que tiene para todo, pero luego, en la práctica, en la cotidianeidad del centro, no se ve nada.

P. Esto tiene mucho que ver con la formación de los docentes.

R. Todo. Hay una grave disfunción entre lo que los actuales profesores aprendieron en la universidad y lo que tienen que hacer en el aula, es decir, estimular a los chicos y no sólo enseñarles una asignatura. La solución, más que organizar cursillos, es promover una formación permanente de los docentes en los propios centros, al calor de los problemas que tienen en el aula. También hay que dar tanto formación académica como instrumentos y destrezas pedagógicas y didácticas a los futuros profesores

P. ¿Qué papel deberían jugar en ello las administraciones?

R. Tienen la principal responsabilidad para impulsar esas medidas, que ayudarían a solucionar muchos de los problemas.

La evaluación de un maestro

Con 42 años y una hija de 14 que estudia en un instituto público, Fernando Lezcano tiene una visión privilegiada de la educación como profesor, como sindicalista y como padre. Se encuentra además entre los más veteranos al frente de una organización educativa: en mayo hará 12 años que lidera la Federación de Enseñanza de CC OO. Es maestro de educación primaria y complementó su formación con la licenciatura de Historia. A mediados de los años ochenta ejerció dos años como director de un centro público de Barcelona, la ciudad en la que nació. Según cuenta, aquella experiencia le permitió ver la situación de la educación desde los dos lados de la barrera: el del director del centro que tiene que sacar adelante un proyecto colectivo y relacionarse con la inspección educativa y la Administración y el del profesor que lucha solo y a veces pierde de vista la labor de conjunto del centro. Confiesa que estudió la carrera de Historia para combatir la tendencia de hablar y leer siempre de lo mismo: el sindicalismo y la educación. Según dice, intentó romper 'una pendiente peligrosa para el embrutecimiento que le podía llevar a saber mucho del mundo educativo y nada de casi todo lo demás'. Le gusta la historia del arte y también 'esa parte de la historia que permite tener una visión de las dinámicas sociales'. A este sindicalista le cuesta pensar en tontear en la política porque dice que le echan para atrás 'las estrecheces del escuadramiento político, las prioridades que hay marcadas, que van en detrimento de lo que verdaderamente la sociedad piensa y desea'. Dice que 'algunos políticos hablan de que hay que apostar por la educación para mejorar su calidad, pero a la hora de la verdad queda arrinconada dentro de las prioridades políticas'. Asegura que le generaría una úlcera tener que justificar desde la política por qué no se hace lo que se dice. Pero matiza que se vería tentado por ella si pudiese colaborar en un proyecto de regeneración de la vida política que persiguiera dar mayor radicalidad a la democracia y a las políticas sociales.

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