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Alcohol a edades cada vez más tempranas

Aumenta la ingesta de bebidas alcohólicas entre las mujeres, los jóvenes y los adolescentes

Lejos de retroceder, el alcohol gana adeptos en segmentos de población que hasta hace poco lo ignoraban. Los cambios en los patrones de consumo han disparado la ingesta entre los jóvenes y las mujeres, pero también entre los adolescentes, que se inician en el hábito en edades cada vez más tempranas. Diferentes estudios muestran que el consumo de alcohol entre las amas de casa ha aumentado el 58% de 1960 a 1995 y que en este periodo el número de abstemias entre las mujeres que trabajan ha pasado de un 20% a un 9%. La edad media de inicio a la bebida está en los 9,5 años y el consumo es regular a partir de los 14. Casi la mitad de los jóvenes reconoce haber bebido en exceso o haberse emborrachado al menos una vez.

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Bebedores de riesgo

Las fiestas navideñas constituyen uno de los periodos del año en que se observan las más altas tasas de consumo de alcohol. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la abstinencia etílica total en los menores de 18 años, puesto que el riesgo de dependencia en la edad adulta aumenta cuanto más precoz sea la incorporación de este hábito. Pero éste es cada vez un objetivo más difícil. Los jóvenes cada vez beben más y en edades más tempranas.En las sociedades industrializadas se han observado en los últimos veinte años claras modificaciones en los patrones de consumo de alcohol. Así, se han incorporado de forma notoria a este hábito sectores de población tradicionalmente abstemios, como mujeres, adolescentes, jóvenes e incluso ancianos. Se ha reducido el consumo de vino y cava en beneficio del de cerveza y los destilados. También se ha reducido significativamente este consumo junto con los alimentos, para incrementarse fuera de las comidas y asociado a celebraciones y diversiones. Los jóvenes, ya sin diferencias por sexos, han pasado a engrosar uno de los grupos más bebedores, sobre todo en fines de semana y fiestas.

El alcohol ha pasado a ser, junto con el tabaco, una de las principales causas individuales de enfermedad prevenible en España. Es responsable directo de más de la mitad de los accidentes de tráfico, que constituyen la primera causa de muerte en los menores de 30 años. Los costes sociosanitarios del alcohol suponen en España alrededor de 0,6 billones de pesetas al año, cifra que incluye los gastos directos e indirectos de enfermedades, accidentes laborales y absentismo.

Diversos estudios publicados en los últimos cinco años indican que el 80% de los españoles consume habitualmente bebidas alcohólicas. No más del 15% de los hombres y del 38% de las mujeres son abstemios. Se observa, además, que entre un 12% y un 19% de los jóvenes de más de 14 años ingiere una cantidad diaria o semanal que se puede considerar elevada. Y un 1,3% de los menores de doce y trece años bebe alcohol a diario. Los mismos estudios indican que el consumo medio de alcohol semanal entre las personas consideradas bebedores moderados oscila entre 98 y 180 gramos.Los especialistas consideran que un consumo semanal superior a 280 gramos de alcohol en los hombres y de 170 en las mujeres convierte a estas personas en bebedores de riesgo. Este consumo equivale a 28 y 17 unidades de bebida a la semana, respectivamente. Para hacerse una idea, un vaso de vino o una cerveza equivalen a una unidad, y un whisky o coñac representan dos unidades.

En estos momentos, el 20% de la población española bebe en exceso y un 5% sufre síndrome de dependencia del alcohol. Estas cifras aluden casi en su totalidad a los hombres, puesto que únicamente el 2% de las mujeres presenta problemas con la ingesta excesiva de alcohol.

Para Josep Aubà, coordinador del grupo de trabajo de alcohol de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC), el bebedor excesivo es el que ingiere cantidades diarias de alcohol superiores a 60-80 gramos. "No obstante", matiza, "el concepto, más actual, de bebedor de riesgo sitúa esos valores en 40 gramos diarios para los hombres y 24 para las mujeres, pues la población femenina presenta mayor susceptibilidad hepática al alcohol, por una menor concentración en la mucosa gástrica de la enzima alcohol-deshidrogenasa. El bebedor moderado es aquel que consume alcohol habitualmente en cantidades inferiores a las del límite de riesgo", explica.

La comunidad médica admite que no hay argumentos científicos de peso ni para animar a los abstemios a consumir alcohol ni tampoco para aconsejar a los bebedores moderados una abstinencia completa, salvo complicaciones en la salud que lo aconsejen.

Para María Victoria Pico, médico de familia y coautora de un documento sobre recomendaciones en torno al alcohol en atención primaria, que acaba de publicar la SEMFYC, el riesgo que la bebida supone para la salud depende del tipo, la graduación, la cantidad ingerida, la frecuencia y las circunstancias en que se consume. "El beber en exceso una noche, o muy de vez en cuando, en principio no tiene por qué suponer ningún riesgo para una persona sana, es decir, que ni acabará cirrótica ni sufrirá ningún otro trastorno ni llegará a ser alcohólica. Ahora bien, si esa misma persona bebe en exceso y luego coge el coche, es evidente que aquí el alcohol representa un grave riesgo, no sólo para él, sino para los demás".

En los casos de conducta de riesgo, el simple consejo médico ha demostrado ser eficaz en el 25% de los casos. Es decir, el paciente reduce los niveles de ingesta después de recibir la advertencia del médico. Los médicos de familia sostienen que no se trata de lanzar una cruzada contra el alcohol, sino de orientar a la población hacia un consumo moderado y responsable, principalmente entre los sectores más jóvenes, que son también los más vulnerables a los mensajes publicitarios y a las conductas de tipo mimético.

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