Un sector del público del Liceo protestó ayer con silbatos la ópera 'Un ballo in maschera'
Los agitadores instaron a los demás a pedir el libro de reclamaciones
Un sector del público acudió ayer al Teatro del Liceo, de Barcelona, pertrechado con silbatos que empleó rabiosamente al inicio de la función y en otros dos momentos de la misma. En el entreacto, el grupo más agitador iba proponiendo a sus vecinos de butaca que, al final, exigieran el libro de reclamaciones. El motivo, el montaje que ha realizado el director de escena Calixto Bieito de Un ballo in maschera, de Verdi, que ya recibió bronca el día del estreno. Pese al griterío, la representación de la ópera no se interrumpió.
Justo en el momento en que se levantó el telón y apareció el coro masculino sentado en retretes empezaron los pitidos y las imprecaciones. La orquesta siguió con su tarea, pero no pudo escucharse nada durante unos cinco minutos, hasta que desapareció la citada escenografía. Otro tanto ocurrió mientras se desarrolla una escena, apenas visible, en penumbra, de violación masculina. Y la tercera gran bronca se organizó en un cambio de decorado aprovechando, sólo esta vez, que la música no sonaba. Los cantantes fueron retribuidos con aplausos en sus solos. Al final, se aplaudió cortésmente. El hecho de que Calixto Bieito no saliera a saludar evitó el fin de fiesta que se palpaba en el ambiente.A lo largo de toda la representación, cualquier apunte heterodoxo (por ejemplo, que algunos elementos del coro saluden brazo en alto o que se utilice un orinal para sortear quién asesinará al rey) suscitaba algún que otro audible murmullo.
Cuando alguien del público protestaba porque no dejaban seguir la ópera en paz era aún peor. A una dama octogenaria le espetaron que se comprara el disco si quería escuchar la música. Entre las frases o insultos que los más revoltosos soltaron, particularmente desde el tercer y el quinto piso, figuraron las siguientes: "Guarros"; "los cantantes deberían negarse a cantar eso" y "Matabosch al paredón", en alusión al director artístico del teatro. También pudieron escucharse algunas réplicas a grito pelado: "Qué puritanos, por favor"; "no haber venido" e "id a gritar a can Barça", en referencia al campo de fútbol del FC Barcelona.
Tan enfadado como estos revoltosos estaba el público que quería presenciar el montaje y escuchar la música. "Ya sabían que no les iba a gustar porque lo habían leído en la prensa y, en lugar de quedarse en casa, han venido expresamente a molestar", comentaba una señora en los corrillos del entreacto. Otra opinaba que el problema no es sólo este Ballo: "Es que ya llevamos el Lohengrin del año pasado y lo de La Fura dels Baus en éste".
A la salida, se formó una discreta cola de espectadores que pidieron una hoja de reclamaciones. Se trata de un impreso triplicado que se dirige al Departamento de Industria y Comercio de la Generalitat, no al de Cultura, para que los usuarios formulen su queja. En el impreso que repartía el teatro se especifica en las instrucciones que el reclamante "ha de presentar todas las pruebas y datos que puedan contribuir a la aclaración de los hechos y especialmente la factura".
Quedan seis funciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.