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'Fragmentos de un libro futuro' recoge el último legado de José Ángel Valente

Unas siguiriyas de Carmen Linares pusieron el broche final a la emotiva presentación

Amelia Castilla

José Ángel Valente (Ourense, 1929-Ginebra, 2000) dejó instrucciones precisas sobre cómo quería que fuese Fragmentos de un libro futuro (Círculo de Lectores), su primer libro póstumo, con más de noventa poemas y algo de prosa breve. "Sobrio, sin ornamentación y sin ningún texto superfluo, dejando todo el protagonismo a la palabra poética". Ésa era la voluntad del poeta fallecido hace cinco meses, según contó ayer Albert Pélach, director de Círculo de Lectores, en la presentación del libro. La cantaora Carmen Linares puso el broche final al acto por siguiriyas.

Una opción de soledad

Su esposa Coral y cerca de un centenar de amigos del poeta, como José Girao o Mauricio Sotelo, se reunieron ayer en la Residencia de Estudiantes en la presentación de Fragmentos de un libro futuro, en el que Valente trabajó hasta sus últimos días y que ha sido calificado por la crítica como su " testamento poético".Una fotografía en blanco y negro del poeta, en una sala donde se exhiben también las imágenes de Dalí, Lorca y Juan Ramón Jiménez, presidió el acto, que se convirtió en un homenaje al autor de Fulgor, cuya trayectoria poética mereció, entre otros, el Premio de la Crítica (1960 y 1980), el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1988) y el Nacional de Literatura (1993).

Valente comenzó a escribir Fragmentos de un libro futuro en 1992, al concluir No amanece el cantor, con el que cerró un ciclo presidido por lo que él denominó como "descenso a la memoria de la materia". Los más de noventa poemas y los textos que componen el libro póstumo aparecen ordenados de manera cronológica y están plagados de referencias a la luz de otoño, al cabo de Gata, a lo breve, lo tenue, la pasión -"alrededor de la hembra solar sigue girando oscuro el universo"- , el desgarro ante el dolor y la muerte. No faltan tampoco los homenajes a Cernuda, Paolo Ucello, Giordano Bruno o Paul Celan.

El poeta y profesor de la Sorbona Saúl Yurkievich contó que Fragmentos de un libro futuro adquiere ahora, con la ausencia del poeta, todo su sentido. La médula, según Yurkievich, la compone esa sensación de fin y de nostalgia por la vida. "Lo no acabado y la muerte dotan al libro póstumo de Valente de un sentido trascendental", dijo Yurkievich . "Como Valente le dice a Cernuda: 'Soñaste un poeta futuro / y al final lo engendraste / y hoy puede el futuro hablar contigo".

La sensación de pérdida está contrarrestada, según el profesor de la Sorbona, "con su amor por la plenitud de la vida". Como ocurre en sus últimos libros, Valente se despoja aquí de "artificiosos ardides, del ingenio y de sus diestras estratagemas retóricas. Su arte poético consiste en quitar a fin de sonsacar por inminencia el sentido latente. Decir lo menos para decir lo que está más allá de la palabra".

A José Angel Valente, que desde 1986 vivía en Almería, le gustaba escuchar a Carmen Linares en El Taranto, la peña flamenca donde ella cantaba con frecuencia. "Era un hombre muy sencillo, como todos los grandes. El flamenco era una música que le llegaba mucho", aseguró la cantaora antes de ponerse de pie para cantar por siguiriyas -"no se cómo me saldrá porque por la mañana los cantaores tenemos la voz marrón"- el poema al hijo desaparecido de Valente: "Tú ya ceniza y yo ardo en fuego", cantó con voz desgarradora Linares, y la sala se estremeció. Al terminar, Linares se fundió en un abrazo emocionado con la viuda del poeta.

Tras Fragmentos de un libro futuro, Círculo de Lectores publicará ensayos póstumos del poeta y la traducción que hizo de El extranjero, de Camus, ilustrada con dibujos de Urculo. Está previsto también la edición de la antología poética Ínsulas extrañas, en la que Valente colaboró intensamente y en la que se recoge la poesía de la segunda mitad de este siglo.

La trayectoria poética de Valente, que tradujo la obra de escritores como Keats, Cavafis y Celan, no es fácilmente encuadrable, aunque se le incluya en la llamada generación de los 50. Su obra rehúye los apriorismos temáticos y estilísticos. "Hay que romper la noción de contemporaneidad. Llegado un momento, el escritor tiene que hacer una opción de soledad absoluta, no tiene contemporáneos", aseguró el propio Valente en una ocasión.Andrés Sánchez Robayna, que no pudo acudir a la presentación del libro póstumo de Valente por encontrarse convaleciente de una operación, envió un escrito en el que asegura que no hay en esta última poesía de Valente un tono sombrío o desesperado, sino "una serenidad que adquiere por momentos una rara luminosidad". Para Robayna, Fragmentos de un libro futuro es un diario porque sólo como diario puede la palabra nacer plenamente incondicionada en relación con la experiencia del tiempo. "La esencia del diario no es, como creen muchos diarios incontinentes, la expresión o el relato de un yo omnímodo, sino la inserción más pura de la vida en el tiempo".

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