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Columna
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Cajas

Como se ve por las tensiones suscitadas, el silencio mediático de Magdalena Álvarez, los juegos de cintura política de Manuel Chaves, la actitud de los presidentes de las dos cajas sevillanas, El Monte y San Fernando, y el monumental cabreo de los socialistas malagueños porque no se cumplen las resoluciones aprobadas en el comité director del PSOE de Andalucía en esta materia, el camino que resta por recorrer para la fusión de las cajas andaluzas -¿habrá dos, habrá una?- no será, precisamente, de rosas.

A tenor de lo leído, de lo manifestado, de los análisis efectuados y opiniones expresadas por unos y otros, con algún que otro silencio político, todos parecen tener razón. Y la verdad es que el ciudadano normal se hace un lío. Estamos en el reino de la confusión. ¿Cuáles son los motivos reales que impiden que Andalucía tenga, a medio plazo, una caja única fuerte, solvente, capaz de competir con otras entidades de ahorro no andaluzas, cada vez con más cuota de mercado en nuestra tierra? ¿Por qué el empecinamiento de poner puertas al viento de la globalización en un sector que debe ser poderoso instrumento para el desarrollo social y económico de Andalucía? Hay quien afirma que, si no hay una caja única, en un futuro tan sólo se podrá hablar de chiringuitos financieros, por muchos que sean los beneficios y la rentabilidad que obtengan.

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Todo es política, afirman unos; otros, más duros, dicen que todo es cuestión personal. Item más, hay quien afirma que si le hubieran dado puerta a los actuales presidentes, se estaría en otra dinámica. ¡Vaya usted a saber! Lo cierto es que la madeja se enreda, se traslada a los impositores cierta inseguridad, pecado mortal cuando se trata de confiar el dinero a una entidad, y el mapa del ahorro andaluz sigue sin diseñarse. Hay quienes piensan que Magdalena Álvarez perdió la batalla. Creo lo contrario. En todo este embrollo, la que siempre ha estado en su sitio, con claridad y contundencia, fue la consejera. Si el camino final es conseguir una caja única, ¿por qué tantas vueltas, revueltas, meandros y dilaciones? A lo peor, cuando se quiera conseguir, todo sea ya distinto; con más costos y menos solvencia.

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