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El Reino Unido recuerda la controvertida y genial personalidad de Oscar Wilde

Tres exposiciones, un monólogo y la edición de sus cartas celebran el centenario de su muerte

Isabel Ferrer

Hijo de William Wilde, un célebre cirujano irlandés que atendió a la propia reina Victoria, la innegable facilidad de Oscar Wilde para convertir una frase banal en prosa poética lo han convertido en un autor casi más popular por sus teorías del "arte por el arte" y su posterior caída en desgracia, acusado de homosexualidad, que por su obra. En el centenario de su muerte en el exilio parisiense, el Reino Unido recuerda a un hombre vanidoso y dotado para las letras, que quiso imponerse a la sociedad de su época y cayó víctima de la intolerancia de la era victoriana.

Éxito

Nacido en Dublín el 16 de octubre de 1854, Oscar Wilde iba vestido de niña en su infancia para que las hadas no le robaran, tal y como cuenta la leyenda irlandesa que sucede con los chicos. Un estreno en el mundo de lo más literario para un niño que le agradecía ya a su madre, antes de cumplir 10 años, con frases redondas, "la refrescante fruta" que le enviaba al internado. Con el tiempo ganaría en humor, elegancia, sarcasmo y fantasía.En su primera juventud, Wilde estaba más que a gusto consigo mismo. Después de obtener una matrícula en la Universidad de Oxford, donde estudió Literatura, y de ganar el prestigioso Premio Newdigate de poesía, dejaba su estela en los salones londinenses de Mayfair y Chelsea, todavía dos de las direcciones más selectas de la ciudad. Aún no era famoso, pero se había forjado una personalidad que le hacía indispensable en los círculos artísticos de la capital. Una etapa ilustrada en el Barbican Centre de Londres con dos exposiciones tituladas Los años de Wilde: Oscar Wilde y el arte de su tiempo y La casa más hermosa: Oscar Wilde y la estética de los interiores. Ninguna de las dos presenta retratos del autor o alguna de sus posesiones, sino que reflejan las tendencias y hasta el mobiliario alabados por él mientras se dedicaba a la crítica artística. Wilde no inventó el movimiento estético que patrocinaba el arte por el arte, originario de Francia, pero fue tal vez su máximo exponente hasta el final de su vida.

Objetos personales

Cuando murió en París, el 30 de noviembre de 1900, aquejado de una meningoencefalitis provocada por una infección aguda de oído, según las últimas teorías publicadas por dos científicos surafricanos en la revista médica The Lancet, Wilde había llevado al extremo su pasión por una buena frase dicha a tiempo. Enfrentado a la acusación de sodomía efectuada por el marqués de Queensbury, padre de su amado lord Alfred Douglas, el escritor desoyó los consejos de sus amigos de huir al extranjero. Seguro de su fama, prefirió hacerle caso a Bosie, apelativo cariñoso del hijo del marqués, que odiaba a un progenitor brutal y mujeriego. Según las crónicas de la época, a Wilde, que ya había estrenado con éxito El abanico de lady Windermere y La importancia de llamarse Ernesto, la policía le dio tiempo a escapar tomando el barco a Francia. Al ver que se quedaba, lo arrestaron en el hotel Cadogan de Londres, donde había ido a refugiarse con Robert Ross, compañero de estudios y su primer amante masculino.Esta etapa de su vida, así como el oprobio de la cárcel y la posterior sequía literaria al salir en libertad, convierten Las cartas completas de Oscar Wilde, la nueva edición de su correspondencia, editada por su nieto, Merlin Holland, en la mejor autobiografía de su abuelo. El volumen incluye unas 400 misivas inéditas que han sido revisadas y añadidas a las 1.100 publicadas en 1962 por Rupert Hart-Davis. El primer libro le costó un esfuerzo sobrehumano a Vyvyan, el hijo menor del escritor (su hermano Cyril murió en la Primera Guerra Mundial) y padre de Merlin. La primera generación de los Wilde temía el insulto y desprecio públicos al descender de un escritor condenado por homosexual. Por eso cambiaron su apellido. Para el nieto, la búsqueda de Oscar, el ser humano parapetado tras las frases más sonoras, le ha devuelto el orgullo de pertenecer a su familia. "Mi padre fue muy desgraciado y yo también, durante mi adolescencia. Es fácil convertirse en un mono de repetición de lo que dijo tu pariente más famoso. Ahora se trata de ser uno mismo sin ignorar lo ocurrido", ha señalado.

La última muestra londinense la ha organizado la Biblioteca Británica como un peregrinaje a lo largo de la vida de Wilde. Fotos desconocidas de su esposa, Constance Lloyd, un bucle del cabello del escritor y otros objetos personales contrastan con la exuberancia del monólogo interpretado en el Teatro Nacional por el actor Corin Redgrave, hermano de Vanessa Redgrave. Una experiencia que convierte De Profundis, la dolorosa carta de amor burlado remitida por Wilde a Bosie tras la cárcel en uno de los actos más emotivos del centenario.Antes de encarnar a Wilde en su hora más desgraciada, el propio Corin Redgrave da vida al escritor en un pasaje de su vida que no ha podido confirmarse pero que tiene visos de haber ocurrido. Titulado In extremis por el dramaturgo Neil Bartlett, relata la supuesta visita que hizo a una pitonisa antes del juicio por libelo contra Queensberry. Wilde quería saber si saldría airoso. La adivina le dijo que triunfaría en toda regla después de leerle las líneas de la mano. Una ficción que capta la arrogancia y desasosiego del literato, que no tenía nada que alegar, sólo su genio.

Para los que prefieran el recogimiento de un templo, lugar más apropiado para un funeral, aunque sea literario, la abadía de Westminster ha organizado esta tarde un servicio en recuerdo del escritor irlandés convertido en uno de los nombres indispensables de la literatura en inglés y que, contrariamente a sus predicciones, sí ha sobrevivido al siglo que le vio morir desamparado.

Besos infames

Merlin Holland (nieto de Oscar Wilde), el actor británico Simon Callow (Cuatro bodas y un funeral) y un reducido grupo de incondicionales del escritor esperaban reunirse esta madrugada junto a su tumba, en el cementerio parisiense de Père Lachaise, para brindar en su nombre. La lápida está adornada con una esfinge desnuda que ha sido castrada en dos ocasiones. La primera vez fue el propio conservador del cementerio, por considerarla ofensiva, aunque luego usara él mismo los genitales de piedra como pisapapeles. Una vez repuestos, éstos fueron robados en los años sesenta. Restaurado en 1992, el conjunto se ha llenado desde entonces de "infames besos de carmín", para desespero de Holland.

Una tarea difícil, ya que la tumba de su famoso pariente es una de las más visitadas del camposanto, donde también reposan el cantante estadounidense Jim Morrison, líder del grupo The Doors, y el cineasta galo François Truffaut, entre otros.

Hace tres años, Simon Callow, que ha leído las obras de Wilde para la radio porque, según dice, es demasiado bajito y feo como para encarnarle, intentó recordar su puesta en libertad en la celda de la prisión de Reading. El penal le negó la entrada cuando se presentó con unos amigos. Las palabras de Wilde resonaron sólo en el exterior y Callow se prometió rendirle homenaje en el centenario al pie de su tumba.

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