La venta en las casquerías cae un 80% por el miedo al mal de las 'vacas locas'

La venta en las casquerías de Madrid ha descendido en un 80% por la psicosis causada por el mal de las vacas locas, según la Asociación de Despojos Cárnicos. "Como sigan las cosas así, el sector va camino de la ruina", afirmó ayer José Luis Bardo, presidente de este colectivo, que agrupa a 500 casquerías. La alarma en los consumidores es tal que productos como los callos, que no presentan ningún peligro, han dejado de adquirirse. "Todo se debe a la mala e insuficiente información que está dando la Administración", denuncia Bardo.

Los sesos

"La alarma que hay entre los consumidores se ha desorbitado hasta límites increíbles", se lamenta José Luis Bardo. "Solamente hace falta darse una vuelta por los mercados para ver los puestos vacíos, y los empleados, cruzados de brazos. El sector va hacia la ruina", explica. Algunas de las cifras que maneja la Asociación de Despojos Cárnicos demuestran de forma elocuente la crisis que afecta a este colectivo. "En un matadero de Madrid se sacrificaban todos los martes alrededor de 200 animales; el martes pasado, sólo se mató uno", explica Bardo. "Y lo mismo que sucede en este matadero pasa en los demás. La gente tiene miedo, un miedo a veces sin justificación. Y todo se debe a la mala e insuficiente información que está dando la Administración. Hay mucha confusión entre lo que se puede y no se puede comer".

Los propietarios de las casquerías lamentan que productos en los que está descartado el contagio de la enfermedad, como los callos, hayan sido excluidos totalmente del mercado. "A los callos no les afecta para nada el mal de las vacas locas. Bueno, pues la gente tiene tanto miedo, se ha levantado tanta alarma, que no se venden", señala el portavoz de la Asociación de Despojos Cárnicos.

En un intento de recuperar el interés de los compradores, el colectivo de casquerías se ha entrevistado con el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, para pedirle colaboración. De esta reunión ha salido la idea de organizar para dentro de unos días -"el primer fin de semana que podamos", dicen- una multitudinaria degustación de callos, uno de los tradicionales platos de la gastronomía madrileña. "El Ayuntamiento nos dejará la plaza Mayor para invitar a todos los que se acerquen hasta allí a tomarse una cazuelita", anuncia Bardo.

Hay otros productos de casquería que sí figuran entre los no recomendados por los especialistas. Es el caso de los sesos. Isidoro Sierra, catedrático de Patología, excluye rotundamente esta parte del animal. "Mi recomendación es que los sesos se eliminen en su totalidad, al igual que el tuétano y la médula", explica este experto. "Hay unas recomendaciones generales que son las que los consumidores deben seguir, pero tampoco hay que permitir que cunda la alarma", añade.Así, los especialistas afirman que se puede consumir el hígado de ternera. "El peligro está en los animales vacunos de más de 15 meses; es decir, los que ya no son terneras ni añojos".

La Asociación de Despojos Cárnicos de Madrid, ante las graves pérdidas que está sufriendo el sector, ha pedido entrevistarse con los responsables de Sanidad y Agricultura para solicitar ayudas. "Nos estamos moviendo los asociados de Madrid, pero también tenemos contactos con colegas de otras asociaciones. En las últimas horas hemos hablado con la asociación de Barcelona", explica Bardo. "Vamos a solicitar a la Administración ayuda económica y, sobre todo, que la información que salga a la calle sea lo más detallada posible para que cese la alarma que se ha desatado entre los consumidores. Hay productos de casquería que no son recomendables, pero hay otros que no presentan ningún motivo de alarma".

Antes de entrevistarse con los responsables de la Administración, los propietarios de las 500 casquerías censadas en Madrid intentan evaluar las pérdidas. "Es muy difícil establecer una cifra de momento, porque el problema crece cada día. Hoy [por ayer] he tenido que despachar en una casquería", señala José Luis Bardo, "y era desolador estar detrás del mostrador horas y horas sin hacer nada. Pero si mirabas enfrente, a los carniceros, la imagen era aún más patética".