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CRISIS EN ORIENTE PRÓXIMO

Clinton apura sus últimas semanas en el poder para buscar un acuerdo

Beneplácito republicano

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Batalla entre israelíes y palestinos en Gaza mientras Barak se hunde en los sondeos

Al presidente estadounidense, Bill Clinton, le quedan tres semanas para sellar un acuerdo entre israelíes y palestinos y poner el broche final a casi ocho años de esfuerzos diplomáticos. Tras los últimos atentados ocurridos en Israel y las reticencias de ambos bandos ante el plan de paz propuesto por Washington a principios de esta semana, las posibilidades parecen muy remotas, pero Clinton ya ha dicho que sólo se dará por vencido el 20 de enero, cuando abandone la Casa Blanca."Creo que si se puede resolver del todo, lo podemos hacer en las próximas tres semanas", aseguraba Clinton el pasado jueves, pocas horas después de los dos atentados de Tel Aviv y Gaza. "Nunca hemos estado tan cerca". El pasado mes de julio, el mandatario estadounidense pronunciaba esa misma frase al anunciar el fracaso de la cumbre de Camp David.

Washington sigue esperando que su propuesta, un acuerdo más modesto que el plan de paz del pasado verano, sea finalmente aceptada ante la inminencia de las elecciones israelíes del próximo 6 de febrero que podrían cambiar radicalmente el panorama, en caso de victoria de los conservadores del Likud, liderados por Ariel Sharon. Clinton ha asegurado que si el actual primer ministro, Ehud Barak, no se pone de acuerdo con el líder palestino, Yasir Arafat, tiene escasas probabilidades de ganar.

El plan de Clinton es un parche complicado "con el que las dos partes pueden convivir". Los palestinos obtienen la soberanía en la Explanada de las Mezquitas, lo que pidieron y no consiguieron en Camp David, a cambio de renunciar al derecho de vuelta de sus casi cuatro millones de refugiados. Obtendrían el 100% de Gaza y el 95% de Cisjordania. Los israelíes se quedarían con el 80% de sus asentamientos y el control estratégico del valle del Jordán. Por ahora, ninguna de las dos partes ha dado su visto bueno.

Éste es el último episodio de una diplomacia con fórceps con la que el presidente norteamericano ha tratado de dar a luz el fruto del aquel histórico apretón de manos entre Yasir Arafat y el entonces primer ministro, Isaac Rabin, en los jardines de la Casa Blanca, una soleada tarde de septiembre en 1993.Estos esfuerzos mediadores del Gobierno demócrata cuentan con el beneplácito de la futura administración republicana. El nuevo presidente, George Bush, ha dejado entender que no vería inconveniente en aplicar los términos de un acuerdo concluido por su predecesor. Podría incluso así unir la puesta en marcha de un plan entre israelíes y palestinos con los primeros esfuerzos de paz llevados a cabo por su padre, el presidente Bush, durante la conferencia de paz de Madrid, en octubre de 1991, que dieron pie a las actuales negociaciones.

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