Las pasiones y estornudos de Montero y Millás cierran la feria
La cita mexicana del libro en español concluye con gran éxito de público
Pasiones, el último libro de Rosa Montero, que la autora presentó en la última jornada de la Feria del Libro de Guadalajara, levantó entre los numerosos asistentes olas de sorpresa y simpatía. Lo mismo sucedió, aliñado de carcajadas, en la presentación de No mires debajo de la cama, de Juan José Millás, que terminó haciendo un elogio del resfriado. Cerca de 300.000 personas visitaron la feria mexicana, que concluyó ayer.
La gripe ideal
"Es mejor una gran feria a muchas con dificultades", dijo ayer como valoración final, Raúl Padilla, presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Y grande fue, en cifras, la decimocuarta edición, que concluyó ayer. Desde el pasado 25 de noviembre, cerca de 300.000 personas se pasearon por las representaciones de 1.800 editoriales de 32 países, y participaron en las 200 presentaciones de libros con la asistencia de unos 250 escritores.España, invitada de honor, acudió con 5.000 títulos, 300 editoriales y más de una veintena de autores y cineastas. El enorme poder de seducción de la literatura pudo, en este caso, muchísimo más que el de la imagen, y fue escaso el eco que tuvo la muestra de cine español.
Las presentaciones de libros, por el contrario, estuvieron abarrotadas hasta el último día. Pasiones, de Rosa Montero, llenó rápidamente el aforo y muchos decidieron quedarse de pie llenando los pasillos. El acto se grababa para televisión y la entrevistadora Adela Micha había preparado una serie de preguntas sencillas y directas, adecuadas para el público habitualmente conservador de su programa.
Pero la escritora española no se cortó a la hora de contestar con franqueza sobre los sinsabores y pliegues oscuros de la pasión. "Absolutamente todo el mundo es infiel, incluso el que no lo es", fue una de las afirmaciones que hicieron levantar las cejas a los asombrados asistentes y torcer el gesto a la conductora mexicana. Al terminar el acto, una hora más tarde, se formó una larguísima fila de personas en busca de un autógrafo de la escritora.
La sociedad jalisciense tiene algunos focos recalcitrantes que no dudan en tomar subrepticias iniciativas. Como ejemplo, lo sucedido en la pequeña editorial El Armario Abierto, que presentó durante la feria títulos como El manual de Manuela, un exótico manual de la masturbación del joven escritor mexicano Antonio Armonía, y la novela Mamá, papá, soy gay, firmada por Rita. Un grupo de difusores de prejuicios se las ingenió para meter entre las páginas de los ejemplares expuestos un boletín en el que se invita a los posibles lectores a evitar comprar literatura erótica o gay.
El libro de Juan José Millás, No mires debajo de la cama, escapa a este tipo de persecuciones, aunque al autor seguramente no le importaría enfrentarse a ellas. Millás hizo gala en la presentación de su última obra de un dominio de la esgrima verbal capaz de dejar fuera de juego al más pintado. Su enfrentamiento, en este caso, no sólo no fue violento, sino todo lo contrario. El escritor logró romper con sus improvisaciones otro de los hábitos en este tipo de acto, el de cierta excesiva formalidad.
El escritor mexicano Juan Villoro fue un excelente acompañante en el periplo verbal de Millás. Ambos llegaron a convencer a los cientos de asistentes de que no hay mejor estado que el de estar resfriado."La primera gripe que yo recuerdo haber tenido me dejó convencido de que es el estado ideal de una persona. Entonces quise ser enfermo, pero me faltó capacidad y terminé como escritor", confesó Millás a su interlocutor, que, al empezar, había reconocido que llegaba al acto con una tremenda gripe que lo tenía muy contento.
"El enfermo organiza su mundo en torno a sus síntomas. Comienza a intepretar lo que le sucede de formas muy diferentes, pero la curación lo regresa a la rutina", dijo Villoro.
Hablando de enfermedades, Juan José Millás aprovechó para hablar del gran interés literario de los historiales clínicos. "En ellos se esconden novelas enteras", reconoció. "En un historial clínico sólo ocurre lo que es necesario".
La feria llegaba ayer a su fin y, aparte de las valoraciones positivas, hubo tiempo para algunas críticas. Juan Villoro, uno de los escritores mexicanos más conocidos y apreciados, hizo algunas observaciones que podrían limar inconvenientes. "El monstruoso crecimiento de la Feria del Libro deja en los márgenes a los actos que no ocurren en el centro de ella y eso debilita a las editoriales más pequeñas", afirmó.
La directora de ventas internacionales de la feria, Ruth Darnell, recomendó a los editores españoles pensar en una codirección de la FIL para aprovechar mejor el filón de las ventas en EE UU.
Babelia
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