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Tribuna:EL DEBATE SOBRE EL EUSKERA
Tribuna
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Hacia un encuentro lingüístico

Aboga la autora por abrir la participación en la política lingüística y en llevar su control a las instituciones

La salud del euskera se resentirá notablemente si muchos de quienes dicen defenderlo se obstinan en hacerlo con las armas de la intolerancia, convirtiendo cualquier crítica, por razonada que sea, en "acoso despiadado" a "la lengua" o, para ser más exactos, a una de las dos lenguas propias del país. Por eso, es hora ya de empezar a desactivar esa gran mentira que hace del cuestionamiento de una determinada política lingüística una agresión intolerable al euskera. Porque, si algo le sobra al euskera son comisarios políticos y espíritu de enfrentamiento. Y le faltan, en cambio, control democrático, diálogo político y apertura de miras.Fieles a esta convicción, los socialistas hemos presentado una propuesta, que el Parlamento Vasco aprobó el pasado 21 de diciembre, para que el Consejo Asesor del Euskera, abierto a representantes cualificados del ámbito castellanohablante, se transforme en un verdadero órgano de encuentro lingüístico, que, cito textualmente, "en un clima de diálogo permanente y apertura intelectual, estimule el debate cultural que el país necesita, oriente adecuadamente las relaciones entre el euskera y el castellano en nuestra comunidad autónoma en todos los órdenes y avance propuestas para el mejoramiento de estas relaciones y el encauzamiento de los problemas y difuncionalidades que la convivencia lingüística ocasiona en el presente o puede ocasionar en el futuro".

La propuesta incluía, igualmente, el carácter exclusivamente asesor del órgano de encuentro así creado y de la obligatoriedad, por tanto, de rendir cuentas periódicamente al Parlamento vasco del resultado de sus trabajos. Porque nuestra pretensión al presentar esta iniciativa, era no únicamente la de contribuir a desactivar guerras lingüísticas en absoluto deseables, sino, además, la de devolver al Parlamento y a las instituciones representativas de la comunidad autónoma el protagonismo que debería corresponderles en el desarrollo de la política lingüística. Como ya tuve oportunidad de explicar en el Parlamento, a los socialistas vascos nos parece profundamente anómalo que a un organismo carente de representatividad, del respaldo que dan las urnas, como es el Consejo Asesor del Euskera, se le concedan en la práctica poderes de planificación que rebasan con mucho lo que debería ser su función de simple asesoría.

Pensamos que hay que acabar con la ausencia de controles democráticos de una política lingüística que no sabemos si está impulsada por el Gobierno, o por organismos como Kontseilua o por el Consejo Asesor del Euskera; o bien por el Consejo Asesor del Euskera al dictado del politburó de Kontseilua. Y no estoy haciendo ninguna humorada, sino describiendo una situación bien real, que tiene su base en determinadas concepciones, inquietantemente populistas, recogidas en el actual Plan General de Promoción del Uso del Euskera. Un plan que, como se afirma en sus primeras páginas, se irá modificando y actualizando no por lo que se debata en el órgano de la soberanía popular, esto es el Parlamento vasco, sino "a la vista de las aportaciones de los agentes y colectivos sociales que participan en su implantación".

Que han sido los "agentes sociales" o, si se prefiere, el "pueblo vasco en marcha", quienes han dictado en los últimos tiempos la política lingüística, sin control del Parlamento ni del Gobierno, ha quedado sonoramente confirmado estos días con el anuncio del PNV, vía Josune Ariztondo, de que abandona la Comisión de Seguimiento del Acuerdo Bai Euskarari. Y ello porque, según "fuentes" del partido, y en lo que parece una explicación no pedida, "el PNV no está dispuesto a hacer seguidismo de la estrategia rupturista de EH y de su política de suplantar a las instituciones existentes en la comunidad autónoma mediante plataformas u organismos" supuestamente populares" (EL PAÍS, 24 de diciembre).

Pero decía también que pretendemos desactivar guerras lingüísticas. Por supuesto, no somos ingenuos ni ignoramos la realidad. Sabemos, y lo estamos viendo, que la coexistencia de dos lenguas oficiales y de uso, como son el euskera y el castellano, trae consigo tensiones y roces que hay que abordar con naturalidad y sin que nadie se rasgue las vestiduras. Sabemos que, en este ámbito, ha habido y va a seguir habiendo problemas, pero nosotros, los socialistas vascos, no vamos a mover un dedo para desmesurarlos. Por el contrario, queremos ofrecer soluciones de diálogo, porque entendemos que ni el castellano es enemigo del euskera, ni el esukera es enemigo del castellano. Y entendemos, igualmente, que ni el modelo A produce analfabetos ni los crea el modelo D.

Y la mejor forma de ir desactivando tensiones es la de hacer posible una corresponsabilidad, una implicación común de euskaldunes y castellanohablantes en los compromisos y esfuerzos que unos y otros deben adoptar para llegar finalmente a un bilingüismo integrador. Un bilingüismo que, dada nuestra realidad social, está lejos de alcanzarse y no puede forzarse con voluntarismo, y mucho menos a través de la imposición. Sólo implicando activamente a las dos comunidades de hablantes de este país, escuchando y contrastando las razones, los inconvenientes, las quejas, las propuestas, las vivencias y, por qué no, los prejuicios de unos y de otros, será posible avanzar en la asunción positiva del conocimiento y uso de las dos lenguas del país.

A nuestro entender, es un error profundo que la extensión del euskera, que va a afectar de un modo u otro a toda la población vasca en todos los órdenes, se acometa sólo desde una parte, y sólo desde la perspectiva del euskera, en lugar de hacerlo desde el diálogo y la relación con el castellano. Máxime teniendo en cuenta la implantación social de esta última lengua en el País Vasco, una realidad ésta que no se puede forzar artificialmente con argumentos patrioteros.

Lo que hemos planteado, pues, los socialistas vascos, es, simplemente, que se abra un espacio de encuentro, hoy por hoy inédito, entre dos comunidades lingüísticas que, hasta la fecha -y, al menos, en ese plano, el de la vivencia lingüística- han vivido de espaldas, sin conocerse y sin relacionarse. Que representantes cualificados de la cultura castellana y euskaldun se reconozcan, dialoguen, expongan sus aportaciones, hablen sobre los factores de enriquecimiento y mestizaje que el castellano y el euskera puedan proporcionar al país, sobre ritmos de expansión del bilingüismo, sobre cómo nuestra pluralidad lingüística, entendida como una riqueza, puede movilizar las energías creadoras de la sociedad vasca.

Lo que planteamos en definitiva es iniciar algo profundamente necesario, pero que todavía no se ha puesto en marcha: un verdadero debate interlingüístico, intercultural, un diálogo en la base, en el seno de la sociedad vasca, entre quienes trabajan en el perfeccionamiento y la propagación del euskera y el castellano ajenos a las soflamas y a las consignas y atentos, por el contrario, a poner la realidad lingüística al servicio de los ciudadanos y de su enriquecimiento espiritual.

Deseamos, ése es el sentido de nuestra aportación, que los que reflexionan se impongan a los que gritan; que el diálogo se imponga a los monólogos estancos; que el Parlamento no quede marginado en un debate que va a tener una gran repercusión en el futuro de la sociedad vasca. Y deseamos que el euskera y el castellano, no sólo se soporten, sino que convivan y se relacionen de forma creativa, para ofrecer respuestas que hagan avanzar al país en todos los órdenes y mejoren la calidad de nuestra convivencia democrática.

Isabel Celaá Diéguez es portavoz de Educación y Cultura del PSE-EE en el Parlamento vasco.

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