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Crítica:FOLK - HEVIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gaita coral

Voces árabes

Hevia

José Ángel Hevia (gaita electrónica multitímbrica y flautas), Juan Carlos Mendoza (bajo eléctrico), Nando González (guitarra eléctrica), Peter Bulla (violín), Adrián Simo (teclados), Christian Constantini (batería), Tao Gutiérrez (percusión) y María José Hevia (tambor). Teatro Coliseum. Madrid. 18 de diciembre.

Un joven asturiano que lleva años estudiando el folclor del terruño, cuenta con las máximas distinciones como gaitero, ha fundado escuelas para la enseñanza de este instrumento antaño denostado y se embarcó en el invento audaz de un nuevo tipo de gaita, bien merece todo tipo de parabienes. Además, Hevia ha logrado que su disco Tierra de nadie suene por megafonía en una importante tienda de Nueva York o que se coloque en lugares destacados en la cadena de ocio más conocida de París.Con los aullidos para Los llobos y escenificación licantrópica se inició el concierto. Anoche Hevia presentaba oficialmente en Madrid su último disco, Al otro lado / Al otru llau dentro de una gira que comenzó el 19 de octubre en el teatro Campoamor de Oviedo, y que le va a mantener muchos meses dando vueltas por el mundo. Un disco que alegrará sin duda el balance navideño de su compañía. Al de Villaviciosa le gusta llenar el escenario de invitados: Un sexteto de la Sinfónica Ciudad de Oviedo, más de 40 gaiteros, un cantante marroquí y su compañera sentimental, Cristina de Valle, que aprovechó para cantarse el Romance de la Pola.

Industria del espectáculo

El intento de poner voces árabes a su música provoca la sensación de estar atravesando un desierto infinitamente más árido y extenso que el que ha servido de escenario en Jordania a su video-clip. La introducción vocal de Suhail Serghini en Tanzila prometía hasta que batería y gaita se lo llevaron todo al garete. No hay un atisbo de innovación en la música de Hevia que, por desgracia está más cerca del hilo musical que las raíces o el mestizaje (llamense folclor o músicas étnicas).Alguna melodía llega a resultar tan cargante que, junto al manual de la gaita de marras -patentada por Hevia en compañía de un programador informático y un técnico electrónico- podrían tener el detalle de ofrecer una guía de autorrelajación.

Y es que aquella gaita electrónica ideada en principio para solucionar el problema de tocar en casa sin molestar a los vecinos se erige a veces en azote auditivo: como uno de esos electrodomésticos inventados para mejorar la calidad de vida que acaban siendo todo un engorro.

Hevia ha descubierto sin quererlo el camino de las páginas en color de los suplementos semanales y otros que se dejan los pulmones soplando en sus gaitas están que trinan.

No parece este el triunfo de la música tradicional, sino más bien un nuevo éxito de la industria del espectáculo. Enhorabuena. El público soberano ha emitido su veredicto: el vencedor se llama Hevia, aquel niño que escuchaba cantar a su abuelo durante la siega y que andaba con su hermana en busca de una ciudad minera perdida.

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