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COYUNTURA AGRARIA

Escaso acogimiento de los productores de girasol al plan de apoyo ambiental

La industria de transformación del girasol confía en que con la subida de las ayudas de 6.000 pesetas a 10.000 por hectárea y la posibilidad de que suban los precios por la mayor demanda de harinas vegetales, sean más los agricultores que se sumen a estos planes.

El girasol fue una de las producciones más perjudicadas en la reforma de la Política Agrícola Común de 1998, al rebajarse las ayudas de 92 euros a solamente 63 por tonelada en el plazo de tres años. Eso supuso equiparar las ayudas para el girasol a las que perciben los cereales, mientras los precios en el mercado, que hace unos años superaban las 60 pesetas por kilo, se han situado en torno a las 30 pesetas.

Esta decisión comunitaria significó un atentado contra el cultivo del girasol, razón por la cual la Administración española reclamó de Bruselas incluir al girasol en las medidas agroambientales para lograr un mayor apoyo para el cultivador, pero siempre que cumpliera una serie de condiciones de laboreo.

El retraso en la aprobación de esas ayudas comunitarias hizo que el Ministerio de Agricultura articulase antes del verano pasado una serie de medidas para incentivar el cultivo y que se concretaban en un mínimo de 6.000 pesetas por hectárea con cargo a la campaña pasada y la posibilidad de llegar a las 10.000 pesetas en los próximos dos años.

Ayuda por hectárea

En las últimas semanas Bruselas dio luz verde a diferentes medidas agroambientales. En el caso del girasol, la UE ha fijado la ayuda por hectárea en 10.000 pesetas. Esa cantidad la justifica Bruselas por cuatro conceptos: por tener que llevar un libro de la explotación cuyo coste es de 3.000 pesetas. Por el incremento en la dosis de siembra, 900 pesetas por hectárea. Por el coste del picado de la caña, 2.700 pesetas por hectárea, a lo que se suman otras 2.100 pesetas por hectárea por la reducción del pastoreo en esas superficies.

Para acceder a las ayudas aprobadas por la UE, los titulares de las explotaciones se deben comprometer a la siembra de girasol durante un periodo de cinco años en una superficie que solamente puede variar, como máximo, un 25%. Igualmente, los agricultores se deben comprometer a la rotación de cultivos. Es indispensable que esas superficies hayan percibido ayudas por el cultivo del girasol en alguna de las campañas que van desde 1995 a 1998-1999.

Para acceder a las ayudas, los productores tienen que llevar un cuaderno sobre el conjunto de cultivos de la explotación, establecer un plan de rotación de producciones, triturar las cañas en el campo, no pastorear los rastrojos y comprometerse a no realizar la escarda química, salvo que haya siembra directa o de laboreo mínimo. La dosis mínima por hectárea debe ser de 3,25 kilos frente a los 2,5 que puede utilizar un agricultor no acogido al plan. A este plan agroambiental se pueden acoger solamente las superficies de secano dedicadas a este cultivo, que se sitúan en unas 870.000 hectáreas.

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