Pujol defiende a Barrera, pero desautoriza sus tesis y las de Ferrusola sobre inmigración
Pujol proclama que los 'seis millones de catalanes' han contribuido al progreso de Cataluña
La suspensión fue comunicada en torno a las cinco de la tarde por la editora del libro, una empresa del ámbito nacionalista. A esa hora, todavía Artur Mas, secretario general de Convergència y conseller en cap del Gobierno catalán, declaraba por radio que Pujol presentaría el polémico libro.
Pero llegó la suspensión y, ante esta circunstancia, Pujol convocó a los periodistas a las ocho de la tarde en el Palau de la Generalitat para leer el discurso que había preparado para la ocasión.De la lectura de la breve intervención quedó claro que Pujol pensaba aprovechar el acto para marcar distancias con las posiciones de Barrera sobre la inmigración y, de paso, aunque sin citarla, con algunas de las expresadas por Ferrusola en su conferencia de Girona.
Pujol defendió la trayectoria de Barrera como político demócrata, aseguró que siempre le ha tenido en gran consideración, obvió que fue su aliado desde 1980 a 1987 y explicó que siempre ha tenido diferencias políticas con él. No podía sorprenderle, por tanto, añadió, que un libro dedicado a explicar el pensamiento político de Barrera pudiera contener ideas críticas hacia CiU y su política. Todo esto no debía ser suficiente, argumentó, para impedirle presentar la obra.
Hechas estas precisiones, Pujol destacó que, 'en el asunto de la inmigración el desacuerdo es profundo', y sentenció que en la política sobre inmigración los objetivos han de ser 'la integración de las personas, la cohesión social y la convivencia ciudadana'. El acento de esta política debe ponerse, agregó, en los derechos y los deberes de todos. 'Los inmigrantes tienen que ser conocedores de sus derechos y han de poder reclamarlos con resultados tangibles, y de sus deberes, que son los de todos los ciudadanos y, además, el de aceptar que el país receptor tiene una identidad propia que los recién llegados deben respetar y aceptar, de una u otra forma y en mayor o menor grado, según los casos'.Los ciudadanos del país receptor deben, continuó Jordi Pujol, 'tener claro que los recién llegados tienen los mismos derechos que ellos, y a veces con discriminación positiva si lo requiere su condición social, económica y familiar y que en ciertos aspectos necesitan especial comprensión'. Éste fue el punto en el que, sin citarla, Pujol se distanció de las afirmaciones de su esposa. Marta Ferrusola había llegado a afirmar, entre otras cosas, que el presidente estaba 'harto' de entregar pisos sociales a los inmigrantes.
Pujol quiso incluir también en esta toma de posición que entre los derechos de los inmigrantes está el de 'reclamar que su estilo de vida no sea alterado sustancialmente y el de que no se vea amenazada su identidad como colectividad'. El presidente destacó que ésta es su posición y la de su Gobierno y aseguró que las opiniones contrarias 'vengan de donde vengan', no la modificarán.
Aunque Pujol advirtió de que no quería debatir las ideas de Barrera. La parte final de su discurso contenía un llamamiento a no tener miedo ante el futuro de Cataluña, que es, justamente, lo que late de forma explícita en las posiciones que el ex presidente del Parlament y ex líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) mantiene sobre la inmigración.
'El miedo suele aconsejar mal', dijo Pujol, 'y nuestro país ha superado pruebas suficientes, y lo bastante difíciles, para que podamos tener confianza en nosotros mismos'. Reiteró que Cataluña ha construido y tiene actualmente 'una sociedad de convivencia y de progreso individual y colectivo'. Lejos de las perspectivas negativas apuntadas por Barrera y Ferrusola, Pujol recordó que expertos de todo el mundo 'han valorado muy bien nuestra experiencia'. Concluyó con un llamamiento a no echar a perder esta situación, que calificó como un 'tesoro'. 'Todos hemos contribuido a él, los seis millones de ciudadanos de Cataluña', dijo, 'y por lo tanto, invito a todos a la confianza y a la autoestima'.
La polémica desatada en torno a las ideas de Barrera sobre la inmigración seguía viva ayer, alimentada entre otros por el propio Barrera, en entrevistas en prensa, radio y televisión. Uno de los factores que ha contribuido a calentarla ha sido que Barrera haya insistido en sus dudas acerca de la bondad de la supresión de la pena de muerte.
Hasta tal extremo ha llegado la controversia que, en una entrevista en el programa La ventana de la SER, reconoció que pese a la suspensión del acto en el Ateneo barcelonés, los detractores de su libro habían contribuido a hacerle un gran lanzamiento. En esta entrevista en el programa La ventana de la Cadena Ser, Barrera se negó a hablar en castellano, a pesar de saber que hablaba para toda España, por lo que fue necesario recurrir a un intérprete.
A la entrada de Radio Barcelona le esperaban unas decenas de inmigrantes. Eso le obligó a entrar por una escalera de servicio y no por la puerta principal. Y luego, ante los micrófonos, le permitió presentarse como 'una víctima' de la polémica y destacar la paradoja de que 'grupos de inmigrantes sin papeles' pudieran presionar hasta conseguir la suspensión de un acto al que iba a asistir el presidente de la Generalitat. Durante la entrevista con Gemma Nierga, Barrera sostuvo que sus ideas no son racistas ni xenófobas y que que quienes le acusan de eso, o no han leído el libro o no conocen el verdadero significado de estas palabras.
A la salida de la emisora, los inmigrantes, marroquíes y paquistaníes en su mayor parte, le increparon con gritos de 'racista' y 'fascista' y le siguieron por la Rambla. Portaban pancartas con leyendas que decían: 'Barrera, una vergüenza para Cataluña', 'Barrera, un cero a la izquierda', y 'No queremos ningún Haider, ni austriaco ni catalán'.
Los miembros antidisturbios de lapolicía intentaron protegerle, a lo que el viejo dirigente republicano se negó enérgicamente. La mayor parte de los manifestantes le siguieron unos pocos metros, pero otros, entre los que se encontraba un grupo de los que mantienen encierros en las iglesias y voluntarios que les ayudan, continuaron acosándole.
Después, Barrera calificó la situación como 'propia de una república bananera' y dijo que le dolía más por lo que representaba para el país que para él mismo.
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