'O educamos a los jóvenes o el teatro y la música clásica se quedarán sin público'
Andrés Amorós (Valencia, 1941) es un personaje sobradamente conocido en el mundo de la cultura. Catedrático de Literatura Española y autor de más de un centenar de libros, son públicas entre sus pasiones las que siente por el teatro, la música y los toros. En la década de los setenta, el Gobierno de UCD llegó a proponerlo como director general de Teatro, y entonces dijo no. Quería dedicarse a sus clases y a sus libros. Ahora, y pese a que su situación no ha cambiado y sigue gustándole su trabajo, dijo sí a la proposición de ser director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) con el Gobierno del PP.
Su cambio de actitud lo explica con dos respuestas que él mismo define como una de broma y otra en serio. 'Ahora he aceptado porque con el tiempo te haces más tonto'. Una vez pasadas las risas, añade: 'Desde el punto de vista egoísta no dudo que estaría muy bien dando mis clases y escribiendo mis cosas, pero lo cierto es que con la edad te haces más responsable y vale la pena afrontar una cosa así, al menos una etapa de la vida, porque mi vocación es la de escritor'.
Piensa Amorós que tiene muchas cosas que hacer: 'Es fundamental preocuparse de la difusión de la cultura en el exterior, sobre todo en Europa y en Hispanoamérica. Aunque existan las autonomías, hay y había una cosa que se llama España y hay un sentido de la cultura española en su conjunto que no se debe abandonar, sobre todo una difusión para jóvenes y para público no especializado'.
Pero, una vez dicho esto, agrega: 'Otra cosa es que el artista, por definición, es libre, y encajarlo en criterios inevitablemente administrativos siempre provoca tensiones. Pero eso ha ocurrido y ocurrirá en el INAEM, antes, durante y después de estar yo; en el ministerio y en el mundo entero, porque es lo normal. Los creadores nunca serán vasallos sumisos, y el protagonismo y el mérito siempre será de ellos, no nuestro. Nosotros, los gestores, en la medida de lo posible, favoreceremos su labor, pero nada más'.
Su análisis para explicar cómo, a pesar de que se ha creado una importante red de teatros y auditorios públicos en las últimas dos décadas, el 92% de los españoles nunca asiste a un concierto de música clásica y una cifra algo menor al teatro lo centra en que nos hallamos ante un fenómeno que no es exclusivo de España.
'En la actualidad predomina una cultura de la imagen, más fácil de consumir que la música clásica, que requiere una educación. Tampoco hay que olvidar que en nuestro país la educación musical y teatral ha sido insuficiente durante siglos, y ahí estamos luchando todos para superarlo. Hemos avanzado en infraestructuras, porque sin teatros y auditorios no se puede hacer nada, pero queda una enorme labor de educación y difusión cultural'.
En relación con estos hechos, Amorós tiene claro que los hábitos culturales de la población deben formarse a lo largo de la infancia y de la adolescencia. 'Ésta es la preocupación básica que hemos de tener, y vamos haciendo muchas cosas en este sentido. Hay que intentar atraer a los más jóvenes a estas modalidades de ocio, que además son formativas, y tenemos que convencerles de que el teatro o la música clásica no son espectáculos aburridos: es decir, que Shakespeare, Calderón, Beethoven o Vivaldi son apasionantes'.
Amorós recuerda las palabras de una generación como la de 1914, muy estudiada por él. 'Ellos decían que a España le falta la educación de la estética y de la sensibilidad, que no es acumular más conocimientos, sino saber disfrutar. Pero a corto plazo no se resuelve. Eso hará que los españoles sean mejores, porque la cultura nos hace mejores personas. Pero lo que está claro es que o educamos a los jóvenes o el teatro y la música clásica se quedarán sin público'.
Respecto a las críticas sobre una encubierta privatización de los teatros públicos saca los papeles y demuestra que la Compañía Nacional de Teatro Clásico, por ejemplo, ha pasado de tener un montaje en gira a tener cinco; de visitar 11 ciudades hace tres temporadas a las 67 de este año; de 266 funciones a 377; de 94.000 espectadores a 157.000; de 500 millones de presupuesto anual a 600.
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