Los Quince constatan que llegarán a Niza con los principales problemas sin resolver
Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE, reunidos ayer en Bruselas, agotaron su última oportunidad antes de la cumbre de Niza en busca de algunas aproximaciones en los asuntos más sensibles sobre los que existen importantes discrepancias: toma de decisiones por mayoría cualificada en lugar de por consenso, futura composición de la Comisión Europea y nuevo reparto de votos en el Consejo de Ministros. El ministro francés de Exteriores, Hubert Védrine, reconoció anoche que hay "nervios" y hasta "exasperación" porque se llegará a Niza sin haber logrado "compromisos concretos".
A sólo cuatro días de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno, los titulares de Exteriores se limitaron a constatar que sólo durante la reunión de los líderes, que comenzará el próximo jueves, podrá producirse algún tipo de acuerdo. "Las posturas no han cambiado", dijo Védrine, quien añadió que la cumbre se presenta "muy compleja", si bien confió en que "la gravedad" de lo que está en juego impulse a todos a lograr un acuerdo. La presidencia de turno de la UE, que corresponde a Francia, decidió que la cumbre se prolongue un día más, hasta el domingo, dado el escaso entendimiento registrado hasta ahora. Los temas duros empezarán a discutirse el viernes.Son los tres asuntos mencionados los que han consumido estos meses una veintena de reuniones de la Conferencia Intergubernamental (CIG, formada por diplomáticos) y una docena de discusiones entre los ministros de Exteriores. En los últimos diez días, además, el presidente francés, Jacques Chirac, ha visitado las capitales europeas en busca de fórmulas que hicieran más viable el objetivo de llegar a Niza con menos posibilidades de fracasar. La ronda de Chirac concluyó, sin embargo, con una llamada genérica a la "responsabilidad" de los Estados miembros, dadas las grandes divergencias existentes ante unos problemas que, de no resolverse en Niza, harán poco menos que inviable el camino emprendido para ampliar la UE. "La gira ha servido para tener una visión de la situación, pero no se han podido lograr compromisos concretos", señaló Védrine, porque todos los países optan por un acuerdo global en Niza.
El último escollo en las negociaciones, y posiblemente el más sensible en estos momentos, es el que enfrenta a Alemania y Francia a la hora de repartir los votos en el Consejo de Ministros. Alemania, con 82 millones de habitantes, quiere aprovechar la cumbre para hacer valer su peso demográfico y tener más votos que ningún otro país. Francia se opone radicalmente, con el argumento de que la UE se fundó bajo el principio de un equilibrio inalterable entre las dos grandes potencias de la Unión.La fórmula sobre la composición de la futura Comisión también será decidida en Niza, ante la dura batalla planteada por los países pequeños, que defienden que cada país tenga un comisario en el Ejecutivo europeo, incluso cuando se produzca la ampliación. Como alternativa, se analiza la posibilidad de fijar un número máximo de comisarios y de establecer un turno rotatorio igualitario. Una prueba más de las discrepancias en estos dos capítulos es que, una vez más, el documento de síntesis para Niza elaborado por la presidencia francesa sigue dejando en blanco el reparto de votos y la composición de la Comisión.
Con respecto a los temas que deberán pasar a ser decididos por mayoría cualificada, y por tanto sin derecho a veto nacional, los ministros también constataron ayer que todos los países grandes, salvo Italia, han marcado su "línea roja" (el término empleado por el británico, Robin Cook), es decir, los asuntos sobre los que no están dispuestos a ceder. Son fundamentalmente la fiscalidad, la seguridad social, la cohesión, la política comercial exterior y la inmigración. Pese a los problemas, el ministro español de Exteriores, Josep Piqué, afirmó ayer que es "razonablemente optimista" con respecto al desarrollo de la cumbre.
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