Más sobre censura y franquismo
Afirma M. L. Abellán (EL PAÍS, 5 de diciembre de 2000), en su réplica a F. de Azúa (EL PAÍS, 20 de noviembre de 2000), "que el tema -de la censura de libros, se entiende- ha sido estudiado y sigue estudiándose por no pocos investigadores nacionales y extranjeros". La réplica hace referencia al comentario de F. de Azúa sobre el desconocimiento respecto al pasado reciente de la historia de España.Mi propósito con esta carta es intentar puntualizar el comentario de Abellán, ya que, para el "lector no avisado", se podrían originar ciertos malentendidos respecto al grado actual de conocimientos referido a la censura de libros.
Personalmente he publicado un trabajo de investigación -Rev. Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, número 12, UNED, Madrid, 1999- sobre la censura de libros durante el franquismo. Entre otros asuntos en él tratados, realizaba precisamente un "estado de la cuestión" sobre dicho tema. Mi conclusión final era que el grado de desconocimiento es alto, pero que la opinión común es justamente la contraria, hecho que supone un obstáculo de partida con el que se ha topado todo potencial investigador, al crear un clima de recepción social y académico adverso.
Como ejemplo paradigmático de lo que afirmo bastará considerar los trabajos monográficos escritos hasta la fecha. Desconozco el trabajo de R. Schomolling -quizá por haber sido publicado con posterioridad a 1998- y añado a la lista que da Abellán dos más. Cuantitativamente estamos hablando, pues, de nueve monografías. Nueve monografías que, sin afán de desmerecer sus aportaciones, pretenden abarcar un periodo de 35 años -excluyo la referencia a la guerra civil, cuyo número equivale a cero- realizadas a lo largo de unos 23 años. Cualitativamente, el predominio temático se centra, con excepciones, en el campo de la literatura, dejando fuera todos los otros campos cuyo soporte de transmisión fundamental fue el libro. Del mismo modo, con reminiscencias acontecimentales, el efecto de la censura se restringe al campo del autor, quedando el receptor y el mensaje fuera de sus planteamientos. No se considera el libro en su materialidad, ni su modo de difusión. Metodológicamente, con algunas salvedades, no hay ninguna aportación. Sin querer hacer de la censura un epifenómeno, la lista podría prolongarse bastante.
Creo que los datos aportados son suficientes para juzgar cuál es el grado actual de conocimiento sobre el tema.- J. Andrés de Blas. Fuenlabrada, Madrid
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