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Entrevista:Álvaro Gil Robles | Comisario europeo para los Derechos Humanos

'Veo difícil mantener el diálogo con alguien que lleva un arma en la mano'

Pregunta. El Gobierno vetó inicialmente su viaje al País Vasco alegando que se podía utilizar electoralmente. La verdad, no se entiende en qué puede perjudicar los intereses del Gobierno un previsible informe sobre los derechos humanos en Euskadi.

Respuesta. No sé... Prefiero no pronunciarme sobre esas valoraciones que ha hecho el Gobierno, ni sobre quien las ha hecho. Lo que sí le puedo asegurar es que yo tengo muchísimo cuidado, que el comisario no interviene cuando va a haber un periodo electoral.

P. Entonces ¿usted no hará público su informe sobre la situación de los derechos humanos en el País Vasco hasta después de las elecciones?

R. Bueno, no... No le puedo decir ahora cuándo voy a terminar mi informe, pero supongo que para finales del mes de febrero puede estar terminado. Y no creo que vayan a convocar las elecciones vascas antes, ¿no?

P. Pero si se difunde su informe en febrero, las elecciones no se habrán celebrado, obviamente, ¿le preocupa que su diagnóstico sobre los derechos humanos en Euskadi se utilice en la campaña electoral?

R. No, a mí me preocupa solamente cumplir con mi obligación lo mejor posible. Y le aseguro que cuando el informe sea público no entraré en ninguna polémica. ¡Allá cada cual con su responsabilidad! Le puedo asegurar que yo estoy dispuesto a hablar con todo el que me lo pida, que voy a hablar con los representantes de todas las instituciones, pero también con los de la sociedad civil, que yo creo que tienen mucho que decir. Lógicamente, soy consciente de que voy a ir a un territorio donde la situación es muy compleja, donde la gente sufre mucho... Pero yo me he comprometido con mi responsabilidad de defender los derechos humanos allí donde se violan, en cualquier país de Europa.

P. Una determinación que le honra, pero que le lleva directamente al avispero vasco...

R. Sí, sí; lo sé, lo sé. Pero yo voy con una determinación, también, de hacer mi trabajo de la manera mas objetiva posible, en el sentido de que no voy a aceptar ningún elemento de lucha partidaria porque ése no es mi cometido. Yo, como español, lógicamente, tengo mis opiniones pero, cuando vaya al País Vasco, seré, por encima de todo, el comisario europeo para los Derechos Humanos. Me voy a mantener al margen de la lucha partidaria que hay en el País Vasco por muy legítima que sea. Pero también le aseguro una cosa: que no voy a ser neutral. Porque en materia de violación de los derechos humanos el comisario europeo no puede ser neutral. Voy a entrar en contacto con quienes están sufriendo esta circunstancia y con quienes tienen la responsabilidad de gobernar, en Madrid y en el País Vasco, en una situación como ésta. Voy a intentar informarme al máximo y escuchar, escuchar muchísimo. Lo único que pediría es que mi informe no se tergiverse, que se tenga honestidad intelectual para entender que lo que diga el comisario europeo de los Derechos Humanos no lo dice en beneficio de ningún partido, de ninguna opción, ¡De ninguna!

P. No le va a ser difícil acertar en su previsible diagnóstico sobre lo que pasa con los derechos humanos en el País Vasco, atormentado por el terror de cada día.

R. Me imagino que no. La verdad es que cuando hay una democracia que funciona y cuando se puede decir lo que se quiera, cuando todos los derechos están respetados, donde hay un Estado de las Autonomías con más competencias que los lander alemanes... Que alguien decida que para mantener su idea tiene que pegarle a otro un tiro en la nuca o secuestrarle, o poner una bomba debajo de un coche, eso es inaceptable, eso es...

P. Eso es fascismo. Pero, ¿le concede usted el derecho a los nacionalistas no violentos a reclamar la independencia del País Vasco?

R. Para mí está claro que en España cualquier opción que se defienda por la vía pacífica, por la vía de la batalla electoral, es perfectamente aceptable. Que yo sepa nadie le ha puesto ningún límite a quienes en este país se declaran independentistas. Lo único que se ha determinado es que esta reivindicación no se puede hacer mediante la violencia o creando un clima en el que los demás no se sientan libres para pensar, ni para votar, porque viven bajo el terror. En esas circunstancias no se puede decir que los derechos humanos están protegidos, eso es fascismo. Se puede defender cualquier opción en el País Vasco siempre que esa opción no excluya a las demás.

P. Su visita al País Vasco va a ser incómoda, seguro, porque usted ha afirmado que quiere hablar con todos... ¿Con todos, realmente? ¿No va a poner el veto en ninguna parte?

R. Mire, el Comisario de los Derechos Humanos, a quien no le gustaría tener que escuchar es a aquél que empuña la pistola, o a quienes no han tenido el valor de condenar a los que aprietan el gatillo. Fuera de eso...

P. Pero eso no quiere decir que se negaría a hablar con ellos si se lo pidieran ¿no?

R. Lógicamente a cualquiera que se me acerque para hablar no lo voy a rechazar, eso no lo voy a hacer. Lo que está claro es que con los de las pistolas no tengo nada de que hablar. Y bueno, tampoco con quienes les aplauden y les alientan. Aunque la verdad es que alguna organización de las que voy a ver puede estar cercana a esos...

P. Me estoy preguntando como habrá vivido usted, desde Estrasburgo, el asesinato de José Luis López de Lacalle, el atentado contra José Ramón Recalde, luchadores antifranquistas y ahora víctimas de ETA.

R. Pues ¿Cómo ha de ser? ¡Con verdadero desgarro personal! Igual que el asesinato de Ernest Lluch, y de tantos y tantos... Igual que la muerte del pobre señor cocinero al que han matado recientemente. ¡Es todo tan irracional, tan absurdo!

P. Algunos incluso han defendido el diálogo hasta el día de su muerte...

R. Y yo los respeto profundamente, porque sé de su buena voluntad. Pero la verdad es que veo muy difícil mantener un diálogo con alguien cuyo único instrumento para mantener ese diálogo es un arma en la mano... ¿Cómo voy a poder mantener un diálogo con alguien que me está apuntando con una pistola?

P. ¿Sabe? Es curioso que su viaje al País Vasco no le gustara nada al Gobierno del PP y ahora parece que es el PNV el que le teme a usted más que a un nublado.

R. Yo no voy a valorar en mi informe la conducta de ningún partido político, no es mi función, ni vengo a potenciar ni a condenar a nadie. Vengo a analizar la situación de crisis de los derechos humanos. A mí me preocupa la fractura social que ya está clara en al País Vasco. Por eso creo que todos tienen que hacer un esfuerzo por potenciar lo que les une y no lo que les separa.

P. Y... ¿Está usted dispuesto a recibir a los familiares de los presos de ETA?

R. Sí, sí estoy dispuesto a recibir a los familiares de los presos de ETA. Aunque la verdad es que no están en la agenda, pero porque no lo han pedido ¿eh? Yo no pongo trabas de ningún tipo a esa posibilidad. Y, bueno, creo que el Gobierno lo entendería, lo tendría que entender.

P. Lo que no se entiende es que el Gobierno lo condecorase a usted en 1999 por la defensa de los derechos de los inmigrantes y ahora ignore la suerte de miles y miles de ilegales. Supongo que usted deberá pronunciarse sobre eso inevitablemente ¿no?

R. Como usted sabe yo soy hijo de inmigrante político y... ¡Qué quiere que le diga! El Gobierno, y todos, tenemos que buscar la forma jurídica, la que sea, para que a los inmigrantes, a todos, se les reconozcan sus derechos, su dignidad de personas. El Gobierno tiene que buscar una fórmula para que quienes están en la ilegalidad puedan regularizar sus situación y no se vean obligados a deambular por nuestro país sin ninguna seguridad y sin ningún derecho. Tienen derecho a un trabajo y además son necesarios.

P. Me pregunto qué le preocupa más de su viaje a Euskadi: el diagnóstico previsible o la frustración de no traer una solución al problema...

R. Mire, hay algo que todo el mundo tiene que tener claro: yo no soy un mediador ni vengo con la solución en el bolsillo para un problema tan largo y tan difícil. ¡Ojalá yo pudiera aportar alguna solución!

P. Y ¿usted cree que es posible, al menos, una reconciliación de la sociedad vasca, tan enfrentada?

R. No lo sé... Le contestaré a usted cuando haya terminado el viaje, cuando haya escuchado a unos y a otros... Yo creo que entre la gente de buena fe, entre la gente demócrata, se esté en la opción política en la que se esté, es posible, y deseable, volverse a dar la mano aunque se hayan cometido muchos errores. Pero los que han empuñado las pistolas, ésos... es muy difícil que tiendan la mano.

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