'Sólo me preocupa el ancestro'
Una veintena de cuadros de enorme formato y colores explosivos cuelgan estos días en la galería Juana de Aizpuru (Arco y Barquillo, 44). Según parece, Campano ha dejado atrás la época del blanco y negro y las composiciones geométricas. Ahora predominan los colores fuertes y las formas extrañas, como primitivas. Pero si hay evolución, todo es lo mismo: Miguel Ángel Campano sigue viajando por la pintura con la intensidad de un médium, adorando su 'oficio artesanal' y viviendo 'el ritual' de encerrarse en su estudio de Sóller (Mallorca) a darle a la espátula, a veces al pincel, y a reflexionar un poco. 'No me interesa el futuro para nada', dice. 'Sólo me preocupa el ancestro, el origen de la civilización, el misterio de la evolución que hemos sufrido'.
Pregunta. Sorprende un poco esa gran explosión de colores.
Respuesta. Andaba harto del blanco y negro. Siempre me gusta destruir lo que he hecho, romper el estilo, empezar de nuevo y avanzar. El color me desbarata un poco, porque hace funcionar las emociones, pero ahora todo es más espontáneo, empiezo y no sé dónde voy a parar, corrijo, doy muchas capas. Antes era más frío, más calculador. Ahora, ancha es Castilla.
P. ¿Ya no piensa tanto?
R. Procuro no romperme tanto la cabeza. Si sale, bien; y si no sale, lo dejo descansar un par de meses y vuelvo a cogerlo. Antes era sí o no. Cada vez creo más en el arte como una cuestión irracional. Por eso me interesa el arte primitivo, el origen del arte, el misterio de no saber si se empezó a pintar porque la gente estaba encerrada y se aburría o si fue una cosa metafísica. Seguro que fue metafísica, pero me jode mucho la pintura llena de códigos.
P. ¿Y de dinero?
R. Es de locos, hay artistas vivos que cobran como si llevaran muertos cien años. Sesenta o setenta millones por cuadro. El más grande de los míos no vale más de seis, y llevo currando desde la adolescencia.
P. Viviendo de esto.
R. Intento vivir lo mejor posible, cuadrar las cuentas y que no me engañen. Pero nunca vendo en casa, eso se lo dejo a los vendedores. Ah, y no hago rebajas, sobre todo a las instituciones. ¿Qué es eso de que venga el Reina Sofía a regatear? Yo haría un regalo a un aficionado, pero las instituciones son unas ladronas. No preguntan qué quiere ver la gente.
P. ¿Hay mucho listo?
R. Me gusta mucho este país por su anarquía, porque lo absorbe todo. En Europa, si no tragas con los códigos, te desprecian. Aquí, si fumas o vas borracho, te aceptan. Pero en civilización seguimos atrasados, y en el arte hay muchos que van a ver qué pescan, y mucho esnobismo. En el arte cabe todo. Warhol era un gran manipulador, muy cínico y muy lacónico, capaz de decirle a un periodista: 'Esta pregunta mejor la responde mi amigo'.
P. Pero habrá algún artista que le atrape. ¿Barceló?
R. Es un buen pintor, pero está muy inflado, y no sé si se ha convertido en un tópico de sí mismo. Me atrapan los geométricos, los que se pelean con la representación del universo. Si hay algo emocionante, es una pelea. Es violento, pero por lo menos es humano, no tiene nada que ver con apretar un botón y arrasar un país. Si matas a alguien con una piedra, te quedas hecho polvo, pero eso al menos es humano.
P. Se le ve muy recuperado de aquel derrame cerebral.
R. En Mallora me diagnosticaron histeria, pero salí andando de la operación. A veces se me olvida que tengo mano izquierda, pero, si me acuerdo, la muevo. Aquello me enseñó que voy a palmar un día, que debo apurar lo mejor de mí pintando. Pienso apurarlo hasta la colilla.
P. ¿Irá por Arco?
R. Ni atado.
Babelia
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