"El peligro de Rusia no es su fuerza, sino su debilidad"
Condoleeza Rice es la principal asesora de Política Exterior de George W. Bush, el candidato republicano y presidente electo de Estados Unidos. La doctora Rice ha pertenecido al Consejo de Seguridad Nacional como experta en la Unión Soviética y hoy será nombrada su nueva responsable. Además fue rectora de la Universidad de Stanford.Pregunta. El mensaje que se recibe claramente al hablar con el equipo de Política Exterior de George Bush es que hay que sustituir la doctrina de la "destrucción mutua asegurada" (DMA) de la guerra fría, moralmente conflictiva, por un sistema de "defensa nacional de misiles" (DNM) como medio disuasorio entre las potencias nucleares. Esto recuerda la justificación que hacía Kosygin del sistema de misiles defensivos de Moscú ante Johnson en 1967: "La defensa es moral, la ofensiva es inmoral". ¿Bush propone sustituir el sistema de DMA con el de DNM?
Respuesta. Dado que no hay un sistema de misiles defensivos que vaya a ser capaz de detener miles de cabezas nucleares procedentes de Rusia, todavía vamos a tener que contar con la disuasión basada en la mutua vulnerabilidad durante cierto tiempo. Pero es una realidad heredada de la guerra fría, no una elección que esté en nuestras manos. Lo que intentamos decir es que ya no debemos abrazar la vulnerabilidad como una especie de causa moral. En cambio, el sistema de defensa de misiles que proponemos está dirigido a una amenaza mucho más limitada, la de los Estados irresponsables y, tal vez, la posibilidad de un lanzamiento no autorizado. Nadie dice que vaya a ser un escudo contra los rusos.
P. Excepto los rusos, por supuesto, que tienen miedo de que, al final, se convierta en un sistema espacial que podría actuar contra su arsenal y, por consiguiente, privarles de sus medios disuasorios. ¿Qué les responde usted?
R. Lo primero que les diría a los rusos es que ya no estamos en una situación de enemigos que intentaban impedir ataques nucleares masivos. Durante la guerra fría, yo trabajaba en la selección de objetivos nucleares. En aquellos días, lo que nos preocupaba no era que el Estado Mayor soviético se levantara un buen día y decidiera lanzar un ataque inesperado. Nos inquietaba que nuestra inferioridad convencional en Europa pudiera provocar una escalada de algún conflicto europeo que desencadenase la guerra nuclear. Pero todas esas situaciones en las que teníamos que cuidarnos de mantener un equilibrio muy ajustado entre Estados Unidos y la Unión Soviética han desaparecido. Lo que decimos ahora es que, si se logra combinar la idea de los misiles defensivos y la reducción de fuerzas nucleares ofensivas, será posible construir una nueva relación estratégica con los rusos que reconozca que la política de la guerra fría, que generaba situaciones de conflicto, ha dejado de existir.
P. ¿Qué les dice a los chinos sobre su miedo a que la DNM debilite su capacidad disuasoria?
R. Si los chinos no tienen intención de amenazar a Estados Unidos, no tienen por qué sentirse amenazados por la DNM. Ningún presidente norteamericano debe estar dispuesto a aceptar el chantaje nuclear a Estados Unidos.
P. ¿Cómo responde a las críticas de que Bush se ha rodeado de personas como usted o Dick Cheney, que son expertos en las "últimas guerras" -es decir, la guerra fría y la guerra del Golfo-, pero que no comprenden el nuevo mundo, con sus violentos flujos mundiales de capital, Internet y, sobre todo, la tarea de ser la única superpotencia y tener que hacer frente a la debilidad de Rusia, China y Japón, y no a su fuerza?
R. La gente evoluciona. Dick Cheney ha sido consejero delegado de Halliburton, que ha intervenido en aventuras empresariales en Rusia. Yo he sido rectora de Stanford, donde hemos tenido algo que ver con la revolución de la información. Y pertenezco a los consejos de varias empresas que hacen muchos negocios en el extranjero. Estoy de acuerdo en que el gran peligro de Rusia no es su fuerza, sino su debilidad. No creo que suceda lo mismo con China. En su caso, se trata de afrontar su ascenso como gran nación que está transformándose tanto a escala interna como a escala internacional. Un conflicto con Taiwán podría desestabilizar enormemente la vía -ya plagada de obstáculos- para que China se incorpore a la economía mundial. Indudablemente, la principal oportunidad que ofrece este periodo es el hecho de que la mayor parte de los países del mundo están intentando hallar su sitio en la economía internacional. Algunos tendrán más éxito que otros debido a sus estructuras internas. Las convulsiones de la globalización económica van a producir grandes sacudidas en la política internacional. Es de imaginar que algunos países que prosperaron enormemente en el viejo mundo, pero que ahora no consiguen sacar el máximo provecho a la gestión del conocimiento, se verán muy debilitados. Quizá le ocurra eso a Japón, aunque creo que los japoneses acabarán saliendo adelante. Yo no les descartaría. En principio, Europa es la que tiene más problemas. Existen además países en desarrollo como India, al que sólo hemos tenido en cuenta, normalmente, como problema nuclear. Sin embargo, está empezando a ser una posible potencia en la gestión del conocimiento. Todo esto no significa que podamos permitirnos el lujo de olvidarnos de los Estados irresponsables, como Corea del Norte o el Irak de Sadam Husein, que no tienen, en su mayoría, ningún futuro en la nueva economía del conocimiento. Pero sí quiere decir que hay que prestar más atención al libre comercio y a Latinoamérica. Se han vuelto a barajar las cartas.
P. Usted ha criticado a la Administración de Clinton por su política de "servicio de urgencias", que le ha llevado a poner en peligro a soldados norteamericanos en lugares remotos en los que los intereses de Estados Unidos no estaban claros. Teniendo en cuenta que somos la única superpotencia encargada de mantener la paz en el mundo, ¿qué propone hacer si, por ejemplo, Burundi se enfrentase a un conflicto genocida como el que asoló Ruanda?
R. La primera opción es perfeccionar los sistemas de alerta precoz. El verdadero objetivo es fortalecer nuestra relación y nuestra colaboración con las potencias regionales. El papel fundamental desempeñado por Australia en Timor Oriental es un buen ejemplo, pero habría sido útil que las fuerzas se hubieran desplegado de antemano, puesto que se sabía que los resultados del referéndum se iban a encontrar con oposición. Otro buen ejemplo es el entrenamiento de tropas nigerianas para mantener la paz en Sierra Leona. En resumen, alerta precoz y colaboración con las potencias regionales.
P. ¿Apoya -como la Administración de Clinton- la idea propuesta por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, de una fuerza de intervención de Naciones Unidas permanente, bien dotada y bien preparada?
R. No creo que esta idea llegue a hacerse alguna vez realidad. Es difícil imaginar a la maquinaria de la ONU trabajando con eficacia. Mucho más eficaz, con diferencia, es la alternativa de que las potencias regionales estén dispuestas a administrar sus propias regiones. Se trata de una idea que lleva ya tiempo en el aire. Pero hay motivos reales para que nunca se haya llevado a la práctica; sobre todo, porque son muy pocos los países dispuestos a ceder tantas potestades a la ONU. Y no está claro qué mecanismo usaría el secretario general para desplegar o no desplegar esas fuerzas, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los conflictos actuales son guerras civiles. Es un asunto muy complicado.
P. Clinton, Gore y el gobernador Bush han rechazado, a corto plazo, la propuesta del presidente de México, Vicente Fox, de abrir la frontera y permitir la libre circulación de mano de obra. Aun así, a largo plazo, ¿apoyaría la Administración de Bush esa idea de un mercado común norteamericano?
R. El gobernador Bush le dijo a Vicente Fox que valora su optimismo sobre México. Fox se refiere, en realidad, a la posibilidad de alcanzar una situación en la que las diferencias de renta disminuyan hasta el punto de permitir que la gente no tenga que irse a otro país para dar de comer a su familia. Es una idea de la que Bush habla desde que llegó a gobernador de Tejas. Hay muchas cosas en las que pueden colaborar las Américas. Bush y Fox han hablado también de extender la zona de libre comercio a toda Latinoamérica y fomentar los microcréditos a México; todas esas medidas proporcionarán muchas ventajas de un mercado común sin tener que sufrir los inconvenientes burocráticos que ha padecido Europa. No queremos repetirlas. Al final, debemos dejar que sean los mercados de capital privado -en especial, los microcréditos, que mejoran de forma muy tangible la vida de las personas- los que gobiernen la situación. No deseamos volver al viejo modelo de desarrollo europeo, que transfiere fondos de una región a otra para conseguir más igualdad.
© Global Viewpoint / LA Times Syndicate.
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