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Reportaje:

Salpicados por la 'legionella'

Miquel Noguer

Los bares y restaurantes del Puerto Olímpico, perjudicados por el eco del brote infeccioso de la Barceloneta

La sombra de la legionella planea ahora sobre el Puerto Olímpico. Después de las pérdidas económicas sufridas por los restauradores de la Barceloneta a causa del miedo al brote de legionelosis, ahora son los establecimientos del puerto los que están notando las consecuencias. La publicación el pasado lunes del hallazgo de tres focos de Legionella en el hotel Arts, la Torre Mapfre y la discoteca Baja Beach Club ha atemorizado a los asiduos del Puerto Olímpico y ha encendido la luz de alarma en más de un establecimiento.El descenso de público se hizo notorio a partir del pasado lunes, aunque los días anteriores los restauradores ya observaron una ralentización de la actividad. "No se si atribuirlo a la legionella, pero es cierto que hemos notado un descenso de clientes", explica el gerente del restaurante el Rebujito de Moncho's. Carles Gumbau ha tenido que explicar a más de un cliente que ya no hay riesgo de contagio ni ningún otro peligro derivado del brote. "No nos han anulado reservas, aunque la gente ha hecho más preguntas de las habituales".

Los restauradores no sabrán hasta este fin de semana si las consecuencias del brote de legionelosis son tan negativas como en la Barceloneta. Pero temen que les pueda caer encima un buen chaparrón. "Aquí ya se acumulan demasiadas cosas", afirma el gerente de una cervecería del puerto. Alude al asesinato del joven Carlos Javier Robledo en las inmediaciones de la Villa Olímpica el pasado 1 de abril. Aquel crimen dañó la imagen de la zona hasta el punto de que muchos clientes habituales optaron por salir a divertirse en otros locales de la ciudad. "Ya tuvimos un mal verano, ahora sólo nos falta la legionella", dice el responsable de la cervecería.

Pero no sólo los barceloneses han dejado de ir al Puerto Olímpico. Según los responsables de los restaurantes, algunos de los operadores turísticos que llevan viajeros a Barcelona han optado por saltarse la visita preceptiva al Puerto Olímpico. "Prefieren evitarse sobresaltos", asegura el dueño de un bar de copas. La disminución de turistas afecta a los restaurantes, pero sobre todo a los bares musicales de la parte inferior del puerto. Muchos locales abren los días laborables para atender a una clientela formada básicamente por turistas. En esta época del año la afluencia es más bien escasa, aunque siempre hay algún grupo de estudiantes extranjeros o ejecutivos de paso por la ciudad que ayudan a llenar la caja.

En el caso del Baja Beach Club, uno de los tres locales en cuyas torres de refrigeración que se detectó Legionella, el temor es máximo. El gerente de este restaurante discoteca, David Morera, admitió ayer que temen un "importante" descenso de clientes para este fin de semana.

Sin embargo, los responsables del local insistieron ayer en que su torre de refrigeración no tiene rastro de la bacteria que ha provocado neumonía a 48 personas en la Barceloneta. Este establecimiento encargó a una empresa especializada un análisis de su sistema de refrigeración y, según consta en el informe del laboratorio, "no se observa crecimiento de Legionella". La muestra de cultivo de la torre de refrigeración fue tomada el pasado 17 de noviembre. Horas más tarde, los técnicos municipales descubrían la bacteria en un segundo análisis. El gerente del local no entiende qué pudo ocurrir, aunque los expertos en sistemas de refrigeración aseguran que los constantes cambios de temperatura que sufren estos aparatos pueden variar un análisis bacteriológico en muy pocos minutos.

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Pero no todos atribuyen a la legionella la mala racha de los últimos días. La responsable del restaurante chino Pollo Pekín, Chin Jua Yang, lo tiene claro: "El problema no es el bicho ese, sino la llegada del fin de mes. Ahora nadie tiene un duro".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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