Las lluvias de otoño rebajan la contaminación de las aguas de los ríos valencianos
Los datos del primer semestre de 2000 eran contundentes. Y coherentes con los resultados de los últimos ejercicios: El 50% de los puntos de medición de la red de control de la calidad de las aguas (red Coca) que habían dado una calidad del agua inadmisible se encontraban en las cuencas del Júcar y del Segura. En concreto, 13 puntos del primer río y 9 del segundo (por 45 en toda España) contabilizaban menos de 50 puntos en su Índice de Calidad General (ICG), un promedio que evalúa la contaminación de los ríos dándoles un valor numérico de 1 a 100 según el peso de ciertos parámetros. Asimismo, 7 puntos en el Segura y 16 en el Júcar presentaban un ICG de entre 50 y 65, calificado en algunos casos como 'admisible' pero también considerado 'deficiente' en otros documentos del Ministerio del Medio Ambiente.
Estos datos, en la línea de los resultados de los últimos años puesto que los avances en el control de los vertidos y en la depuración de las aguas residuales son muy lentos, y comprensibles dadas las escasas precipitaciones que han acarreado los últimos años de sequía, se han visto modificados con las copiosas lluvias de otoño pasado.
En la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) apuntan que las lluvias han provocado 'un aumento espectacular de la calidad de las aguas', con un efecto de dilución de los contaminantes que, en ciertos casos, han producido disminuciones de hasta un 90% de algunos parámetros. Así, pese a que los datos todavía son provisionales, la CHJ espera cerrar el conjunto del año 2000 con sólo tres puntos, frente a los 13 del primer semestre, con una calidad del agua 'inadmisible'.
Así, sólo el río Vinalopó, de difícil solución dada su contaminación de origen natural, el Canyoles y el tramo final del Turia mantienen puntos con elevados grados de contaminación. El Vinalopó tiene una elevada salinidad natural, por lo que parece abocado a mantener unos pésimos valores en el ICG. El Canyoles, con escasos aportes hídricos de origen natural, basa su caudal casi exclusivamente en las aguas residuales, y aunque éstas se depuren adecuadamente, nunca pueden rebasar la calificación de inadmisible. En la misma situación se encuentra el tramo final del Turia, castigado por el aporte de multitud de vertidos urbanos e industriales que conlleva cruzar la zona más poblada de la Comunidad Valenciana.
Según la Confederación Hidrográfica del Júcar, los demás los ríos de su demarcación gozan de un buen estado de salud y han disfrutado en los últimos años de notables mejoras que han permitido sanear sus parámetros contaminantes. Pero lo que más ha contribuido a la mejora de la calidad ha sido el aumento de las precipitaciones, que han alcanzado su máximo esplendor entre el 22 y 25 de octubre, cuando un temporal de levante azotó la comunidad, provocó inundaciones en Valencia y Castellón y aportó más agua a los torrentes que las lluvias de la famosa pantanada de Tous de 1982.
Frente a estos datos, la Confederación Hidrográfica del Segura no ha aportado cifras actualizadas del año 2000.
Exceso de materia orgánica
Y aunque presumiblemente las lluvias también han mejorado la calidad de la cuenca española con peores balances, prevalecen los datos del primer semestre, que no son nada halagüeños. Así, la proporción de materia orgánica en las aguas del Segura, que denuncia la presencia de vertidos sin depurar de origen animal o vegetal, es una de la peores de toda España. Como dato, en el primer semestre, 17 de las 55 estaciones de medición españolas que han superado los niveles máximos de materia orgánica (detectados por una excesiva demanda de oxígeno para degradar estos compuestos) se encuentran en las riberas del Segura.
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