Barak se niega a mantener nuevos contactos con Arafat hasta pasadas las elecciones
Los esfuerzos de la diplomacia internacional, encabezada por la Unión Europea y Naciones Unidas, que trataba de conseguir que Arafat y Barak celebraran una cumbre esta semana, antes de la celebración de las elecciones en Israel, para dar un impulso definitivo al proceso de paz, han fracasado estrepitosamente. El jefe de Gobierno israelí anunció ayer públicamente su negativa a participar en una reunión de estas características, al tiempo que anunciaba su decisión de congelar todo tipo de negociaciones con los palestinos hasta después de las elecciones, salvo los contactos y las conversaciones relacionadas con la seguridad.
La respuesta contundente de Barak supuso un jarro de agua fría a los palestinos, a las esperanzas de paz y a la diplomacia internacional, que el sábado por la noche, pocas horas después de que se cerraran temporalmente las negociaciones de Taba, había desplegado una verdadera ofensiva para tratar de que se celebrara el encuentro en los próximos días y culminar con éxito la reunión, aprovechando el tirón y el clima de euforia. La operación estaba dirigida, entre otros, por el primer ministro sueco, Goran Person, cuyo país ostenta la presidencia rotatoria de la Unión Europea y quien en las últimas horas había multiplicado las llamadas en este sentido a Arafat y Barak para que se reunieran en Estocolmo el martes, con la excusa de que su país es a partir del lunes la sede de una conferencia internacional sobre el Holocausto y la Tolerancia entre las Naciones. A esta conferencia está previsto también que acuda el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, quien, según los proyectos internacionales, hubiera podido servir de enlace entre los dos dirigentes.
'Esperamos que una cumbre entre Barak y Arafat pueda celebrarse en los próximos días', había asegurado esperanzado aquella misma mañana el ministro palestino de Información, Yasser Abed Rabbo, desde Gaza, aunque había recalcado que la reunión no 'serviría para llegar a un acuerdo definitivo', pero sí para 'poner fin a las divergencias y establecer los cimientos necesarios para poder reanudar las negociaciones después de las elecciones israelíes'. En esta misma línea de euforia y esperanza, el ministro de Justicia israelí, Yossi Beilin, aseguraba que 'en dos semanas podemos llegar a un acuerdo definitivo'. La decisión de Barak confirma la política zigzagueante que ha exasperado a los equipos de negociadores israelíes y palestinos en los últimos meses. El parón en las negociaciones es una prueba más de la falta de convencimiento e inseguridad del primer ministro de Israel en el momento de cerrar un acuerdo con Arafat, una actitud que hasta ahora había podido ser combatida y anulada gracias a los esfuerzos de los ministros más negociadores, entre ellos el responsable de Exteriores, Shlomo Ben Ami, y el encargado de la cartera de Justicia, Yossi Beilin.
La congelación del proceso de paz por parte de Barak obedece a sus cálculos electoralistas; el jefe del laborismo teme que el estado de las negociaciones con los palestinos no son lo suficientemente convincentes y fuertes como para conseguir aplastar a su rival, el nacionalista del Likud Ariel Sharon, del que le separan cerca de 18 puntos, se aseguraba ayer en círculos políticos.
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