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Cultura potencia los grandes proyectos frente a las actuaciones previstas por sus institutos

Ferran Bono

El proyecto de presupuesto de 2001 de la Generalitat Valenciana reduce significativamente algunas partidas destinadas al funcionamiento, apoyo y desarrollo de actividades del Instituto Valenciano de Cinematografía y del Instituto Valenciano de la Música, lo que cuestiona la capacidad de ambos para cumplir con sus objetivos. Esta situación contrasta con los fuertes desembolsos que acarrean otros proyectos, como el reciente Encuentro Mundial de las Artes o la futura Bienal de Valencia, de mayor repercusión mediática y política, pero de rentabilidad cultural dudosa.

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Financiación

La empresa Nuevo Mundo, constituida por el director de la Bienal, Luigi Settembrini, y cuatro de sus colaboradores italianos, cobrará 53 millones de pesetas en dos años por el desarrollo de la idea del proyecto. La Bienal se celebrará en Valencia de junio a octubre de 2001 con un coste total estimado de 900 millones. Los realizadores estadounidenses Peter Bogdanovich y Sidney Pollack se embolsaron entre tres millones y dos millones y medio de pesetas cada uno por su estancia de poco más de un día en el Encuentro Mundial de las Artes del pasado octubre, que contó con siete comisarios, que cobraron dos millones y medio de pesetas cada uno. La directora general de Promoción Cultural, Consuelo Ciscar, cifró en 100 millones el presupuesto de este encuentro que reunió a más de un centenar de artista y expertos. Fuentes de la consejería señalaron que el coste fue superior.

A un millón de pesetas asciende la subvención para el próximo año que debe "fomentar la producción musical, formación y programaciones musicales de calidad, cursos, premios musicales, festivales...", según recoge el proyecto de presupuesto para el 2001. El año pasado la partida prevista se elevaba a 70 millones. En cuanto a las ayudas a la producción discográfica han pasado de 10 millones a un millón. No obstante, el presupuesto del pasado año se trastocó debido a la fuerte inversión que supuso el montaje del aclamado director norteamericano Robert Wilson, cuyo coste fue de decenas de millones. Esta obra debía dar a conocer al Instituto de la Música, cuyo capítulo de gastos de funcionamiento y actividades de este año se ha reducido un 7%.

Mucho más drástica es la disminución de esta misma partida en el Instituto de Cine (un 44%), pasando de 195 millones a 108. Hasta el último momento no se publicó este año la orden de ayudas a la producción audiovisual que al final ascendió a 25 millones. Este retraso, que afectó a la incipiente y tambaleante industria audiovisual valenciana, contrasta, por ejemplo, con la fuerte inversión prevista para la Ciudad de la Luz (del Cine), unos grandes estudios que se ubicarán en Alicante.

Los institutos de cine y música nacieron con el objetivo de agilizar y potenciar sus actividades, además de dotarse de mayor autonomía de gestión. También en Patrimonio Artístico se planea una fuerte reducción del presupuesto para la reforma de edificios, mientras la ambiciosa exposición de La Luz de las imágenes de Segorbe recibirá más de 500 millones del presupuesto.

Nadie pone en duda la calidad y el prestigio de los artistas y críticos -como Emir Kusturica, Peter Greenaway o Achille Bonito Oliva- que participarán en la Bienal de Valencia. Pero, como dijo uno de los asistentes a la presentación, cabe preguntarse si es el mejor momento para hacerlo atendiendo a las carencias y puesta en marcha de diversos proyectos. El consejero de Cultura, Manuel Tarancón, dijo entonces que los institutos participarían en la financiación de la Bienal, para sorpresa de muchos de los implicados. Una fundación intentará canalizar las aportaciones de patrocinadores privados para hacer frente a los 900 millones de presupuesto previstos.

Objetivos estratégicos y de marketing se unen a los culturales, según se acentúa en este tipo de iniciativas promovidas por la directora general de Promoción Cultural, Consuelo Ciscar, con el respaldo del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Pero estas actuaciones abonan el debate sobre las políticas culturales de escaparate, que buscan un rendimiento inmediato, sobre todo de tipo mediático. No contribuye a disipar reticencias el ejemplo del programa municipal del Tercer Milenio, que reunió en Valencia a numerosos intelectuales de todo el mundo, sin que se haya creado ninguna continuidad y sin que se sepa aún su rentabilidad cultural.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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