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Reportaje:

Los refugiados del Eurotúnel

Cientos de inmigrantes esperan en Calais una oportunidad para cruzar al Reino Unido

Lo que fuera el gran hangar de construcción del Eurotúnel, en el lado francés del canal de la Mancha, se ha convertido en un importante centro de acogida de refugiados. Diariamente paran aquí decenas de rostros y cuerpos para los que no existe otra meta que la de cruzar al Reino Unidos por el medio que sea. La Cruz Roja les atiende gratuitamente: tres comidas al día, ducha, servicios y dormitorios en los que actualmente conviven 850 inmigrantes procedentes de 15 países, aunque ha habido puntas de hasta 1.300 residentes.

Instalado inicialmente para albergar refugiados kosovares, en los 16 meses que el refugio lleva abierto ha visto pasar a 23.000 personas, y se calcula que cada día cruzan al otro lado del Canal un promedio de 110. El centro se encuentra junto a Sangatte, una pequeña ciudad que vive en perfecta normalidad. Pero el domingo hubo un enfrentamiento en su interior, saldado con una docena de heridos por arma blanca. Esto ha hecho que el alcalde, René Lapôtre, reclame el cierre del refugio.

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Tras el incidente, la situación ha vuelto a calmarse. En este enorme hangar de 25.000 metros cuadrados no se hacen demasiadas preguntas a los que llegan. 'Sabemos que se trata de clandestinos, muchos de ellos no tienen una tarjeta de identidad', señala Serge Da Silva, uno de los coordinadores del centro. 'Les preguntamos su nombre y nacionalidad; probablemente mienten, pero nosotros no averiguamos más. Nuestro papel es la ayuda humanitaria'.

Todos tienen el mismo ritmo de actividades: durante el día comen, duermen y hacen llamadas telefónicas. Y cada noche, después de la cena, caminan 12 kilómetros con una mochila a la espalda. Pasan por las limpias calles del poblado de Sangatte o de la ciudad de Calais hasta llegar a la estación del tren o al puerto. 'Hace 23 días que llegué, 23 días que he intentado pasar. Cuando uno camina por la calle, la policía no dice nada. Sin embargo, cuando intentamos meternos en los camiones nos persiguen', cuenta Reza, un joven iraní. Desde que se reforzó la vigilancia en el puerto, cada vez es más frecuente intentar el paso en el tren que circula por el Eurotúnel. A finales de 2000 se reforzaron las medidas de seguridad electrónica alrededor de las vías del tren y la presencia de la policía fronteriza. Un refugiado murió hace una semana al abordar uno de los trenes.

Entre las sombras caminantes de cada noche también se ven pequeñas figuras: son niños y niñas, tomados de la mano de sus padres, que se esfuerzan por seguir su paso. Los que van con familia tienen como estrategia darse cita con 'un contacto que cobra de 250 a 500 dólares (de 45.000 a 90.000 pesetas) por persona' para ayudarles a cruzar, explica Beka, un kurdo de Turquía que ha llegado acompañado de su mujer y un pequeño de seis años. 'Los niños también sufren el largo trayecto. Para lograr pasar sin que hagan ruido o lloren tenemos que darles medicinas para que se duerman'.

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El camino hasta Calais está controlado por mafias de kurdos y albaneses, que cobran miles de dólares a los refugiados por viajar amontonados en un camión, según testimonios de otros inmigrantes. 'Yo salí de Irán y de ahí pasamos por Turquía, Bulgaria, Croacia, Italia y llegué a Francia, pero otros pasan de Turquía a Grecia y de ahí a Albania, Italia y Francia', dice Reza. Llegan hasta aquí porque han oído que los británicos son más flexibles que otros gobiernos europeos a la hora de acoger a inmigrantes. Londres, sin embargo, ejerce cada día más presión para que se corte el paso a los inmigrantes. Pero un policía francés de fronteras cree que será difícil devolver a los refugiados a sus países de origen, porque el 85% de ellos procede de zonas en conflicto.

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