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La alimentación de las aves carroñeras está seriamente comprometida con las leyes aprobadas recientemente sobre la eliminación de animales muertos.
Los buitres europeos son similares a los que habitan las sabanas africanas o las tierras de la India; sin embargo, la evolución les llevó hace millones de años a cambiar su alimentación, basada en los animales salvajes, por la de la ganadería. Hay que tener en cuenta que en España el ganado doméstico constituye entre el 25% y el 97%, dependiendo de las especies, del alimento que emplean estas grandes aves para su subsistencia. Precisamente ovino y vacuno, los dos tipos de ganado considerados de momento materiales específicos de más riesgo, conforman más del 80% de esa dieta.
Por término medio, un buitre leonado precisa unos 500 gramos de carne diarios. Si tenemos en cuenta un peso aproximado para una vaca de 400 kilos, y que algo más de una tercera parte del mismo corresponde al esqueleto, es frecuente que varios centenares de aves acudan a ella en busca de alimento, aunque no todos lo consigan.
Los cuatro buitres que se crían en España, el leonado, negro y quebrantahuesos, a los que se sumará el alimoche a su regreso de sus vacaciones invernales en África, acaban de comenzar un nuevo ciclo reproductor. A finales de verano una nueva generación surcará los cielos peninsulares.
SEO/Birdlife ha pedido la colaboración urgente de sus voluntarios para realizar un inventario de todos los muladares existentes en España. Junto con científicos relevantes en este grupo de aves, quiere elaborar una propuesta de ordenación de las áreas destinadas a la alimentación de carroñeras. A pesar de que los científicos lo han apuntado una y otra vez, en España la legislación estatal aún no ha regulado la legalidad de los muladares. Los protagonistas de este problema, los ganaderos, auténticos pilares de las carroñeras en Europa, deberían involucrarse en el caso de que estas propuestas salgan adelante.
Además de los buitres, también son consumidores de carroña en cantidades variables los milanos reales, milanos negros y grandes águilas, como la imperial ibérica. Durante muchos años, los grupos conservacionistas emplearon los muladares como un medio de impedir la desaparición de estas especies amenazadas. Una vez recuperadas y en pleno siglo XXI, ellas mismas podrían ayudarnos a solventar de manera más ecológica y rápida, trabajando siete días a la semana, una parte del problema de tanto cúmulo de cadáveres animales en las granjas y campos de España. Sin duda, éste fue el motivo por el que tradicionalmente existieron los muladares.
Álvaro Camiña es biólogo y responsable de rapaces de la Sociedad Española de Ornitología.
