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Los abogados de Microsoft tratan de evitar su partición ante un tribunal de apelaciones

Enric González

Microsoft capta señales positivas en el ambiente. El inquilino de la Casa Blanca ha cambiado, y Al Gore, que hizo de su enfrentamiento con Bill Gates una cuestión personal, ya no es el vicepresidente. George W. Bush ha anunciado que no expresará su posición hasta que el Tribunal de Apelaciones emita su sentencia, lo que en Microsoft se interpreta como una disposición a negociar un acuerdo. Los inversores también inclinan su pronóstico en favor de Microsoft: después de iniciarse la vista, las acciones de la corporación subieron.

'Su objetivo es que este tribunal les salve del troceamiento, para concentrarse después en alcanzar un acuerdo con la actual Administración, mucho más benigna para ellos que la anterior', dijo Steve Houck, que representó al Estado de Nueva York en el juicio de 1998.

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La cuestión crucial radica, como en el macrojuicio anterior, en Explorer, el navegador de Internet fabricado por Microsoft. La acusación gubernamental y diversas empresas (entre ellas, Apple Computer, Intel y Sun Microsystems) sostienen que al vender el programa Explorer de forma conjunta con Windows, el sistema operativo utilizado por el 95% de los ordenadores personales, Microsoft trató de eliminar a competidores como Netscape.

Cuota de mercado

'Nada de lo que hizo Microsoft impidió a Netscape acceder a parte alguna del mercado', afirmó ayer el abogado de la compañía, Richard Urowsky. Un juez le cortó de inmediato para precisar que no era ésa la cuestión, sino la cuota de mercado que Netscape podría haber conseguido sin las tácticas de Microsoft.

Urowsky y sus colaboradores se concentrarán en demostrar que la venta conjunta de Windows y Explorer no supone una práctica monopolística ilegal, basándose en una decisión adoptada en 1998 por tres de los magistrados que juzgan ahora la apelación. Esos tres jueces decidieron suspender una orden del juez Jackson, que exigía a Microsoft ofrecer a los fabricantes de ordenadores la posibilidad de cargar Windows en sus aparatos sin incorporar Explorer.

Los jueces consideraron que los tribunales no debían inmiscuirse en el 'diseño' de los productos y que la integración del sistema operativo y el navegador era permisible si beneficiaba a los consumidores.

Si el paquete conjunto Windows-Explorer es aceptado por el tribunal, Microsoft se habrá salvado. Los monopolios son legales en Estados Unidos, la ilegalidad consiste en utilizar las ventajas de una posición monopolística para que ésta se perpetúe. Urowsky insistió ayer en que la posesión de un navegador Explorer no impedía la compra de un navegador Netscape. 'Millones de personas disponen de Explorer con su Windows y, sin embargo, optan por utilizar Netscape', afirmó.

Las demás acusaciones contra Microsoft son menores y la compañía está dispuesta a aceptarlas, porque considera que no implicarían la partición y, además, porque son difícilmente rebatibles. El Gobierno federal, auxiliado por empresas privadas que han sufrido las expeditivas tácticas comerciales de Bill Gates, ha acumulado una lista de cientos de incidentes en los que el gigante informático ha tratado de arrinconar o liquidar a sus competidores con métodos de dudosa legalidad, basándose en la hegemonía de Windows.

Nuevo expediente

Ayer mismo se supo que la Comisión Federal de Comercio había abierto un expediente, el segundo en menos de un año, contra Microsoft por uso de publicidad engañosa contra Palm Inc., una empresa con la que compite en el terreno de los conectores portátiles a Internet.

Microsoft está dispuesta a negociar con el Gobierno federal, con los Estados y con sus competidores tanto indemnizaciones como compromisos comerciales. Lo único que horroriza a la compañía es la amenaza de verse partida en dos empresas, una dedicada al sistema operativo Windows, y la otra, a Explorer y demás accesorios.

Kenneth Starr, ex miembro del Tribunal de Apelaciones y ex investigador del caso Lewinsky, forma parte del equipo jurídico gubernamental y sostiene que la partición es la única solución razonable. 'Hay múltiples pruebas de que Microsoft defendió de forma ilegal su posición monopolística, y bastan para justificar que la compañía sea troceada', afirmó.

Un tribunal contundente

La composición del Tribunal de Apelaciones sugiere que no habrá ya posibilidad de nuevos recursos. En lugar de tres jueces, como es habitual, han sido convocados para el juicio los 10 adscritos al tribunal. De ellos, tres han preferido autorrecusarse, lo cual deja en el estrado un impresionante equipo de siete magistrados. Pocos creen que el Tribunal Supremo vaya aceptar un recurso contra la decisión de esos siete jueces. La impresión de que el caso se agotará en esta instancia quedó reforzada por el tiempo concedido a los abogados de ambas partes. Los argumentos ya han sido presentados por escrito, y normalmente se permite una intervención oral de una media hora para resumir los textos. Pero los siete jueces han reservado siete horas para las exposiciones, sin contar el tiempo de preguntas, y una hora para discutir específicamente los presuntos prejuicios que, según Microsoft, el juez Jackson albergaba contra la compañía. El propio juez ha dado argumentos a los abogados de la empresa. Recientemente comentó a un periodista que Bill Gates tenía 'un concepto napoleónico de sí mismo'; y que su abogado William Neukon 'no es demasiado listo'. También cargó contra el Tribunal de Apelaciones que examina ahora su decisión, diciendo que él estableció 'hechos', mientras los miembros de la instancia superior tienden a 'inventar los hechos' y a 'adornar la ley con erudiciones innecesarias'. Microsoft quiere convencer al tribunal de que los prejuicios de Jackson son evidentes por sus declaraciones y que fueron la causa de una sentencia injusta en perjuicio de la corporación.

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