El nuevo edificio de Ciencias Marinas se deteriora antes de ser ocupado
El CSIC lleva invertidos 2.000 millones en el proyecto del Port Olímpic
El edificio del Cemima, situado en 'el mejor solar de Barcelona', como dijo el que fuera alcalde de la ciudad cuando se gestionó su construcción, Pasqual Maragall, está prácticamente terminado. Ahora se ha empezado a trabajar en la construcción de los grandes acuarios del sótano, sin haber solucionado el problema del suministro de agua marina en las condiciones que exige la investigación. Un curioso desfase, dejar para el final la obra que debiera haber sido la primera, y que parece haber sido la norma del que se pretende que sea el mayor centro de investigación oceanográfica de todo el Mediterráneo.
El proyecto tomó cuerpo a mediados de 1995. El Ayuntamiento cedió entonces por un periodo de 75 años el uso del solar y el primer presupuesto se situaba en torno a los 1.000 millones de pesetas, aportados, en un 45% por el CSIC y el resto por la Unión Europea. Las obras debían comenzar en 1996 y finalizar en 1998, de modo que ese año pudiera derribarse el actual edificio del Instituto de Ciencias del Mar dejando el espacio para una plaza. El proyecto científico del centro fue encargado a la profesora Josefina Castellví.
Abandono
Las obras se iniciaron a finales de 1997 y la fase principal acabó en 1999 con un coste de 1.400 millones de pesetas. Desde entonces la inversión ha sido mínima. Para obras de urbanización se destinaron 37 millones y para la biblioteca y sala de actos otros 142. Paralelamente el CSIC ha ido adquiriendo a través de concursos en el BOE una importante cantidad de material científico valorado en cientos de millones.
A fecha de ayer, no más de media docena de personas trabajaban en el sótano y el resto del edificio estaba vacío y casi abandonado. Algunas puertas exteriores ya mostraban signos de haber sido forzadas.
Sin embargo, según la directora del Instituto de Ciencias del Mar, Dolors Blasco, las obras siguen su curso normal y está previsto que este verano se desarrolle la mudanza desde las viejas instalaciones del antiguo acuario de la Barceloneta hasta el nuevo y flamante edificio.
Para Blasco, el retraso se ha producido por problemas con el suelo del sótano, al margen de que ya en su comienzo, cuando se pusieron los cimientos, fue necesario enfrentarse a una serie de obstáculos no previstos, como la existencia de un viejo malecón de un puerto medieval, restos de refugios de la guerra civil o colectores que no figuraban en los mapas.
El solar no permite que se edifiquen más de dos plantas, y una de ellas ha quedado de momento vacía y sin destino específico. Según Blasco, no ofrece el suficiente espacio para acoger otro de los institutos del CSIC.
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