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Coman vuesas mercedes

Patrimonio Nacional expone en el Palacio Real tres siglos de arte en las mesas regias y monacales

Si el lugareño y el forastero que visita Madrid por Navidad disponen de un poquito de tiempo pueden evocar estos días un aspecto de la vida cotidiana lleno de interés. En el Palacio Real, los visitantes podrán descubrir, y de forma gratuita, cómo se desplegó durante tres siglos (del XVII al XIX) la vida palaciega y conventual española alrededor de sus auténticos ejes de gravedad: las mesas de sus cocinas y sus comedores.Para ello, Patrimonio Nacional, en colaboración con la Fundación La Caixa, ha reunido en la exposición En torno a la mesa hasta 500 objetos expuestos en siete salas distintas decoradas con valiosas pinturas, tapices y muebles, así como con orfebrería, cerámica, bronce y cristalería. Cada objeto brinda claves para explicar la vida de sus usuarios y de las épocas en que vivieron. Todo procede de los monasterios madrileños de El Escorial, las Descalzas y la Encarnación, y de cuatro de los palacios reales españoles: El Pardo, La Granja de San Ildefonso, Riofrío y el palacio anfitrión. El comisario de la muestra es Gabriel Moya Valgañón. La documentación y el montaje han corrido a cargo de Leticia Sánchez.

Desde una tabla de comer plegable -en madera noble recién restaurada- que data del reinado de Felipe V, hasta un dessert o camino de mesa -fastuosa decoración a base de templetes marmóreos destinados a solemnizar las mesas regias-, cada objeto se muestra pleno de significado. Hay cacerolas monacales de color cobrizo bañadas de brillos, pequeños búcaros portugueses de Estremoz, cuyo uso, presumiblemente desencadenante de efectos afrodisiacos, fue moda entre mujeres españolas de alcurnia a finales del siglo XVII. También se pueden contemplar juegos de porcelana con cenefas y grecas de policromía aplicadas a un sinfín de objetos plenos de materialidad y de utilidad práctica. Hay cuchillos de cocina con cuatro siglos sobre sus filos, bomboneras, salseras, soperas, fruteros que milagrosamente se conservan indemnes con varias centurias sobre sus frescas porcelanas, además de cuencos, jarras, perolos y cacillos, amén de cántaras, espumaderas y cazuelas. Hay una delicada secuencia de copas de cristal coloreadas según los caldos que albergaron. Todo ello en un ambiente enmarcado por cálidos bodegones que parecen desprender aromas penetrantes de las frutas y piezas de caza que contienen.

La intención de Patrimonio Nacional, según su presidente, el duque de San Carlos, ha sido la de ofrecer en esta exposición destellos de ese universo de objetos y de formas que ha llegado a ser el arte de la mesa: "Que no es sólo comer, cocina, bebida y gastronomía, sino todo eso y el ambiente y ritual que lo acompaña".

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