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El número de detenciones de menores de edad aumentó en Euskadi un 69% en 1999 Los expertos critican las carencias en el trato a los jóvenes delincuentes

La Ertzaintza detuvo durante el pasado año a 493 menores de edad por su presunta implicación en distintos tipos de delito. Esta cifra supone un incremento del número de arrestos del 69% con respecto a 1998, según datos aportados ayer por el consejero de Interior, Javier Balza, durante el acto de clausura del I Seminario sobre jóvenes con personalidad antisocial y psicopatía, que ha reunido en Vitoria a expertos de distintos países. Es uno de los puntos más negros de la estadística de una comunidad autónoma, que registró en 1999 una media 50,62 delitos por cada mil habitantes, frente a los 87,64 de la media estatal.

Los datos ofrecidos ayer por el consejero de Interior desvelan que es precisamente entre la población menor de edad, donde se ha disparado con más fuerza el nivel de delincuencia, aunque las 493 detenciones sólo supongan el 6,5% del total de arrestos registrados en el País Vasco y este porcentaje, sea inferior al 8,2% de media registrado en todo el Estado. En tan sólo un año ha aumentado en un 69% el número de detenciones de jóvenes por su presunta implicación en distintos tipos de delito, fundamentalmente, en un 68%, en los dirigidos contra el patrimonio. El incremento de detenciones ha sido mucho menor en otros sectores de edad (12%). No obstante, Balza resaltó que las cifras manifiestan que en Euskadi existe una incidencia delictiva más baja que en el resto del Estado. Lo hizo durante el acto de clausura de un congreso en el que se ha evidenciado más de una carencia. Los delincuentes juveniles más peligrosos -coinciden los expertos- no cuentan con programas eficaces de tratamiento específico en el ámbito de la justicia, los servicios sociales y la sanidad que aborden esta problemática, que afecta a un 2% de la población menor de edad.

Precisamente, Vicente Garrido, director del congreso, puso de relieve la inexistencia de unidades infanto-juveniles en la Psiquiatría española, que se ocupen de jóvenes que no han salido del entorno familiar y no han entrado en contacto con el sistema de justicia. "Se trata de muchachos que enturbian de manera extrema las relaciones y crean familias cautivas por sus comportamientos violentos", destacó. Garrido coincidió con David Farrington, catedrático de Criminología en Cambridge, en que esta disciplina dispone en cualquier caso de mecanismos para detectar qué niños pueden desarrollar la psicopatía, "sin que eso llegue a estigmatizarlos".

Para este experto las conductas antisociales deben abordarse como "una enfermedad crónica". "Hay que hacer notar a las autoridades el elevado coste económico que supone un joven violento, en gastos de salud mental, justicia o víctimas", indicó. "Es la única forma de que entiendan que es rentable invertir en la prevención".

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