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El "efecto Carolus"

La exposición sobre Carlos V en Toledo ha tenido hasta ahora cerca de 150.000 visitantes

Otros montajes

Un murmullo grave y persistente, como en una iglesia en día de procesión, asalta al visitante, algo confuso en sus primeros pasos, al entrar en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Hay cerca de mil personas en la gran planta baja en forma de cruz griega. La densidad de los visitantes en un día festivo no permite una perspectiva rápida del montaje de la exposición. Los ojos van, inevitablemente, hacia arriba."La mayoría de los visitantes se sienten inmediatamente atraídos por el artesonado del techo y la arquitectura del edificio", comenta una de las guías de la exposición Carolus 2000. El antiguo hospital, terminado de construir durante el reinado de Carlos V, es uno de los más importantes del Renacimiento en España y ha sido restaurado justo a tiempo para albergar esta gran muestra que organiza la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Carlos V y Felipe II, que estará abierta hasta el 12 de enero.

Hasta este fin de semana son cerca de 150.000 las personas que se han acercado a visitar la exposición. Largas colas a la intemperie y con un tiempo inestable en estos días han obligado a esperas superiores a las dos horas para entrar en el recinto. Algunos se llevan el bocadillo de casa, otros llegan con bolsas de merienda de una hamburguesería cercana, alguna anciana espera sentada en uno de los bancos exteriores, embozada en bufandas y gorros de lana. Aun así, la mayoría piensa, al salir, que la espera ha valido la pena.

La gran mayoría de los visitantes son españoles. No se escucha hablar en idiomas extranjeros. Es gente de todas las edades, interesada por aprender historia a través del arte. Predominan los grupos de mujeres de mediana edad. Es el mismo perfil de los que han acudido, también masivamente, a exposiciones como Las edades del hombre.

Elpidio Calvo, médico de Madrid, y Juan Roig, farmacéutico de Barcelona, han ido con sus familias. "Venimos especialmente a ver la exposición porque es una oportunidad única de ver reunidas muchas obras importantes sobre un tema o una época concreta", dice Calvo. A su hijo pequeño le ha gustado la armadura de Carlos V de niño, aunque no se la pondría. Roig opina que han dejado entrar a demasiados visitantes a la vez. Rubén Díaz, estudiante de ESO, va tomando apuntes para un trabajo de arte y encuentra insuficientes las explicaciones en las cartelas de los cuadros. Margarite Ehman habla en alemán con dos amigas, pero no han llegado de su país, hace años que viven en Madrid y son profesoras del Colegio Alemán. "Soy protestante y me interesaba venir por ver lo que había sobre Lutero", dice. "Es una exposición muy interesante y el ambiente es fabuloso". Otra de ellas, Christel Kothenburger, afirma que acaba de leer un libro sobre Carlos V y eso le hace comprender mejor lo que ve en la muestra.

Son casi 350 objetos y obras de arte que pretenden dar a entender la figura histórica de Carolus, nombre latino del emperador Carlos V. Entre ellas destacan los numerosos cuadros de Tiziano, las esculturas y tallas y las medallas, que tanto gustaban al emperador.

El centenario de Carlos V se ha celebrado con otras exposiciones, ya clausuradas, en Gante (con 142.000 visitantes), Bonn (197.000 visitantes) y Viena (200.000). La de Toledo, que en su inauguración contó con la presencia de 11 jefes de Estado, tiene previsto alcanzar la asistencia de unas 225.000 personas.En Cáceres sigue abierta hasta el 7 de enero la exposición El linaje del emperador, en la iglesia de la Preciosa Sangre, que ha recibido ya unas 15.000 visitas. A lo largo del año ha habido exposiciones sobre Carlos V en Pontevedra, A Coruña, Granada, Sevilla y México.

El próximo día 19 se inaugura en Barcelona la última de las muestras conmemorativas de este centenario, titulada El arte en Cataluña y los reinos hispanos en tiempos de Carlos I, en la que se pretende seguir el itinerario del emperador cuando llegó a la península Ibérica desde los Países Bajos, después de la muerte de su abuelo Fernando el Católico, y juró, como prícnipe, ante las diversas cortes como Carlos I.

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