Primeros signos de decadencia
La desaceleración de la economía se traducirá en menos creación de empleo este año
En el cuarto trimestre del año pasado se produjo un acontecimiento que no se conocía desde 1994, que es el descenso en el número total de puestos de trabajo. Entre octubre y diciembre de 2000 se perdieron 10.700 puestos de trabajo, según la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente a los últimos tres meses del ejercicio. El fenómeno no es una singularidad; forma parte de cualquier desaceleración de la economía. Salvo que se considere que el crecimiento de la economía ha de ser eterno por designación de la autoridad competente. El Gobierno y el Partido Popular insistieron en analizar los resultados de forma global: 569.400 empleados más durante el año y disminución de la tasa de paro, que ahora está en el 13,62% de la población activa. Si se descuenta el efecto estadístico -la EPA ha tenido varios cambios en su elaboración-, el número de empleos creados sería de 491.800, con un crecimiento aproximado del 3,50%. En resumen, la creación de empleo descendió el 30% el año pasado.
La tasa de crecimiento potencial de la economía española está por debajo del 3% anual
Se mida como se mida, parece evidente que estamos ante una desacleración de la economía que, se mida como se mida, arrastrá al empleo a otra desaceleración paralela. Este punto es incuestionable. Además, cabe observar que se ha producido un descenso en el número de asalariados. El profundo frenazo en la creación de empleo es más llamativo si se produce después de una etapa de intensa generación de puestos de trabajo, inducida por el crecimiento de la economía y por la moderación salarial. Ahora bien, sería relevante ahora proyectar alguna hipótesis sobre el comportamiento del empleo en los próximos meses y, para los partidarios de los ciclos largos, en los próximos años.
- Fatiga. El punto de partida es una hipótesis moderada: el crecimiento del PIB este año (y quizá los dos siguientes) será más bajo que en años anteriores. No se tratará, casi con toda probabilidad, de una desaceleración intensa, ni de una caída profunda, que es lo que caricaturiza el Gobierno para rechazar la evidencia. Pero el crecimiento de la economía -en el conjunto del año- puede situarse entre el 3% y el 3,2%. Casi un punto menos que este año. Eso significa que la tasa de creación de empleo no sólo será más baja que hasta ahora, sino que será notablemente más baja.
¿Por qué? La economía española ha estado creciendo en los últimos cinco años por encima de su crecimiento potencial. Digamos que, en términos aproximados, esa línea de crecimiento potencial está por debajo del 3%. Algunos análisis de instituciones privadas sitúan el crecimiento potencial en el 2,7%-2,8% anual.
Mientras el PIB crezca por encima del 3%, la generación de empleo es muy intensa. En el supuesto de que en toda economía se pueda establecer una diferencia entre desempleo cíclico y desempleo estructural, una hipótesis plausible es que el desempleo estructural de la economía española está en torno al 14% de la población activa. En estos momentos está por debajo de esta tasa (13,61%) porque la creación de empleo durante el ciclo ha sido tan elevada que ha recortado la tasa estructural: lo cual no significa que ese recorte vaya a mantenerse. Cuando la economía crezca a ritmo menor, volverá a estar por encima del 14%. Conviene recordar, además, que el descenso en la tasa de paro se ha visto favorecido además por el crecimiento muy lento, cuando no descenso, de la población activa, que responde a fenómenos demográficos sobre los que no existe aparentemente capacidad de control económico.
- Multiplicadores. Si la economía pierde fuelle, lo lógico es que la creación de empleo descienda. Pero si el crecimiento desciende por debajo de la línea (el 2,7%), lo más probable es que, de la misma forma que en condiciones de moderación salarial y estancamiento de la población activa, cuando el PIB se elevó muy por encima del 3%, el crecimiento interanual del empleo multiplicó su efectividad, la desaceleración en la generación de puestos de trabajo sea más intensa de lo que se derivaría de una traslación proporcional de un crecimiento más lento. La insistencia del Ministerio de Economía en defender que la economía sigue creciendo de forma imperturbable y que el empleo seguirá aumentando por siempre jamás esconde este temor. Cuando la economía española crece, casi todo -el empleo o la recaudación fiscal, por ejemplo- crece muliplicado por dos o por tres; pero cuando decrece, todo cae multiplicado también por dos o por tres.
- Versiones. Llegados a este punto, hay dos interpretaciones posibles. Según la primera, la desaceleración en el empleo será moderada. Al fin y al cabo, España está integrada en la Unión Económica y Monetaria (UEM), que redondea las oscilaciones drásticas. Esta percepción vale para casi todo, desde la economía hasta la natalidad o la gastronomía. De forma que todo quedará en suaves descensos en el crecimiento con moderadas caídas del empleo.
La segunda versión es tan conocida como la primera. Hasta la integración en la UEM, la economía española ajustaba sus problemas a través de la válvula de las devaluaciones. La depreciación de la moneda restauraba la competitividad y evitaba crisis importantes en el crecimiento y en el empleo. Pero ahora esa válvula ha quedado bloqueada para siempre. Es decir, el ajuste que se produzca por las pérdidas de crecimiento debería trasladarse al empleo.
No está claro cuál de ambas interpretaciones es correcta al 100%; ni siquiera en qué porcentaje lo son. Es evidente que el empleo responde, en una economía como la española, a dos factores básicos, que son el crecimiento de la economía -si es por encima del crecimiento potencial, mejor- y a la moderación salarial. Si se quiere recortar el desempleo estructural, es necesario reformar el mercado de trabajo. Otra vez. Pero ésta es otra historia.
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