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Tribuna:COYUNTURA INTERNACIONAL
Tribuna
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El cinturón debe seguir apretado

En el boletín mensual del Banco Central Europeo de enero, la máxima autoridad monetaria del área euro vuelve a hacer hincapié sobre la necesidad de que las reformas estructurales y fiscales avancen a un ritmo mayor al actual, con el fin de contribuir al mantenimiento de tasas de crecimiento elevadas y garantizar la estabilidad de precios a medio plazo. Más allá de las reformas en el mercado laboral y en la liberalización de los mercados de bienes, así como sobre la mejora en términos de integración de los servicios financieros a nivel paneuropeo, conviene analizar la evolución pasada y las perspectivas del gasto público en el área euro. De la moderación del componente estructural del gasto dependen, en buena medida, la reducción de los déficit presupuestarios (o mantenimiento de los superávit existentes) de los Estados miembros del área euro y la rebaja en la carga fiscal o presión tributaria ejercida sobre el sector privado.

Desde una perspectiva histórica, los últimos diez años en materia de consolidación presupuestaria en los Estados miembros del área euro se han caracterizado por la existencia de tres fases muy distintas. En un primer lugar y durante el quinquenio 1990-1995, pese a la existencia de superávit primarios en muchos de los futuros Estados miembros del área euro, los déficit presupuestarios crecieron fuertemente (desde niveles de 4,2% del PIB en 1990 a nivel agregado hasta un máximo de 7,6% del PIB en 1995). Este fenómeno se explica por el fuerte aumento sufrido en la carga financiera derivado del crecimiento en la partida de pagos por intereses sobre la deuda pública, motivado por el creciente endeudamiento de los Estados miembros en este periodo caracterizado por la ralentización del crecimiento. En efecto, la proporción de deuda emitida respecto al PIB para el conjunto creció desde un 58,6% en 1990 hasta un 74,8% en 1996, siendo los principales responsables los Gobiernos alemán, italiano y francés.

Tras estos años perdidos en materia de consolidación presupuestaria, el fuerte proceso de ajuste impuesto por el Tratado de Maastritch propició que durante los años 1996-1997 tuviera lugar una importante reducción del déficit (en concreto, hasta niveles del 2,6% para el área) a través de la implementación de fuertes reformas estructurales. En este ajuste necesario, realizado principalmente a través de la fuerte contracción de la inversión pública, sectores económicos tan importantes como la construcción (especialmente en Alemania) experimentaron profundas crisis, de las cuales todavía no se han recuperado completamente.

Por último, y desde 1997 hasta el año 2000, la favorable evolución del ciclo económico ha permitido a los gobiernos profundizar en la reducción de sus déficit, de tal forma que, según Eurostat, a diciembre de 2000 el área euro presenta un superávit presupuestario del 0,3% del PIB. Durante esta última fase, la reducción de la apelación al endeudamiento ha sido importante, permitiendo una reducción del ratio de deuda/PIB para el conjunto del área euro hasta el 69,8%. No obstante, no podemos olvidar que en el fuerte impulso experimentado por las cuentas públicas en el 2000, los ingresos extraordinarios han tenido un papel fundamental. De hecho, las previsiones para 2001 recogen una vuelta al déficit del entorno de 0,5% del PIB.

Pese a que el consenso de previsiones sobre crecimiento durante los próximos años sigue siendo moderadamente optimista, la ayuda de partidas extraordinarias será mucho menor o prácticamente inexistente. En este escenario, las recomendaciones de aceleración de las reformas estructurales y mayor control del gasto cobran mayor vigencia. No es momento de aflojar el cinturón.

José Manuel Amor Alameda y Daniel Manzano son analista de AFI y consejero-delegado de Tecnología, Información y Finanzas (Grupo Analistas), respectivamente.

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